Ediciones Sins Entido
publicó hace pocos meses en un cuidado volumen la última obra del artista
canadiense Seth, “La G.N.B. Doble C: La Hermandad de Histortietistas del Gran
Norte”, una obra que viene a completar el díptico que formaría con su anterior
obra “Wimbledon Green” y en la que el autor nos sumerge en su particular
universo de ensueño y cómics.
En este cómic, Seth nos
propone que le acompañemos en su recorrido por el Edificio de la sede de
Milverton Street de la G.N.B. Doble C: La Hermandad de Histortietistas del Gran
Norte, el club que desde 1935 se afilian los historietistas canadienses. El
autor nos propone guiarnos por sus viejos pasillos y disfrutad de las anécdotas
e historias que se guardan entre sus muros de la historia de los principales
miembros de club y sus creaciones junto a la evocación nostálgica de un tiempo
pasado que para los autores de cómics canadienses a base de idealización
siempre fue mejor.
Si algo ha mostrado Seth a
lo largo de su brillante carrera es ser un autor coherente y sin fisuras en la
construcción de una obra evocadora de unos tiempos pasados idealizados hasta el
onanismo e impregnados de melancolía irreal pues el autor ni los conoció ni los
experimentó. En sus dos últimas obras, “Wimblendon Green” y esta “La G.N.B. Doble C: La Hermandad de
Histortietistas del Gran Norte” Seth se ha centrado además en focalizar ese
discurso machaconamente poético y melancólico en el universo del cómic
evocando una realidad irreal y fictica tal y como al autor le hubiera gustado que hubiera sido. Si en “Wimbledon Green” fabulaba con
fina ironía en torno a las obsesiones de los coleccionistas, “La G.N.B. Doble
C: La Hermandad de Historietistas del Gran Norte” viene a completar ese
panorama al construir el paraiso artificial de los autores de cómics a través de la construcción ficticia de una historia del Cómic canadiense
imaginada del que sería garante y cronista. De este modo, Seth nos sumerge en
una hermosa y detallada fantasía en la que conviven autores, premios y creaciones irreales junto a otros autores reales como Doug Wrigh, su amigo
Chester Brown (al que considera nada menos que el mejor dibujante canadiense) y el propio Seth que se convierte en el nexo, en la doble vertiente de autor y personaje,entre la Realidad y la Ficción.
Este planteamiento tan
enfermizamente obsesivo y onanista en principio no debería despertar el interés
de ningún lector medianamente sano si no fuese por el enorme talento narrativo
del autor canadiense que maneja con inusitada habilidad una exigente y
minimalista composición de nueve viñetas por páginas de la que se sirve para
mantenernos atentos a su disertación alternando la narración del recorrido
físico por las diversas salas vacías del edificio antiguo que sirve de sede a
la imaginaria hermandad de historietistas con las elipsis en las que evoca las
historias de los antiguos miembros de la Hermandad y sus creaciones. Pocos autores logran actualmente una comunión
mayor en la complementariedad entre el texto y el dibujo como Seth para
conseguir un todo coherente en el que el autor saca el máximo partido a su
minucioso, caricaturista y naif dibujo, reflejando su gusto obsesivo por el diseño de los objetos y la arquitectura antigua que tan bien describe, su habilidad como retratista para presentar una amplia
galería de personajes o su talento para construir a partir de la mencionada
composición de nueve viñetas hermosos mosaicos en los que representar composiciones
más complejas y detalladas.
En esta obra, Seth construye al Cómic la
Biblioteca de Babel que Borges creó en la Literatura, un lugar físico y cerrado
en el que se encuentran encerrados todos los cómics del mundo reales e
imaginados, más cercano en espíritu y poética al cuento del escritor argentino
que al “Hicksville”, de Dylan Horrocks, el cómic que inconscientemente el mismo
Seth reconoce en el prólogo le influyó a la hora de acometer la obra.
En definitiva, “La G.N.B.
Doble C: La Hermandad de Histortietistas del Gran Norte” es un cómic poético, hermoso y divertido,
en el que forma y fondo van de la mano, minuciosamente ideado por un autor maduro que ha hecho de sus obsesiones e identidad la inspiración para desarrollar una obra reivindicativa, original y coherente como pocas a
la que se entrega en cuerpo y alma. Y que espero sigamos disfrutando durante muchos años.
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