viernes, 23 de julio de 2010

Segundo trailer de “Red” de Robert Schwenke

No tiene mala pinta esta película basada en un cómic de Warren Ellis, publicado por Wildstorm y en España por Planeta imagino que pronto reeditado con película por medio) en el que un agente de la CIA retirado (Bruce Willis) debe reunir a sus antiguos equipo de operaciones (Morgan Freeman, John Malkovich y Helen Mirren) cuando es perseguido por unos asesinos.

La verdad es que el trailer promete entretenimiento con buenas dosis de acción y humor y el reparto tiene nombres de altura. Espero que la película no decepcione aunque el director, Robert Schwenke, no me diga nada.

“Slott Barr: La Confederación del Núcleo”, de Francisco Solano López y Ricardo Barreiro.


Hace unos meses, la emergente editorial 001 Editores me sorprendió gratamente con la noticia del inicio de una colección dedicada al excelente dibujante argentino, Francisco Solano López. Sorprendente por inesperada, ya que Solano López es un autor referencial del cómic argentino con una larga trayectoria cuya mayor parte de su obra continúa inédita en España y, aunque dudo que la colección vaya a ser completa dada la ingente cantidad de tebeos dibujados por este hombre y doy por seguro que faltarán algunas de sus obras más emblemáticas (“El Eternauta” lo ha editado Norma hace unos años y “Kelly, ojo mágico” lo ha empezado a editar Planeta este año) sí permitirá recuperar algunos de sus trabajos como, por ejemplo, “Slott Barr”, del que se ha publicado el primer volumen de los dos que compondrán la primera edición completa en España de este clásico de la ciencia ficción publicado por vez primera en 1976 en la revista “Skorpio”.

Slott Barr” tiene un inicio impactante con un astronauta perdido en mitad del espacio tras haber sufrido un accidente su nave espacial. Se trata de Slott Barr un tipo anónimo, brutote y pelín zoquete que se salvará de una muerte segura gracias a que en su camino se cruza un extraterrestre parasitario muy inteligente que le convierte en su huésped. El parásito en momentos de tensión y/o excitación se activa y le ayuda a salir con bien de las situaciones más complicadas. Barr vagará por distintos planetas en búsqueda de trabajo (lo que le llevará a vivir curiosas aventuras) hasta que adquiere conciencia de las desigualdades que existen entre los distintos planetas que conforman la Confederación y formará parte de los rebeldes que se oponen al poder de los planetas del Núcleo que de facto dominan al resto.

Más de treinta años pasados de su primera edición, “Slott Barr” aguanta bastante bien la lectura aunque uno no pueda evitar alguna sonrisa nostálgica ante la inocencia de algunos de los inventos y soluciones tecnológica que la imaginación de Ricardo Barreiro y el talento gráfico de Solano López idearon.

Barreiro se muestra como un guionista coherente, imaginativo y comprometid, influido en gran medida –y casi inevitablemente- por Oesterheld aunque no desdeñe tampoco otras influencias de autores claves del “space opera” como Heinlein, Anderson o Herbert, tiempo pero al mismo tiempo igual que Oesterheld dota de referencias clásicas a sus historias que van de los clásicos griegos a las novelas de H. Ridder Haggard. Barreiro recrea una confederación galáctica que convierte en escenario para trasladar la crítica social hacia los modelos económicos e imperialistas tan propios de su tiempo pero al igual que Oesterheld, no utiliza únicamente el género como un vehículo para criticar los modelos políticos de su tiempo sino que, al mismo tiempo da a sus personajes una dimensión más humana en su concienciación desde roles propios de un antihéroe preocupado por fines materiales tan ordinarios como el trabajo o el placer hasta un héroe romántico cabecilla de revoluciones.

