viernes, 30 de julio de 2010

“Hicksville”, de Dylan Horrocks.




La Literatura está llena de localidades imaginados por su autor que trascienden las limitaciones de la obra en que aparecieron y adquieren una entidad universal hasta ser confundidos por muchos casi con sitios con una localización geográfica real. Desde Baratalia hasta Utopía, pasando por Macondo, Región, Yoknapatawpha, Shangri-La, o Walden Dos, la Literatura es fecunda en crear estos rincones imaginarios, pero el Cómic no se ha quedado atrás y ahí están rincones tan sugerentes a los que retirarse en vacaciones como Coconino, Attilan o Palomar, lugares que merece la pena descubrir y a los que se une el que da título a la historia de Dylan Horrocks editada hace ya unos años por De Ponent y recientemente reeditada por Astiberri en una cuidada edición que incluye una nueva introducción del autor, "Hicksville".

Indagando acerca de los oscuros orígenes de Dick Burger, la mayor estrella mundial de la industria del cómic de los últimos años para escribir su biografía, Leonard Batts, crítico de cómics, llega hasta su lugar de nacimiento Hicksville, un pueblecito aislado en la inmensidad de Nueva Zelanda aparentemente tan tranquilo y aburrido como cualquier otro pueblecito aislado de la inmensidad de Nueva Zelanda. Sin embargo, nuestro protagonista pronto descubrirá que Hicksville tiene sorprendentes peculiaridades, como que en ese pequeño lugar todo el mundo ama, lee y es aficionado a los tebeos hasta límites insospechados y que, además, los extravagantes lugareños no parecen sentir ninguna simpatía hacia Burger. Poco a poco, conforme va conociendo más profundamente a los peculiares habitantes de Hicksville y sus historias, Batts irá conociendo los motivos de la animadversión del pueblo hacia su hijo más famoso y los sorprendentes secretos que en él se encierran.Para mí, “Hicksville” es ante todo una toma de posicionamientos. La del neozelandés Dylan Horrocks frente a la industria del cómic en la que se antepone el mero beneficio económico a la libertad creativa y una metáfora de los peligros que corre cualquier autor de traicionarse a sí mismo en pos del éxito a cualquier precio hasta el punto de perder la conexión con la realidad y la propia identidad. Horrocks tiene un mensaje moralizante que mostrar y lo hace con pasión, determinación y sensibilidad reinventando parte de la historia del medio a partir de experiencias que no se le escaparán al iniciado y reivindicando el sencillo placer esencial del mero disfrute del proceso creativo en el hecho de compartirlo con los demás. Horrocks centra todas las bondades de su mensaje en un pueblo perdido de una encrucijada imaginada Hicksville, una localidad con ecos borgianos, en la que todos sus habitantes –menos uno- son buenas personas, disfrutan de los tebeos y son guardianes de la quintaesencia de la creatividad obviando los cantos de sirena y las obligaciones del mundo material, convirtiéndose así para el lector aficionado a los cómics en una especie de paraíso terrenal al que le gustaría irse de vacaciones.


"Hicksville" es un gran tebeo en el que el autor demuestra su amor y conocimiento de parte de la historia del mismo a través de una narración fluida y organizada a lo largo de diez capítulos en la que experimenta con notable habilidad con la narración incorporando distintas historias dentro del hilo de la trama principal de un modo único y consustancial al medio a través de los distintos tebeos que aparecen dentro del propio tebeo en un planteamiento de “tebeos dentro del tebeo”que ya utilizase el propio Moore en “Watchmen”. Más allá de que Horrocks reinvente desde planteamientos maniqueos atemperados con ironía y humor la historia del medio para otorgar a su tebeo un carácter fabulador heredado directamente del Realismo Mágico exento de zonas grises en el que los buenos son muy buenos y los malos malísimos con el único fin de provocar la fascinación en el lector, más acusadamente conforme mejor conozca las referencias históricas manejadas por el autor. Horrocks introduce subtramas secundarias a través de los distintos personajes que resultan más adultas e interesantes que la misma trama principal, historias de amor y desamor, de inseguridades y miedos, que son la razón de ser real de la existencia y que creo que con buen criterio simplemente Horrocks sólo se limita a plantear como un medio de ambientar la historia dejando su conclusión en suspenso.Horrocks tiene múltiples influencias pero más allá de la ya mencionada a Borgés es patente también la influencia de los Jaime y Beto Hernández aun cuando Horrocks, que no es un dibujante brillante, pero sí un magnífico narrador conocedor de los distintos ritmos de los géneros de la historieta desarrollando una historia-compendio poderosa en evocaciones y comprensible y accesible aun para aquellos que no sean expertos en la historia del cómics.


"Hicksville” es un gran tebeo y una reivindicación del medio como pocas se han realizado en los últimos años, pero también es una pequeña gran historia sobre las cosas que dan sentido a la vida y creo que realmente es ahí donde radica su verdadero valor atemporal. Yo no me la perdería porque es uno de los mejores tebeos del nuevo siglo. Hacedme caso.

2 comentarios:

David. dijo...

Reconozco que aunque desde luego que soy aficionado a los tebeos, no me suelen agradar demasiado los tebeos hablando de tebeos y de cómo debería ser este mundillo y tal. (Otra cosa es una obra de información y de conocimiento sobre el medio, como pudo hacer Scott McCloud).

De todas formas, si como dices tiene personajes que parecen reales, profundos, ya me atrae más, en principio.

Saludos.

PAblo dijo...

David,

Echale un vistazo y nos cuentas.

El planteamiento de Horrocks es bastante original y tiene cosas muy interesantes. Eso sí, te aviso que algunas tramas aun cuando los principales personajes están bien desarrollados quedan un poco confusas adrede (como la de la historia de amor).

En mi opinión, merece la pena.

Impacientes Saludos.