Norma Editorial acaba de publicar el último album de Enrique Breccia (“El Sueñero”, “Alvar Mayor”) y Xavier Dorison ("W.E.S.T."), primero de una serie ambientada en la Francia de la I Guerra Mundial.
Este primer álbum sirve de presentación a la nueva ucronía de Dorison en la que el autor nos sitúa en una Francia alternativa donde Taillefer, un coronel del ejército, desarrolla desde hace años el programa de Centinelas, consistente en la creación de soldados mejorados usando como cobayas a legionarios y mutilados. Sin embargo, la falta de una fuente de alimentación suficientemente potente para dotar de energía a los Cortahierros, una especie de “ciborgs” decimonónicos indestructibles, hace que el proyecto sea aparcado por el alto mando tras la campaña de Marruecos. Pasados los años, los avances que realiza un joven inventor, el antibelicista Feraud, en el desarrollo de una pila de radio y el inicio de la I Guerra Mundial provocan que el coronel ponga en marcha de nuevo su proyecto de Centinelas y, aprovechando las graves heridas que Feraud sufre tras su primer combate, le convierta en el primer prototipo del nuevo Cortahierro, quizás la última esperanza del ejército francés para detener el avance alemán hacia París.
De este primer álbum, lo más destacable es la presentación de la entretenida trama que nos propone Dorison y las expectativas que deja abiertas respecto a la continuidad de la historia. Dorison demuestra su habilidad para hilvanar su fantástica historia en los acontecimientos reales que provocaron “La Gran Guerra” y los personajes que construye resultan atractivos aunque muchos de ellos se muevan dentro de los canones arquetípicos que tenemos prestablecidos sobre esta época. Sin embargo, el punto fuerte del álbum es el apartado gráfico en el que Enrique Breccia deja patente una vez más su maestría en el desarrollo de la historia y su talento para la narración gráfica dotando de credibilidad al aparatoso ciborg Cortahierro y toda la imaginería retrotecnológica que le rodea. Breccia explícita los horrores de la guerra con total crudeza e intercala fotos de la época para situar al lector en el contexto que se desarrolla la acción en un perfecto equilibro entre invención y realidad, algo imprescindible en este tipo de obras. Sin llegar a los extremos de obras más personales como “El Sueñero” o “Alvar Mayor” Breccia juega con el tamaño de las viñetas y la composición de la página para hacer avanzar la acción y mantener atrapado al lector, mostrando una gran minuciosidad y detallismo en la caracterización de los personajes y lugares con lo que el juego de ucronía que Dorison propone gana en interés.
En definitiva, un primer álbum más que correcto que deja al lector con ganas de más, sin embargo, me temo que la espera se avecina larga pues el segundo álbum de la serie, “La Marne”, no ha aparecido todavía en Francia. La edición de Norma, excelente.
Este primer álbum sirve de presentación a la nueva ucronía de Dorison en la que el autor nos sitúa en una Francia alternativa donde Taillefer, un coronel del ejército, desarrolla desde hace años el programa de Centinelas, consistente en la creación de soldados mejorados usando como cobayas a legionarios y mutilados. Sin embargo, la falta de una fuente de alimentación suficientemente potente para dotar de energía a los Cortahierros, una especie de “ciborgs” decimonónicos indestructibles, hace que el proyecto sea aparcado por el alto mando tras la campaña de Marruecos. Pasados los años, los avances que realiza un joven inventor, el antibelicista Feraud, en el desarrollo de una pila de radio y el inicio de la I Guerra Mundial provocan que el coronel ponga en marcha de nuevo su proyecto de Centinelas y, aprovechando las graves heridas que Feraud sufre tras su primer combate, le convierta en el primer prototipo del nuevo Cortahierro, quizás la última esperanza del ejército francés para detener el avance alemán hacia París.
De este primer álbum, lo más destacable es la presentación de la entretenida trama que nos propone Dorison y las expectativas que deja abiertas respecto a la continuidad de la historia. Dorison demuestra su habilidad para hilvanar su fantástica historia en los acontecimientos reales que provocaron “La Gran Guerra” y los personajes que construye resultan atractivos aunque muchos de ellos se muevan dentro de los canones arquetípicos que tenemos prestablecidos sobre esta época. Sin embargo, el punto fuerte del álbum es el apartado gráfico en el que Enrique Breccia deja patente una vez más su maestría en el desarrollo de la historia y su talento para la narración gráfica dotando de credibilidad al aparatoso ciborg Cortahierro y toda la imaginería retrotecnológica que le rodea. Breccia explícita los horrores de la guerra con total crudeza e intercala fotos de la época para situar al lector en el contexto que se desarrolla la acción en un perfecto equilibro entre invención y realidad, algo imprescindible en este tipo de obras. Sin llegar a los extremos de obras más personales como “El Sueñero” o “Alvar Mayor” Breccia juega con el tamaño de las viñetas y la composición de la página para hacer avanzar la acción y mantener atrapado al lector, mostrando una gran minuciosidad y detallismo en la caracterización de los personajes y lugares con lo que el juego de ucronía que Dorison propone gana en interés.
En definitiva, un primer álbum más que correcto que deja al lector con ganas de más, sin embargo, me temo que la espera se avecina larga pues el segundo álbum de la serie, “La Marne”, no ha aparecido todavía en Francia. La edición de Norma, excelente.
2 comentarios:
Tomo nota. Lo cierto es que Dorison me suele resultar agridulce, está bien pero no suele redondear las historias, por decirlo de alguna manera.
Bienvenido al Lector, Dennel. A Dorison creo que lo defines perfectamente y estoy de acuerdo con tu comentario pero ya me extenderé más cuando comente proximamente West. Enrique Breccia es una de mis debilidades y por su dibujo únicamente me merece la pena Los Centinelas.
Impacientes Saludos.
Publicar un comentario