Barreiro se muestra como un narrador original, divertido e ingenioso que tiene bastante claro que el principal fin de la serie es el entretenimiento por lo que no desdeña introducir elementos de humor en las historias – Slott Barr es un antihéroe que en su estado normal se muestra como bastante memo- así como un atenuado erotismo y coqueteos con el terror y el melodrama. Además, Barreiro tiene el mérito de sorprender con cada episodio en una serie que no hacia más que mejorar número a número desde sus primeros capítulos con una clara vocación pulp hacia historias como “Un planeta llamado Rebelión” (una historia que marca un cambio en el estilo y preocupaciones de la historia) en la que el autor da un giro más original en el tratamiento de la historia introduciendo un narrador interpuesto mediante un cuentista ciego - ¿se inspiraría Rafa Marín en parte en esta historia cuando se planteó la excelente “Lágrimas de Luz”?- para narrar la gesta de la rebelión de un planeta liderada por Slott Barr como una hazaña pasada para retomar el hilo temporal en los siguientes capítulos.

Barreiro forma un gran equipo con Solano López a estas alturas ya un autor completamente maduro y saca buen partido de la facilidad de este para el dibujo de los rostros al tiempo que muestra su habilidad como narrador para introducir al hilo de las historias cuadros de textos en los que Barreiro da rienda suelta a su fantasía explicando pormenorizadamente algunos de los adelantos tecnológicos que aparecen en las historias o notas y párrafos de supuestas obras históricas con lo que se refuerza la ambientación de la historia y que el dibujante es capaz de reflejar a la perfección. Solano López, a diferencia de otras obras como por ejemplo de “El Eternauta”, en la que se constreñía a viñetas más reducidas en las que se limitaba a esbozar los fondos, en “Slott Barr” incluso se permite dibujar alguna “splash page” y jugar más con la composición mostrando su talento para la recreación de distintos mundos y personajes fantásticos.

En definitiva, “Slott Barr” es todo un clásico del cómic de ciencia ficción, un “space opera” convencional y personal al mismo tiempo, que ningún aficionado debería perderse al que el tiempo, gracias al talento de sus autores, ha tratado con benevolencia y se lee con fluidez y agrado. La edición de 001 Ediciones está bastante bien a pesar de la reducción, respetando el original y al tiempo incorporando un buen surtido de artículos. Esperemos que no se demore demasiado la continuación de la obra y podamos disfrutar pronto de la conclusión de la serie..

jueves, 22 de julio de 2010

“Namor: En las profundidades”, de Peter Milligan y Esad Ribic.

Namor es uno de esos personajes secundarios imprescindibles que dota de coherencia el Universo Marvel pero que nunca ha tenido suerte en sus aventuras en solitario. Más viejo que la propia compañía –es un personaje de la antecesora de Marvel, Timely- por Bill Everett, todos los intentos que se han sucedido por darle mayor protagonismo en una colección propia han fracasado pero, aun así, sus aportaciones desde sus inicios como supervillano en “Los 4 Fantásticos” hasta su afiliación a los más importantes supergrupos de la Casa de la Ideas –desde Los Invasores a Los Vengadores ha pertenecido o ha tenido relación con casi todos menos los mutantes, aunque quizás con el que más se le identifique sea el antígrupo de Los Defensores- le han convertido en uno de los personajes referenciales de la editorial a pesar de su carácter marginal porque Namor, no solamente por su bagaje y personalidad es el outsider definitivo.

El penúltimo intento de dotarle de mayor protagonismo lo acaba de publicar Panini en una novela gráfica (en realidad una miniserie de toda la vida en cinco grapas agrupadas en un tomo) donde se ha dado rienda suelta al equipo creativo, Peter Milligan y Esad Ribic, rienda suelta para contar la historia que les diera la gana. Y a fe mía que lo han hecho, porque pasando olímpicamente de la continuidad y la historia del Universo Marvel han montado una historia de terror llena de despropósitos en la que el personaje que le da título tiene una importancia marginal.

Ambientada en los años cincuenta –en la época en la que durante toda la vida nos contaron que Namor era un vagabundo barbudo y amnésico que andaba perdido por las calles de Nueva York- la historia se centra en una expedición de rescate que tiene como fin averiguar que ha pasado con una expedición anterior que buscaba la mítica Atlantis. Capitaneada por un aguerrido y racionalista explorador experto en destruir mitos y leyendas, el capitán pronto tendrá que empezar a enfrentarse tanto a los temores y desconfianzas de los supersticiosos marineros como a los sucesos extraños y terribles a los que se enfrentarán en el oscuro y opresivo océano para, finalmente, tener que tomar una terrible elección entre la verdad y la cordura.

