Aleta Ediciones reedita en
una cuidada edición, junto a sus prolongaciones, la miniserie “El Día del
Juicio” con la que en su momento el inefable Rob Liefeld pretendió reconducir
el disparate de hipertrofiados héroes y siliconadas heroínas anoréxicas que
creó para su propia editorial Awesome. Dadas sus limitaciones, dio un golpe de efecto único fichando a golpe de talonario –sí,
como si de un futbolista se tratase- al pope supremo del fandom, el iracundo
Alan Moore, soñando reverdecer así las viejas glorías ochentenas alcanzadas en
“Watchmen” que revitalizaron el mortecino género superheroico en su momento.
Tras la juerga de
celebración de su cumpleaños, el miembro de Youngblood Knightsabre despierta
resacoso en la habitación de otra miembro del grupo Riptide para descubrir que ésta ha sido asesinada y todos los indicios apuntan a que él es el culpable. La
conmoción provocada por el primer asesinato de un superhéroe a manos de otro
conlleva la celebración de un juicio extraordinario del que toda la comunidad
superheroica formará parte y en el que se removerán los orígenes del mismísimo
universo superheroico a través de un repaso de su historia.
Aun alejado desde hacía
tiempo del género superheroico, en su regreso al mismo Moore cumplió
sobradamente - y aparentemente sin esforzarse demasiado - con los objetivos
impuestos por Liefeld en una historia tan apañada como artificiosa en la que a
partir de una socorrida trama procesal revitalizó el defenestrado universo
creado por Liefeld, sentando las bases para construir nuevas historias a partir
de los nuevos personajes y épocas que introdujo en esta miniserie a poco que un ápice de su talento hubiera acompañado
a sus posteriores continuadores. Para darle una mayor cohesión al deslavazado universo
superheroico, Moore introduce un eficaz macguffin en forma de libro divino en
el que se puede escribir y reescribir la historia por sus poseedores y a una
galería de nuevos personajes que no dejaban de ser meros sucedáneos de los superhéroes
Marvel y DC (algo que ya había hecho anteriormente el mismo Liefeld, por cierto), en particular, y los del pulp en general, insertándolos en momentos inspirados en las
canónicas edades del género – Golden Age, Silver Age, Edad Oscura...- con
lo que conectaba artificialmente a los imberbes personajes Awesome con una historia a la que hasta ese momento habían sido ajenos.
Cualquier comparación
facilota entre “El Día del Juicio” y obras como “Watchmen” o “Crisis en Tierra
Infinita” obedece grosso modo al siempre necesario reclamo comercial, pues
“El Día del Juicio” estructural y contextualmente está muy alejada de aquellas. Sin embargo, y a pesar de su condición de obra menor y
alimenticia dentro de la producción del de Northamptom, sí que tiene algunos
elementos que la hacen interesante más allá del mero completismo. Al igual que
en “Watchmen” el elemento desencadenante es la muerte de un superhéroe y guarda
la ilusión de una estructura elíptica y cerrada en la que Moore juega con la
idea de metacómic, menos evidente quizás como consecuencia de la impericia de
Liefeld y el reparto coral de colaboradores que participaron gráficamente en la
obra, y como “Crisis en Tierra Infinita” es una obra redefinitoria y coral de
la que participan multitud de personajes, muchos de los cuáles son el germen de
los que Moore desarrollaría para el Sello ABC (“Promethea”, “Tom Strong”,
“Smax”…).
El aspecto gráfico, cómo es
lamentablemente connatural a cualquier cómic en el que esté involucrado Liefeld,
lastra buena parte del potencial de la historia ideada a pesar de contar con un
elenco importante de colaboradores que no ayudan precisamente a dar una
cohesión gráfica a la historia. Por desgracia, abundan los característicos
personajes de anatomía imposible, los fondos inexistentes y los abisales fallos
de raccord que mucho han debido hacer sufrir a Moore y que no pueden más que
dar de pensar lo mucho que hubiera podido dar de sí esta historia si un David
Gibbons o un George Perez se hubieran hecho cargo de la misma.
De los dos apéndices,
“Prólogo a Youngblood” y “Secuelas”, decir
que apenas aportan gran cosa más allá de explotar algunas de las consecuencias
derivadas de la trilogía principal, siendo lo más destacable que “Secuelas” fue uno de los últimos trabajos del gran Gil Kane y en el acabado final se le rindió
un bonito homenaje incorporándolo como personaje al mismo cómic para hacer de
conductor a las cinco pequeñas aventuras explicadas con lo que Kane desempeñaba el único rol que quizás le quedaba por probar en la industría del cómic.
En fin, “El día del juicio” no pasa de ser un cómic entretenido y eficaz que se lee con agrado para todos aquellos que
sean aficionados al género superheroico pero queda lejos de los trabajos más
logrados de Moore. Y es que por muy bueno que sea el cocinero el pinche también debe ayudar para que el plato esté a la altura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario