Con la publicación de este tomo por parte de Planeta, que recopila los números 55 a 60 de la edición americana, llegamos a la conclusión de “Y, el último hombre”, la serie que nos descubrió a muchos el talento e inteligencia de Brian K. Vaughan, uno de los pocos guionistas capaz de aunar comercialidad y calidad al mismo tiempo, en una de las series más originales que nos ha ofrecido el sello Vertigo en los últimos años.
En este último tomo, por fin asistimos a la culminación de la búsqueda de Yorick Brown y su guardaespaldas, la agente 355, del amor, idealizadoo en su amada Beth, a través de un mundo que trata de recuperarse de la desaparición de todos los especimenes masculinos dotados con el cromosoma Y (menos Yorick y su mono Appersand). En la última etapa de viaje que lleva a la pareja desde un trayecto en el transiberiano hasta una estancia en las catacumbas parisinas, Yorick descubrirá que quizás el amor surge donde menos se espera y, por fin, tras sesenta números, madurará tras el reencuentro con Beth. Sin embargo, la loca de Alter, tratará una vez más de acabar con el último hombre sobre la Tierra. ¿Lo logrará? Lean el cómic.
Vaughan demuestra de nuevos sus hechuras de gran guionista regalándonos un final sorpresivo que quizás haya sido lo mejor de la serie. Un final duro, amargo y desencantado, bastante alejado de los clásicos “happy end” con los que suelen acabar las mayorías de las colecciones y que deja bien cerrado cualquier posible intento de reactivación, demostrando el guionista escasa misericordia con su protagonista y la mayor parte del elenco de secundarias. Vaughan, que ha utilizado la estructura de road movie posapocalipitica de la serie, para reflexionar a través de sus personajes sobre la sociedad y la condición humana, con el mérito añadido de rozar en múltiples ocasiones la pedantería sin llegar a caer en ella, logra un cómic redondo, que puede agradar a cualquier tipo de público, aunque sea especialmente recomendable para un lector adulto e intelectualoide que sepa apreciar en su justa medida las múltiples referencias que pueblan sus páginas y se pare a reflexionar sobre el aluvión de ideas que propone el autor.
Para mí, el único pero que se le puede poner a esta serie es el apartado gráfico donde la labor de la discreta Pia Guerra no pasa de correcta. Buena narradora, aunque bastante limitada, su estilo me parece demasiado frío y sus personajes en exceso hieráticos e inexpresivos, un defecto que ha lastrado precisamente uno de los puntos fuertes del trabajo de Vaughan, que es el desarrollo y evolución dramática de los personajes, aunque, todo hay que decirlo, en estos últimos números es en los que menos me ha exasperado.
La edición de Planeta en TPB ha sido bastante correcta aunque en mi opinión el diseño de las portadas ha sido muy pobre y ha desaprovechado las excelentes portadas de J.G. Jones, Máximo Carnevale y Aaron Weisenfeld que han ilustrado toda la serie. En este volumen, al menos, se reproducen las mismas en el interior, de las que les dejo unas muestras. De la segunda edición de la serie en prestigios que reunían dos episodios norteamericanos nada más se supo, dejando colgados a los lectores que optaron por esta edición.
En fin, creo que “Y, el último hombre” ha sido una de las series más interesantes que ha dado el cómic norteamericano en los últimos años, aunando calidad, reflexión y aventura en un cocktail que Vaughan ha sabido mantener durante sesenta números sin llegar a aburrir en ningún momento y, aunque personalmente, me gusta menos que su otro gran trabajo, “Ex Machina”, está bastante por encima de la media. No se la pierdan.
En este último tomo, por fin asistimos a la culminación de la búsqueda de Yorick Brown y su guardaespaldas, la agente 355, del amor, idealizadoo en su amada Beth, a través de un mundo que trata de recuperarse de la desaparición de todos los especimenes masculinos dotados con el cromosoma Y (menos Yorick y su mono Appersand). En la última etapa de viaje que lleva a la pareja desde un trayecto en el transiberiano hasta una estancia en las catacumbas parisinas, Yorick descubrirá que quizás el amor surge donde menos se espera y, por fin, tras sesenta números, madurará tras el reencuentro con Beth. Sin embargo, la loca de Alter, tratará una vez más de acabar con el último hombre sobre la Tierra. ¿Lo logrará? Lean el cómic.