En esta nueva incursión en el género superheroico, Peter Milligan se marca un tebeo de encargo en el que se nota una vez más que su conocimiento del personaje que maneja es más bien escaso (por no decir nulo) trasladando la historia a un registro en el que debe sentirse más cómodo, el del terror, para ambientar la historia en el ambiente claustrofóbico de un submarino en el que sus tripulantes se enfrentan a una amenaza indefinida. Una historia correcta, tópica y plana en la estela de películas como “Abbys” o “Alien” y que falla, por un lado, debido a que la amenaza indefinida no es tal ya que hasta el tato en la historia y, por supuesto, los lectores son conscientes quién la protagoniza; y, por otro, porque el dibujante croata Esad Ribic (cuando uno ve a otros dibujantes pintores es cuando realmente más aprecia lo bueno que es Alex Ross) se muestra incapaz de darle el tono opresivo y asfixiante que una historia ambientada en un submarino en la profundidad del océano requiere y su narrativa es más bien confusa.

En definitiva, que Namor se va a mantener en las profundidades del Universo Marvel hasta que un autor dé con la tecla para que conecte de una manera duradera con los lectores. Y es una lástima, porque es un personaje con enormes posibilidades pero ya se sabe que los superhéroes submarinos (mirad el caso de Aquaman en la competencia) están gafados.

miércoles, 21 de julio de 2010

Trailer de “Verbo”, de Eduardo Chapero-Jackson.

A veces me da la sensación que me pasa como a Alba Garcia, la protagonista de esta película, que estoy tan embebido en mis cosas y mi mundo que no me entero de la misa la media o puede ser también que como prima en los medios de comunicación dedicar todo un día en un canal de televisión a un peli extranjera o un espacio en los Telediarios pues que los aficionados estemos un tanto fuera de juego. Y es que tengo que entrar en una página estadounidense para descubrir que en España, el interesante cortometrajista Eduardo Chapero-Jackson está a punto de estrenar un largo de temática fantástica estas Navidades. Casi se me salta la lagrimita…

Lo que se ve en el trailer no tiene mala pinta aunque tampoco es que sea para tirar cohetes. Habrá que ir a verla a pesar de la presencia de Miguel Ángel Silvestre “El Duque” en el reparto que aunque no es santo de mi devoción asegurará el interés de una buena parte del (usaré este poderoso argumento con mi media naranja a ver si la vamos a ver juntos).

“Capitán América”, de Howard Chaykin.

No voy a hablar de lo poco elegante –aunque supongo que bastante rentable- que me parece la política de publicación de Panini del “Capitán América” en los últimos meses, publicando fuera de la colección regular “Renacimiento” (como hubiera sido lo lógico) para hacerlo en un tomo aparte con el que aprovechar el tirón de la resurrecciónde Steve Rogers dejando la etapa de Brubaker en suspenso durante meses mientras acumulan material para dedicarse a publicar números autoconclusivos de distintos autores; no voy a hablar de lo malo que me pareció el publicado el mes anterior en el número 56 guionizado por los hermanos Knauf (al parecer reconocidos guionistas televisivos) y Mitch Breitweiser. No, hoy voy a comentar el número de este mes que me parece destacable porque supone el regreso por sus fueros de uno de mis autores favoritos, Howard Chaykin y lo excepcional que es hoy en día encontrarse con una historia de superhéroes interesante y original que no necesite de diez crossovers para poder seguirse.

Por si alguien no lo sabe, Howard Chaykin fue uno de los autores más importantes del cómic norteamericano de finales de los setenta y de los ochenta con obras arriesgadas, ácidas y originales en las que añadía a un dibujo con ciertas reminiscencias clásicas una atrevida narración y composición para la época en historias no exentas de crítica. En los últimos años, la estrella de Chaykin se fue apagando poco a poco y sus últimas obras no han sido especialmente destacables pero esta incursión que realiza en el Capitán América es un tebeo interesante por distintos motivos y dejan constancia que el que tuvo retuvo.

