martes, 19 de octubre de 2010

“La enfermedad del sueño”, de J.M Beroy.

Coincidiendo casi con la aparición este mes de “Onírica”, el integral que Glénat va a dedicar a recuperar las obras que últimamente he estado releyendo de José María Beroy le toca el turno a “La Enfermedad del Sueño” un compendio de historias aparecidas inicialmente en la revista “Zona 84” y posteriormente reunidas en un álbum publicado por Toutain hace ya más de dos décadas.

Al ser un conjunto de historias variopintas y dispersas de diferente tono y tratamiento localizables en el extenso cajón desastre del fantástico cada lector podría encontrar de manera independiente alguna que le interesase aun cuando inicialmente podría echar a faltar un nexo común más sólido que aglutinase tanto derroche imaginativo. Y precisamente, es en ese punto donde el álbum cobra una nueva dimensión que lo hace enormemente destacable a raíz de la habilidad que muestra el autor para hacer de la necesidad virtud y ensamblar todas las historias en un hilo narrativo que las da una nueva dimensión sin que al lector le chirríe el recurso llegando a pensar, si desconoce la procedencia de las distintas historias, que se encuentra ante una obra enteramente original.

Para lograr ese efecto, Beroy intercala entre las historias originales una nueva sobre la que construye el armazón del álbum - la historia de un autor perdido entre los sueños y la vigilia de la creación a la busca un misterioso libro mientras espera encontrar en una u otra orilla a su amada- presentándose el resto de las historias como ventanas a los sueños del protagonista. Mediante este recurso, el autor ordena, por un lado, el totum revollutum que sería de otro modo el álbum dotándolo de una coherencia interna y justifican, por otro, el “vale todo” que la ausencia de reglas que situar el quebradizo argumento en el sueño supone.

Además, Beroy da un paso más allá para utilizar sabiamente los recursos narrativos del cómic y transmitir al lector la zozobra del durmiente en una narración elíptica en la que sutiles – un jarrón que se rompe, una ventana abierta por el viento, el revoltijo de sábanas del protagonista…- cambios en las viñetas en las que el protagonista duerme nos preparan para la zozobra de sus aventuras oníricas y realzando los detalles -el uso del color como un elemento diferenciador entre la libertad de la fantasía frente al tono más dramático de la realidad en blanco y negro, la vis evocadora del título sugerente, .o el homenaje declarado a la obra de un genio como Edgard Allan Poe- para recrear la atmósfera que da identidad al álbum al tiempo y conseguir aportar al lector que ya conociese las historias por la revista una nueva y original perspectiva.

En definitiva, “La enfermedad del sueño” es una obra madura de un autor que conoce perfectamente el medio en el que trabaja pero no sólo al nivel del que teoriza sobre abstracciones artificiosas sino del sobrado capaz de elevar su oficio y la búsqueda de soluciones pragmáticas en un arte haciendo que lo difícil parezca sencillo de un modo que no está al alcance de cualquiera. Un álbum cuyo conocimiento y análisis debería ser obligatorio para todos los que quieran contar historias en viñetas.
Otras obras de J. M. Beroy en El lector impaciente:
- "666/999".
- "Versus".

4 comentarios:

MhBeyle dijo...

Recuerdo haber comprado este álbum a principios de los noventa. 750 pesetas del ala.

Por aquel entonces el Allan Poe traducido por Cortázar y publicado por Alianza me servía de última lectura antes de dormir. Había leído anteriormente un fabuloso libro de poemas editado en bilingüe por ediciones 29.

Imagínense mi sorpresa cuando leo en la tercera página la primera estrofa de A dream within a dream, uno de los mejores poemas de Poe y que al álbum le venía como anillo al dedo, si no fue la mismísima inspiración del mismo.

Beroy, Ferry, F. de Felipe, Azpiri, Giménez, ... Y todos los que me dejo en el tintero y que publicaban en la magistral Zona 84 son un ejemplo claro de lo que pudo dar de sí el tebeo español si en algún momento se le hubiera dado la continuidad que merecía.

PAblo dijo...

Mh Beyle,

Bienvenido. A pesar de la falta de continuidad los nombres, los hombres y las obras están ahí a la espera que reciban el mérito que les corresponde porque aunque autores como Ferry y Giménez si han podido desarrollar una carrera dentro del medio otros como el mismo Beroy o Fernando de Felipe no han podido gozar de esa continuidad.

Para mí la traducción de Cortázar de la obra de Poe no ha sido superada.

Impacientes Saludos.

Ismael Sobrino dijo...

Toda la obra de este dibujante es como de Poe, se ajusta a lo que escribía el poeta romántico de la podredumbre:

"Los personajes de _____, o mejor dicho, el personaje de _____, el hombre de facultades superagudas, el hombre de nervios relajados, el hombre cuya ardiente y paciente voluntad lanza un desafío a las dificultades -ese cuya mirada se tiende con la rigidez de una espada sobre los objetos que engrandecen a medida que él los contempla-, es el propio _____. Y sus mujeres, luminosas y enfermas, muriendo de extraños males, que hablan con una voz que se asemeja a una música, también son él; o al menos, por sus extrañas aspiraciones, por sus conocimientos y su incurable melancolía, participan en grado sumo de la naturaleza de su creador."

De este tebeo es imposible creer que sea hecho de a trozos cuando se lee. Aunque si se estableciese un paralelismo con cierta obra de Nerval se encontraría algo hermoso; hay ahí, entre Aurelia y La enfermedad del sueño, una misma renuncia a tener un fin. A vivir a espaldas del mundo sin abandonar la dinámica de la naturaleza que lo convierte en el tebeo más romántico que yo haya leído (quizás solo comparable a uno de Alcatena en el que aparece Coleridge,) manteniendo todo lo posible y lo imposible. ¡Una obra romántica española!, con Ramon Llull e Ibn Arabi, la obra de Beroy es lo único que podemos sacar a pasear por el universo romántico.
Para hablar de Poe aquí tendríamos que fijarnos en la caída, el doble, los vacíos y los pasajes, recordar a Bacherlard tirando de Simmel. Ver el trayecto interestructural en el que se expande el juego social hacia los ensueños grotecos y pestilentes, los vectores de dirección con sus golens midiendo cantidades de rapidez y variables temporales sobre frágiles mapas de estabilidad-coexistencia; los chirridos de existencia, el bajo continuo de la subjetivización amorosa en el que se funda la separación y la unión entre realidad y sueño. Potencias malignas de la vida onírica, los ritmos sectarios de la vida material y su malestar interno. El sueño contra los estados de peste, el control y la desactivación del individuo/soñador.
Es increíble que se publiquen todos unidos. Por fin se va a poder apreciar de verdad la medida por la que se relacionan unas con otras y esto, quizás soy demasiado optimista, puede hacer que alguna chavala estudiosa se lo compre sin querer y, luego, dentro de treinta o veinte años, nos regale un ensayo sobre historietas que no se adoquine con secuencialidades y bellezas, sino que nos hable de temas, de constelaciones imaginarias, de plasticidad e imaginación. Será extraodrinario si sucede.

[En resumen, lee Aurelia. Que yo acabo de leerlos juntos otra vez y me han chiflado.]

PAblo dijo...

Ismael,

Sin palabras me vuelves a dejar con este hermoso y culto comentario ante el que me quitaría el sombrero si llevara.

No esperes a que la chica se compre el "Onírica" por casualidad y regalaselo tú que hay que ir haciendo cantera. ;-D

Impacientes Saludos.