Vaughan demuestra de nuevos sus hechuras de gran guionista regalándonos un final sorpresivo que quizás haya sido lo mejor de la serie. Un final duro, amargo y desencantado, bastante alejado de los clásicos “happy end” con los que suelen acabar las mayorías de las colecciones y que deja bien cerrado cualquier posible intento de reactivación, demostrando el guionista escasa misericordia con su protagonista y la mayor parte del elenco de secundarias. Vaughan, que ha utilizado la estructura de road movie posapocalipitica de la serie, para reflexionar a través de sus personajes sobre la sociedad y la condición humana, con el mérito añadido de rozar en múltiples ocasiones la pedantería sin llegar a caer en ella, logra un cómic redondo, que puede agradar a cualquier tipo de público, aunque sea especialmente recomendable para un lector adulto e intelectualoide que sepa apreciar en su justa medida las múltiples referencias que pueblan sus páginas y se pare a reflexionar sobre el aluvión de ideas que propone el autor.
Para mí, el único pero que se le puede poner a esta serie es el apartado gráfico donde la labor de la discreta Pia Guerra no pasa de correcta. Buena narradora, aunque bastante limitada, su estilo me parece demasiado frío y sus personajes en exceso hieráticos e inexpresivos, un defecto que ha lastrado precisamente uno de los puntos fuertes del trabajo de Vaughan, que es el desarrollo y evolución dramática de los personajes, aunque, todo hay que decirlo, en estos últimos números es en los que menos me ha exasperado.
La edición de Planeta en TPB ha sido bastante correcta aunque en mi opinión el diseño de las portadas ha sido muy pobre y ha desaprovechado las excelentes portadas de J.G. Jones, Máximo Carnevale y Aaron Weisenfeld que han ilustrado toda la serie. En este volumen, al menos, se reproducen las mismas en el interior, de las que les dejo unas muestras. De la segunda edición de la serie en prestigios que reunían dos episodios norteamericanos nada más se supo, dejando colgados a los lectores que optaron por esta edición.
En fin, creo que “Y, el último hombre” ha sido una de las series más interesantes que ha dado el cómic norteamericano en los últimos años, aunando calidad, reflexión y aventura en un cocktail que Vaughan ha sabido mantener durante sesenta números sin llegar a aburrir en ningún momento y, aunque personalmente, me gusta menos que su otro gran trabajo, “Ex Machina”, está bastante por encima de la media. No se la pierdan.
Más sobre "Y, el último hombre" en El lector impaciente:
Otras obras de Brian K. Vaughan en El lector impaciente:
"Ex Machina".
4 comentarios:
Cayó en mi última compra pero aún no lo he leído. A ver qué tal está el final. Hasta ahora la serie me ha gustado en términos generales, aunque en ciertos momentos me ha parecido demasiado efectista y tramposa. Curiosamente la labor de Guerra como dibujante no me ha desagradado. Sí, un poco estáticos sus dibujados, algo acartonados, pero quizá para mantener un tonillo pulp, ¿no?
Con la serie me pasa una cosa curiosa, tengo un amigo al que se la he estado dejando (a tomo por día o más) y creo que al final la ha disfrutado más él que yo, que de las lecturas de mes a mes se me olvidaban muchas cosas y tenía que refrescar. A pesar de que en general me gusta que la periodicidad de los cómics, como algo propio del medio y como algo para saborear más cada tebeo en vez de consumirlo con avidez, quizá a algunas series no les venga tan bien el formato de periodicidad mensual. O eso o que si me hubiera gustado más no olvidaría tanto de un mes para el otro...
David,
Tramposa, te lo concedo pero a mí no me parece efectista. Lo que sí creo es que a partir de un determinado momento a Vaughan le deja de interesar contar el origen de la desaparición de los hombres y prefiere indagar en los personajes, sus relaciones y reflexionar sobre cómo se adapta la sociedad a esa desaparición.
Lo de Guerra es una cuestión subjetiva. A mí no me gusta nada su dibujo. Lo veo frío, impersonal e inexpresivo. Me pasa lo mismo que con Steve Dillon, con quién creo que tiene ciertas similitudes. Eso no quita que haya gente que le encante.
Sobre lo que comentas de la periodicidad tienes toda la razón. Es la gran pega que tienen los TPB, que se pierde parte de los efectos buscados por los autores aprovechando la periodicidad. En una lectura seguida de toda la serie creo que ganará porque Vaughan acaba dejándolo todo bastante bien atado.
Hola Pablo,
Me ha gustado mucho tu artículo. A mí si que me estaba aburriendo la trama final de la serie, menos mal que todo queda superado con su fantástico nº final.
Estoy contigo sobre el dibujo, sobre todo en los primero números el estilo era demasiado simple y frío.
Sobre el final... bueno, es dramático pero con una pincelada de esperanza que te hace sonreir.
Un saludo.
Para mí el dibujo es malo malo y el color horrendo. Vaughan, la historia y el final si merece la pena.
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