El primer detalle a destacar de este tebeo es que un cómic de superhéroes “a la antigua”, una aventuras autoconclusiva con una correcta narrativa y un dibujo ajustado al personal estilo de un autor que nunca ha destacado precisamente por su espectacularidad pero que aun así resulta correcto en una historia de componentes clásicos y retros ambientada en los Estados Unidos de los años cincuenta en la que deja de lado al capi de toda la vida para ofrecernos una original historia sobre el anticapi, el Capitán América de los años cincuenta que mientras SR estuvo en animación sumergida se dedicó a luchar contra los malos comunistas. Chaykin aprovecha las características del personaje para arremeter con toda su acidez e ironía contra uno de los más oscuros períodos de la historia norteamericana enfrentando al Capi con un trasunto del senador McCarthy descubriendo finalmente al senador como un agente comunista y la “Caza de Brujas” una operación para desestabilizar el país desde dentro. El tebeo está lleno de buenos momentos y de la mala baba características del autor como la comparecencia de Furia en la Comisión Anticomunista presidida por el malo o la añoranza de este del “american way of life” cuando regresa a la Unión Soviética pero, si realmente por algo destaca, es por la equilibrada descripción que realiza Chaykin del CA de los años cincuenta alejada de la habitual como un héroe heroico, fanático y comprometido, aun cuando se le noten ya síntomas de inestabilidad menta,l o reencontrarnos con la cuidada, elegante y fácil narrativa de Chaykin que cuando quiere sabe y puede.

En definitiva, este Capitán América de Chaykin es una demostración de que el formato cómic-book clásico no está agotado y todavía es posible contar buenas, entretenidas y originales historias de superhéroes que duren pocas páginas. Sólo hace falta, talento, ganas y que el editor de turno les deje. Lo demás, son modas.

martes, 20 de julio de 2010

“Blacksad: Artic-Nation”, de Guarnido y Díaz Canales.




Siguiendo con la relectura de la serie “Blacksad”, la ópera prima de Juanjo Guarnido y Juan Díaz Canales, llego a la segunda entrega, “Artic-Nation”, publicada por Norma Editorial en 2003, y que en mi opinión es la mejor de las aventuras publicadas hasta el momento de nuestro detective gatuno favorito.

En este segundo álbum, la acción se traslada del bullicioso Nueva York de la primera entrega a un deprimido barrio de los suburbios, en el que, como consecuencia de la crisis económica han arraigado los odios raciales entre los animales de piel blanca y los de piel negra. En un ambiente enrarecido a punto de estallar, Blacksad intenta aclarar la desaparición de una niña por la que, aparentemente, ni su madre parece interesarse. El detective, contratado por la profesora de la pequeña, iniciará una investigación que le llevará a sumergirse en el turbio mundo de The Line, enfrentándose a los poderes fácticos del barrio, liderados por el jefe Karup quién a parecer tiene un especial interés en evitar que se conozca el paradero de la pequeña.

Artic-Nation” supone un golpe sobre la mesa de Díaz Canales. Si en “Un lugar entre las sombras” el único defecto que se le podía poner quizás al álbum era la falta de atrevimiento de una historia que se limitaba a revisitar con oficio lugares comunes y fórmulas arquetípicas del género negro, en esta ocasión sin ser “Artic-Nation” tampoco una historia excesivamente original y bastante deudora de películas como “En el calor de la noche” –aun cuando en este caso la ambientación varíe completamente y se traslade del tórrido sur norteamericano al frío e invernal Nueva York-suburbial- o las clásicas referencias a Spillane, Hammett y Chandler a las que añadiría en esta ocasión la de otro grande del género como Ellroy en el eficaz modo en que desarrolla el hilo de la trama camuflándola en el contexto social de los Estados Unidos de finales de los Cincuenta en la que los conflictos raciales empiezan a surgir (aunque en ningún caso se puede considerar que “Blacksad” llegue a la categoría de hard-boiled del que Ellroy es amo y señor). Díaz Canales desarrolla una trama mucho más compleja que en el anterior álbum y lo realiza con auténtica maestría para ir siempre un paso por delante del lector para que hasta el final no aparezcan claras todas las conductas de unos personajes soberbiamente desarrollados y en la que destacan más allá del protagonista que ya conocíamos del primer álbum un soberbio elenco de secundarios que son los que dotan, como no podía ser de otro modo, de riqueza y variedad a la historia encabezados por Weekly, el ayudante con el que el equipo creativo dota a Blacksad y que está llamado a dar el contrapunto cómico al protagonista, hasta el último de los personajes que aparecen en el álbum, aun cuando de todos ellos yo destacaría el de la vieja urraca que encarna al eterno perdedor, rol tan querido del clásico cine negro norteamericano que son la principal influencia del cómic.

