Ante todo, un aviso, si en la nueva entrega de “La Liga de los Extraordinarios Caballeros” publicada por Planeta sólo buscas una recreación del típico tebeo de superhéroes protagonizada por personajes fácilmente identificables de la literatura popular de finales del XIX y XX es mejor que no leas este tebeo.
Planeta acaba de publicar la tercera entrega –tercera en España que cronológicamente es la cuarta pero mucho me temo que “Black Dossiers” no la veremos pronto por estas tierras debido a un problema de derechos- de los Caballeros Extraordinarios de Moore y O’Neill de la que alguno ha lanzado pestes, pero que yo he disfrutado como un enano.
En el año 1910, una disminuida versión de Liga de los Caballeros Extraordinarios sigue existiendo al servicio del Imperio Británico comandados por la inmortal vampiresa Mina Murray, secundada por un rejuvenecido Allan Quatermain y el hermafrodita inmortal Orlando. Cuando uno de los nuevos miembros de la Liga, el médium y detective de lo sobrenatural Thomas Patacki, percibe una potencial conspiración liderada por el ocultista Olivier Haddo, supuestamente fallecido, que puede provocar el fin del mundo, el grupo iniciará una investigación en la que entrará en contacto con los círculos esotéricos de Londres que mostrará sus disensiones internas. Mientras tanto, la hija del Capitán Nemo ha rechazado su herencia y ha huido a Londres donde prefiere limpiar una infecta taberna de Whitechapel para regocijo de las lúbricas miradas de los clientes. Y, a todo esto, Jack El Destripador ha regresado a Londres…
Excelentes y exquisitos mimbres, como siempre, los que el mago Moore para tejer la nueva entrega de este divertimento en el que homenajea, con la complicidad del gran Kevin O’Neill, los pastiches decimonónicos sin obviar los guiños a amigos y vecinos.
En “Century: 1910”, Moore coquetea abiertamente con la estructura operística clásica de tres actos independientes entre sí pero que en conjunto cuentan con elementos que aportan coherencia al conjunto, correspondiendo esta historia con el primero (el segundo, parece que está a punto de salir en EEUU y Reino Unido, mientras que el tercero está programado para el 2011 y supondrá –en teoría- el cierre de la serie) pretendiendo a través de esta estructura escabullirse de la dichosa continuidad propia del cómic de superhéroes –cosa que tampoco logra- al tiempo que narrar la historia que supone el declive de la Liga de los Caballeros Extraordinarios en una historia más amiciosa que se desarrolla en distintos momentos del siglo pasado y del presente.
En el tebeo que nos ocupa, “Century: 1910”, Moore se siente con más libertad para hacer lo que le da la gana y escapar de las convenciones autoimpuestas que ligaban el desarrollo del cómic con una estructura prototípica al cómic de superhéroes en el que el grupo se une para hacer frente a una amenaza que es capaz de vencer para ofrecer, esta vez, una historia que se asienta en la falibilidad de unos personajes que no dejan de tomar decisiones equivocadas que desembocan en las derrotas del grupo. Tanto por este motivo, como por lo más alejado del conocimiento popular de las referencias que maneja Moore en esta historia, “Century: 1910” puede provocar rechazo al lector que sólo busque un tebeo más con el que pasar el tiempo y no esté dispuesto a entrar en el complejo juego de referencias que maneja el inglés y que, en realidad, es lo más atractivo de su propuesta junto a la voluntad de no constreñirse a la estructura predecible en que podría haber caído la serie tras el segundo volumen y ofrecer nuevas ideas originales que no sabremos realmente si funcionan hasta que podamos analizarla en su conjunto.
En el aspecto gráfico, Kevin O’Neill realiza un trabajo espectacular desarrollando toda la imaginería dispuesta por Moore y dando un mayor protagonismo al color en la historia a la hora de recrear ambientes y situaciones. No soy imparcial porque O’Neill es una de mis debilidades desde que lo descubrí en “Marshall Law” pero, en mi opinión, estamos ante la entrega mejor dibujada de toda la serie y, teniendo en cuenta el nivel habitual de O’Neill creo que ya es decir mucho.
En definitiva, Moore no está dispuesto a caer en el sumidero repetitivo del tebeo de superhéroes y da a “La Liga de los Caballeros Extraordinarios” una nueva dimensión en una historia abierta que invita al lector a ir más allá de lo narrado en la propia historia para, a partir del final abierto, sea cada cuál el que busque nuevas posibilidades a la historia.
Y es que, en mi opinión, “La Liga de los Extraordinarios Caballeros” no es más que una ejercicio de amor por parte de Moore y O’Neill de las obras que han mamado y un medio para evitar su olvido, invitando a los lectores que investiguen en su laberinto de referencias para crear una nueva generación de convertidos que mantengan su vigencia. Que cuenten conmigo.
Si queréis indagar en las múltiples referencias que Moore maneja en este tebeo en esta página en ingles son ampliamente desgranadas.
Planeta acaba de publicar la tercera entrega –tercera en España que cronológicamente es la cuarta pero mucho me temo que “Black Dossiers” no la veremos pronto por estas tierras debido a un problema de derechos- de los Caballeros Extraordinarios de Moore y O’Neill de la que alguno ha lanzado pestes, pero que yo he disfrutado como un enano.
