lunes, 10 de marzo de 2008

“El Sueñero” de Enrique Breccia.



La semana pasada en la librería donde dejo mis dineros comprando cómics tenían un par de ejemplares de la edición completa de “El Sueñero” de Enrique Breccia (“Lovecraft”, “Alvar Mayor”), publicada por la editorial argentina Doedytores y, teniendo en cuenta que los Breccia, padre e hijo, son de mis favoritos, y la posibilidad de ver esta obra editada en España se me antoja bastante difícil no dudé en hacerme con uno de los ejemplares.


En un lejano futuro, en el que se han superado las guerras, la gente enferma y muere de puro aburrimiento. Desesperados, los gobernantes encargan a El Ñato, también conocido como El Sueñero, un mercenario implacable aficionado al mate, que surque las aguas del Tiempo y la Fantasía para llegar a distintos lugares y épocas donde reclutar entre los héroes, reales y míticos del pasado, luchadores para el “Sirko Roman-Ho”, que sepan entretener con su belicosa energía ilusión por la vida a los habitantes del futuro.


El Sueñero” se publicó serializada en 1984 en la revista Fierro al cancelar Toutain el encargo que había realizado a Breccia para su publicación en Europa antes que el autor terminara la obra. Breccia aprovechó el material que llevaba dibujado para elaborar una obra extraña y sorprendente en la que, bajo el armazón de una historieta de corte fantástico, hacer apología de su ideología montonera y realiza una crítica feroz y con fuertes elementos anglófobos -no olvidemos que sólo habían pasado dos años de la Guerra de las Malvinas-. a las injerencias extranjeras en la política interna argentina, reivindicación muy en boga en aquellos años. Breccia, a partir del quinto capítulo de la obra, da un giro completo al planteamiento inicial, e incorporando mitos del folklore argentino a la historia, como el lobizón y su “alter ego”, Don Churrique, que no es otro que un trasunto del mismo autor, Breccia hace una reivindicación de Argentinismo frente a las influencias imperialistas personificadas en el monstruoso y ambiguo "Grihn-gó". Precisamente, ese posicionamiento político, hizo que “El Sueñero” fuese, en su momento, una obra tildada de subversiva, provocando más de un problema a Breccia.


Pasados los años y viendo la obra en perspectiva, “El Sueñero” no ha envejecido nada mal. Más allá del marcado componente localista y político de la historia, nos encontramos ante un Breccia que dotado de completa libertad da a su obra un estilo más caricaturesco que en obras anteriores, como “Alvar Mayor” de la que ya hablé por aquí, obra esta en la que ya demostraba un gusto hacia el exceso y lo “freak” que en “El Sueñero” alcanza su máximo esplendor. Breccia demuestra un virtuosismo técnico en el tratamiento del blanco y negro al alcance de muy pocos, pasando de lo figurativo a lo caricaturesco sin transición y mezclando todos los elementos con sorprendente armonía.

El autor dota a su obra de un humor y una ironía feroces que a los no argentinos se nos puede escapar en ocasiones y alcanza un detallismo en la composición que convierte cada una de las viñetas y páginas en un placer para el lector que se perderá descubriendo los detalles y bromas ocultas (el minotauro torero es impagable) que Breccia va incorporando a su extraño universo atemporal en la que mezcla elementos y personajes de diferentes épocas y procedencias en aparente desorden.


Conforme avanza la obra esta se vuelve si cabe más experimental y arriesgada. Breccia experimenta progresivamente con las perspectivas y la composición de páginas para mantener al lector siempre atento a lo que está contando, forzando las composiciones al tiempo que explota los recursos gráficos a su alcance al máximo y hace del bocadillo de diálogo y las fuentes que utiliza elementos gráficos más con los que ilustrar la narración.

Es curioso como Breccia sabe encontrar desde su estilo lineal y detallista un mundo fantástico en el que la que realidad y la fantasía confluyen de un modo que no dejará indiferente a nadie, sobre todo a aquellos, acostumbrado al acercamiento que a lo inconsciente y onírico han realizado en los últimos tiempos autores como Joann Sfar ("Sócrates el Semi-Perro") o David B ("La Ascensión del Gran Mal")más proclives al uso de formas blandas y trazos más suaves.


El Sueñero” es una de esas grandes obras inclasificables, polémicas y provocadoras que levanta tantos amores como odios, una de las obras más personales de un dibujante imprescindible. No les decepcionará.

Si quieren saber más sobre Enrique Breccia dado lo poco dado que es a las entrevistas lean esta publicada en la Tebeoteca.

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