A Díaz Canales la trama le sale redonda y no sólo describe con pericia los conflictos raciales, contextualizando su origen no sólo en el color de la piel sino en circunstancias económicas, sino que enriquece la retorcida trama de venganza presentando perfectamente la motivación de los distintos personajes dotados de complejas y ricas personalidades y potenciándolos a través de cuidados y creíbles diálogos para dotarlos de esa necesaria patina gris que necesita toda historia negra para que realmente funcione.

Si a la mejora de la historia de Díaz Canales le añadimos la pericia ya demostrada por Guarnido en el anterior álbum hace que estemos ante un tebeo redondo. Guarnido hace que la compleja historia ideada por Díaz Canales se desarrolle con pasmosa fluidez a ante el lector, complementando la labor del guionista y llegando allí donde este no llega con soluciones elegantes y poderosas, destacando si cabe el dominio que demuestra para potenciar la ambientación del álbum alejado del entorno urbano del anterior y haciendo que las circunstancias climáticas –el frío y nevado invierno- sirvan como un elemento característico que dé un tono unitario a la historia no sólo estéticamente sino también a la hora de caracterizar a los personajes (un poco y salvando las distancias como los Coen en “Fargo”).

Hay que reconocerle un enorme mérito a Guarnido porque su estilo no es especialmente adecuado para el género negro (o más bien no es lo que habitualmente se entiende por un dibujante de género negro) ya que su dibujo es limpio y preciosista a lo que se le añade además la dificultad añadida de trabajar con animales personificados, pero el dibujante convierte estas desventajas en virtudes y logra magníficos resultados, aprovechando, por ejemplo, las características convencionalmente asociadas a los animales para potenciar los distintos rasgos de personalidad de los personajes en la historia. Guarnido es un maestro a la hora de cargar de significado cada uno de las viñetas y no deja nada al azar dando un por qué hasta el más mínimo detalle, dominando no sólo la narración lineal sino también los simbolismos y metáforas que incorpora (magníficos el detalle del columpio vacío, la muerte en la cabina del avión o los niños jugando al final de la historia, etc) para lograr que la historia mejore página a página y, sin renunciar por otro lado, a homenajes más o menos encubiertos autores tan aparentemente alejados como Frank Miller, Mazzuchelli o John Romita Jr.

En definitiva, “Artic-Nation” es un álbum fantástico y una auténtica lección de cómo contar una historia mediante viñetas que ningún aficionado debería perderse de unos autores que antes de dormirse en los laureles se enfrentan a nuevos desafíos de los que, en esta ocasión, salen plenamente airosos. Uno de los mejores álbumes europeos de la pasada década.


Más Blacksad en El lector impaciente:

Conan, ¿Conan?, ¡Conan!...

Y allí llegó Conan, el cimmerio, el pelo negro, los ojos sombríos, la espada en la mano, un ladrón, un saqueador, un asesino, de gigantescas melancolías y gigantescos pesares, para pisotear con sus sandalias los tronos enjoyados de la Tierra
(Robert E. Howard, “El Fénix y la Espada”).

Bueno, ya hay imágenes del nuevo actor que va a interpretar al personaje de Robert E. Howard en la gran pantalla caracterizado. Se trata de Jason Momoa y tengo que reconocer que el muchachote da la imagen de Conan mejor incluso que el Schwarzenegger en sus buenos tiempos. Este actor se ajusta bastante bien a la descripción dada de Conan por Howard en las novelas y si hay que ponerle algún defecto para mí el único que salta a primera vista es que el pelo negro característico del cimmerio es más bien castaño.

Por otro lado, ¿a cuá de las distintas visiones que del personaje nos han dejado los BWS, Buscema, Corben, Franzetta, Chan, Kane, Nord, etc, créeis que se asemeja más?...

El físico lo da, esperemos que, por Crom, la película esté a la altura.

lunes, 19 de julio de 2010

DMZ, Morgan Spurlock y yo.


