La Literatura está llena de localidades imaginados por su autor que trascienden las limitaciones de la obra en que aparecieron y adquieren una entidad universal hasta ser confundidos por muchos casi con sitios con una localización geográfica real. Desde Baratalia hasta Utopía, pasando por Macondo, Región, Yoknapatawpha, Shangri-La, o Walden Dos, la Literatura es fecunda en crear estos rincones imaginarios, pero el Cómic no se ha quedado atrás y ahí están rincones tan sugerentes a los que retirarse en vacaciones como Coconino, Attilan o Palomar, lugares que merece la pena descubrir y a los que se une el que da título a la historia de Dylan Horrocks editada hace ya unos años por De Ponent y recientemente reeditada por Astiberri en una cuidada edición que incluye una nueva introducción del autor, "Hicksville".
Indagando acerca de los oscuros orígenes de Dick Burger, la mayor estrella mundial de la industria del cómic de los últimos años para escribir su biografía, Leonard Batts, crítico de cómics, llega hasta su lugar de nacimiento Hicksville, un pueblecito aislado en la inmensidad de Nueva Zelanda aparentemente tan tranquilo y aburrido como cualquier otro pueblecito aislado de la inmensidad de Nueva Zelanda. Sin embargo, nuestro protagonista pronto descubrirá que Hicksville tiene sorprendentes peculiaridades, como que en ese pequeño lugar todo el mundo ama, lee y es aficionado a los tebeos hasta límites insospechados y que, además, los extravagantes lugareños no parecen sentir ninguna simpatía hacia Burger. Poco a poco, conforme va conociendo más profundamente a los peculiares habitantes de Hicksville y sus historias, Batts irá conociendo los motivos de la animadversión del pueblo hacia su hijo más famoso y los sorprendentes secretos que en él se encierran.Para mí, “Hicksville” es ante todo una toma de posicionamientos. La del neozelandés Dylan Horrocks frente a la industria del cómic en la que se antepone el mero beneficio económico a la libertad creativa y una metáfora de los peligros que corre cualquier autor de traicionarse a sí mismo en pos del éxito a cualquier precio hasta el punto de perder la conexión con la realidad y la propia identidad. Horrocks tiene un mensaje moralizante que mostrar y lo hace con pasión, determinación y sensibilidad reinventando parte de la historia del medio a partir de experiencias que no se le escaparán al iniciado y reivindicando el sencillo placer esencial del mero disfrute del proceso creativo en el hecho de compartirlo con los demás. Horrocks centra todas las bondades de su mensaje en un pueblo perdido de una encrucijada imaginada Hicksville, una localidad con ecos borgianos, en la que todos sus habitantes –menos uno- son buenas personas, disfrutan de los tebeos y son guardianes de la quintaesencia de la creatividad obviando los cantos de sirena y las obligaciones del mundo material, convirtiéndose así para el lector aficionado a los cómics en una especie de paraíso terrenal al que le gustaría irse de vacaciones.
"Hicksville” es un gran tebeo y una reivindicación del medio como pocas se han realizado en los últimos años, pero también es una pequeña gran historia sobre las cosas que dan sentido a la vida y creo que realmente es ahí donde radica su verdadero valor atemporal. Yo no me la perdería porque es uno de los mejores tebeos del nuevo siglo. Hacedme caso.
2 comentarios:
Reconozco que aunque desde luego que soy aficionado a los tebeos, no me suelen agradar demasiado los tebeos hablando de tebeos y de cómo debería ser este mundillo y tal. (Otra cosa es una obra de información y de conocimiento sobre el medio, como pudo hacer Scott McCloud).
De todas formas, si como dices tiene personajes que parecen reales, profundos, ya me atrae más, en principio.
Saludos.
David,
Echale un vistazo y nos cuentas.
El planteamiento de Horrocks es bastante original y tiene cosas muy interesantes. Eso sí, te aviso que algunas tramas aun cuando los principales personajes están bien desarrollados quedan un poco confusas adrede (como la de la historia de amor).
En mi opinión, merece la pena.
Impacientes Saludos.
Publicar un comentario