En el año 1910, una disminuida versión de Liga de los Caballeros Extraordinarios sigue existiendo al servicio del Imperio Británico comandados por la inmortal vampiresa Mina Murray, secundada por un rejuvenecido Allan Quatermain y el hermafrodita inmortal Orlando. Cuando uno de los nuevos miembros de la Liga, el médium y detective de lo sobrenatural Thomas Patacki, percibe una potencial conspiración liderada por el ocultista Olivier Haddo, supuestamente fallecido, que puede provocar el fin del mundo, el grupo iniciará una investigación en la que entrará en contacto con los círculos esotéricos de Londres que mostrará sus disensiones internas. Mientras tanto, la hija del Capitán Nemo ha rechazado su herencia y ha huido a Londres donde prefiere limpiar una infecta taberna de Whitechapel para regocijo de las lúbricas miradas de los clientes. Y, a todo esto, Jack El Destripador ha regresado a Londres…
Excelentes y exquisitos mimbres, como siempre, los que el mago Moore para tejer la nueva entrega de este divertimento en el que homenajea, con la complicidad del gran Kevin O’Neill, los pastiches decimonónicos sin obviar los guiños a amigos y vecinos.
En “Century: 1910”, Moore coquetea abiertamente con la estructura operística clásica de tres actos independientes entre sí pero que en conjunto cuentan con elementos que aportan coherencia al conjunto, correspondiendo esta historia con el primero (el segundo, parece que está a punto de salir en EEUU y Reino Unido, mientras que el tercero está programado para el 2011 y supondrá –en teoría- el cierre de la serie) pretendiendo a través de esta estructura escabullirse de la dichosa continuidad propia del cómic de superhéroes –cosa que tampoco logra- al tiempo que narrar la historia que supone el declive de la Liga de los Caballeros Extraordinarios en una historia más amiciosa que se desarrolla en distintos momentos del siglo pasado y del presente.
En el tebeo que nos ocupa, “Century: 1910”, Moore se siente con más libertad para hacer lo que le da la gana y escapar de las convenciones autoimpuestas que ligaban el desarrollo del cómic con una estructura prototípica al cómic de superhéroes en el que el grupo se une para hacer frente a una amenaza que es capaz de vencer para ofrecer, esta vez, una historia que se asienta en la falibilidad de unos personajes que no dejan de tomar decisiones equivocadas que desembocan en las derrotas del grupo. Tanto por este motivo, como por lo más alejado del conocimiento popular de las referencias que maneja Moore en esta historia, “Century: 1910” puede provocar rechazo al lector que sólo busque un tebeo más con el que pasar el tiempo y no esté dispuesto a entrar en el complejo juego de referencias que maneja el inglés y que, en realidad, es lo más atractivo de su propuesta junto a la voluntad de no constreñirse a la estructura predecible en que podría haber caído la serie tras el segundo volumen y ofrecer nuevas ideas originales que no sabremos realmente si funcionan hasta que podamos analizarla en su conjunto.
En el aspecto gráfico, Kevin O’Neill realiza un trabajo espectacular desarrollando toda la imaginería dispuesta por Moore y dando un mayor protagonismo al color en la historia a la hora de recrear ambientes y situaciones. No soy imparcial porque O’Neill es una de mis debilidades desde que lo descubrí en “Marshall Law” pero, en mi opinión, estamos ante la entrega mejor dibujada de toda la serie y, teniendo en cuenta el nivel habitual de O’Neill creo que ya es decir mucho.
En definitiva, Moore no está dispuesto a caer en el sumidero repetitivo del tebeo de superhéroes y da a “La Liga de los Caballeros Extraordinarios” una nueva dimensión en una historia abierta que invita al lector a ir más allá de lo narrado en la propia historia para, a partir del final abierto, sea cada cuál el que busque nuevas posibilidades a la historia.
Y es que, en mi opinión, “La Liga de los Extraordinarios Caballeros” no es más que una ejercicio de amor por parte de Moore y O’Neill de las obras que han mamado y un medio para evitar su olvido, invitando a los lectores que investiguen en su laberinto de referencias para crear una nueva generación de convertidos que mantengan su vigencia. Que cuenten conmigo.
Si queréis indagar en las múltiples referencias que Moore maneja en este tebeo en esta página en ingles son ampliamente desgranadas.
5 comentarios:
Me gustaron sus dos primeras obras. Se me escapó en el Saló del Cómic pero espero agenciarmela en breve...
maravilloso! ya quiero tenerlo entre manos, y con ese precio no hay excusa, Moore no da tregua. El black Dossier ya me lo encargo en inglés aunque me demorare un año a punta diccionario.
saludos!
daniZAR, bienvenido,
Ya nos contarás.
Pablo,
Me alegro reencontrarte tras el paréntesis. Me temo que más pronto que tarde yo haré lo mismo respecto al "Black Dossier". Parece que está bastante cruda la edición en español (aunque decían lo mismo de Lost Girls y al final mira...).
Impacientes Saludos.
El Black Dossier es casi un libro, porno mayormente, la verdad. La parte final en 3D..., en fin yo pensaba releerlo con calma un dia de estos pero me da pereza
Robur,
Yo le tengo ganas al Black Dossier.
Impacientes Saludos.
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