Aunque en la portada lo ponga bien grande, no les hagan caso a los de Planeta que el talentoso Morgan Spurlock, el autor de “Super Size Me”, no es quién ha escrito la introducción ni las biografías (aunque estas no aparezcan acreditadas) que aparecen en el interior del "Corazones y Cerebros", el último tomo de la excelente serie “DMZ”, de Brian Wood y Ryan Kelly, sino un humilde servidor.

En fin, sin comerlo ni beberlo -y no es una broma fácil con el tema de la peli de Spurlock- me encuentro envuelto en el último casicazo. Y es que hay algunos que no aprenden….


“Otro romance suburbano”, de Juan José Ryp y Alan Moore.

El completismo es uno de los peores vicios que tenemos los aficionados a los cómics. Es ver el nombre en la portada de uno de nuestros autores favoritos que iremos como zombis dispuestos a pasar por caja con tal de no dejar coja nuestra comicgrafía completa del autor que reverenciamos. Esta conducta irracional y destructiva (sobre todo para nuestros mermados ahorrillos en tiempo de crisis) ha sido estudiada y explotada por todo editor de cómic que se precie; más si cabe, como es el caso de Avatar, si cuenta en su nómina de autores con una firma con el tirón de Alan Moore. Y, de este modo, llegamos a la recopilación de historias que bajo el título de “Otro romance suburbano”, acaba de publicar Glénat y que uno probablemente hubiera dejado en el anaquel de la estantería esperando mejor ocasión si no las firmase el genio de Southamptom y no las dibujase el español Juan José Ryp, un dibujante que a fuerza de constancia y talento se ha convertido en la auténtica estrella de Avatar Cómics más allá del tirón mediático de los guionistas con los que cuenta la editorial.

Dicho esto, “Otro Romance Suburbano” es un tebeo recomendable básicamente para completistas de Alan Moore ya que las historias que lo componen tienen un cariz experimental y de autor en la que prima más la forma que el contenido de la historia, habiendo nacido algunas de las cuales como la que da el título a la obra “Otro romance suburbano” para otros medios como el teatro. ¿Son malas historias entonces? No diría yo eso, sino que son historias poco convencionales que probablemente si no vinieran firmadas por quién las firma no habrían encontrado publicación. Dicho esto y, a pesar de su brevedad, no carecen de interés para el aficionado a la obra de Moore ya que este intenta trasladar ciertos registros propios de la poesía al terreno del cómic y como aquella buscan más crear un estado de ánimo –desasosegante- en el lector y que sea este el encargado de hacer su interpretación más que la narración lineal de una historia convencional con principio, nudo y desenlace. Ahondando en ello, Moore no omite en el ton ode estas historias un toque fatalista y pesimista que se traslada directamente a la temática de dos de ellas, “Judy apagó el televisor” y “Otro romance suburbano”. En la primera, Moore construye una metáfora nihilista y ciberpunk acerca de fin del mundo a través de un bucle atemporal que se agota en el clic del apagado de la televisión mientras que en la otra cambia el chip para embarcarse en una historia con ínfulas de crítica social en la que se convierte en maestro de ceremonias de las penalidades que se viven en un barrio periférico de Glasgow. Para mí, la más interesante de las tres historias es la segunda, titulada “Los viejos gángsters nunca mueren”, una auténtica declaración de amor a la figura del Gangster cinematográfico en una historia en la que lo real y lo irreal, la vida y la muerte, orbitan en torno a la figura de Dillinger.

A pesar del prestigio del guionista si estas tres historias destacan ha sido por la labor del dibujante español Juan José Ryp que sale airoso en la difícil tarea de sacar adelante estas atípicas historias y darles un carácter personal e impactante que multiplican y refuerzan la idea inicial de Moore. Ryp se apropia de las ideas de Moore y las hace suyas ofreciendo algunas de las mejores composiciones de su carrera al abandonar los barroquismos excesivos de los que abusa en algunas obras superheroicas para mostrar un dibujo más simple pero no por ello menos elaborado, detallista ni pobre, que a mí personalmente me ha gustado más y que se ajusta perfectamente a lo demandado por Moore.

En fin, “Otro Romance Suburbano”, editado muy correctamente por Glénat, es un cómic definitivamente para completistas de Moore y que se sumerge en la vertiente más críptica y soterrada de su compleja personalidad, pero también es una buena oportunidad para conocer la labor de Juan José Ryp, un dibujante al que hay que seguir muy de cerca y que en esta obra demuestra capaz de poner luz en recovecos a los que pocos pueden llegar. No es poco, creedme.

Otras obras de Juan José Ryp en El lector impaciente:

"Black Summer".
"No Hero".

domingo, 18 de julio de 2010

Superman en Bollywood.

Que en Bollywood –la boyante industria india de cine de producción propia- son originales, innovadores y creativos hoy día nadie lo duda. Fijaros la magistral y reinterpretación de dos icono de la cultura occidente como son Superman y Spiderman en ese peliculón que debe ser “Daríya Dii”.

Que los JMS, Morrison, Moore, Byrne, Didio, Singer y demás vayan tomando nota. Al segundo país más poblado del planeta lo que le gusta es eso de arriba. Yo voy advirtiendo para que nadie se queje.

viernes, 16 de julio de 2010

“El Diablo”, de Brian Azzarello y Danijel Zezejl.

El Diablo” era un atípico personaje –un bancario que tras caerle un rayo y caer en coma se convierte en el contenedor de un espíritu vengativo que sólo se despierta para perseguir a los malos-de la inagotable galería de héroes del Oeste de la DC que pasó sin pena ni gloria. Tras unos inicios cmpartiendo cabecera con “Jonah Hex” y una serie propia que pasó sin pena ni gloria al olvido al personaje se le dio carpetazo en “Crisis” hasta que Azzarello lo recuperó para el sello Vertigo en esta miniserie de cuatro números que, a pesar de llevar el nombre del personaje en la cabecera este tiene una importancia marginal como elemento secundario de la trama sucia de suplantación de identidades que Azzarello quiere contar.

Moisés Stone es un antiguo cazarrecompensas que lleva una vida tranquila junto a su mujer como sheriff de un tranquilo pueblo en el que esperan terminar sus vidas sin problemas. Sin embargo, cuando en el pueblo irrumpe tras unos vaqueros que habían ido a tomar unas rondas el forajido conocido como El Diablo y deja malparado al duro sheriff Stone, este organizará una partida de caza que le perseguirá hasta las últimas consecuencias, una caza que obligará a Stone a enfrentarse con los fantasmas de su pasado en Halo, el pueblo al que nunca pensó que volvería.

Irregular trabajo de Azzarello en su primer acercamiento al género western –volvería a intentarlo en la serie “Loveless” junto a Marcelo Frusin- a través de una historia de intriga con elementos sobrenaturales de estructura circular en la que los elementos típicos del western quedan difuminados, por no decir que desaparecen. En realidad, Azzarello se limita a encajar una trama negra de suplantación de identidades en medio del Oeste sin que este tenga especial importancia en la trama. Si el tebeo entretiene es gracias a la frescura que Azzarello le confiere a los diálogos y algunos momentos que si bien funcionan por sí mismos de manera independiente conforme avanza la lectura al finalizar la historia el lector es consciente del poco cuidado puesto por el guionista por coser las costuras de una historia con demasiados agujeros.

No ayuda para nada a Azzarello el apartado gráfico donde el croata Danijel Zezejl deja constancia que su estilo sucio y de trazo grueso es poco adecuado para el género Western, aun cuando este sea tan raro como el que idea el guionista. Zezejl está lejos de ser un Eduardo Risso, es un dibujante con marcado carácter expresionista que me recuerda a John Paul Leon pero que ni por asomo logra los resultados estéticos de aquél, con lo que la localización que en este tebeo hubiera requerido un especial cuidado dado el poco cuidado que Azzarello ha puesto en él (aquí se le ven las carencias y todo lo que le ha “tapado” Risso en “100 Balas”) y que me lleva a pensar que la historia hubiera funcionado igual–o no hubiera hecho- en cualquier otro contexto (bélico, terror, negro…).

En definitiva, “El Diablo” es un cómic “made in Azzarello”, una buena idea poco trabajada que no acaba de desarrollarse a fondo por el poco cuidado que el autor pone en los detalles.