El sábado tocó visita al teatro para ver el nuevo montaje de “Olvida los tambores”, la primera obra de Ana Diosdado que se estrenó por primera vez hace ya la friolera de treinta y siete años y que vuelve a las carteleras en el teatro La Latina de Madrid en un nuevo montaje de con un grupo de actores jóvenes y mediáticos tras su participación en un montón de series televisivas. Iba yo con la mosca detrás de la oreja ya que, aunque tengo un buen recuerdo de las series televisivas en que guionizó la Diosdado, la temática de la obra en la que se reflejan buena parte de las dudas, miedos e ilusiones de la sociedad y juventud de la época y la presencia de algunos actores de calidad dudosa me hacía desconfiar.
Vista la obra, hay más luces que sombras porque aunque haya partes que han envejecido mal con un personaje, Nacho, que por momentos resulta muy cargante con su comportamiento analítico y cargado de moralina aunque su presencia sea imprescindible al ser el que define y orienta el comportamiento del resto. Sin desvelar, demasiado del argumento adelantaré que Tony y Alicia son un joven matrimonio ajeno a convencionalismos que pretenden vivir según sus propios ideales. El día de su aniversario en el que, además, van a celebrar una cena de trabajo de la que depende el futuro laboral de Tony y Pepe, su mejor amigo, con Nacho, un maduro productor discográfico, llega Pili, la hermana de Alicia huyendo de un matrimonio aburrido y rutinario con Lorenzo, un joven arquitecto bobalicón y conservador que también acude al apartamento de Alicia para intentar convencer a su mujer que vuelva con él. Tras la cena, mediante el personaje de Nacho, Diosdado va desgranando las reacciones, sentimientos y secretos de cada uno de los personajes para precipitarlos en un final dramático que deja a los protagonistas en una dura encrucijada sobre cómo afrontar sus vidas en el futuro y asumir las cargas de la madurez.
La obra dividida en dos actos se vuelve más interesante conforme avanza la trama acelerándose a partir del segundo acto. La obra mantiene buena parte de su interés a pesar de los años transcurridos porque, en definitiva, trata sobre problemas humanos y las frustraciones de la juventud de hace treinta años y los roles de los personajes son muy similares a los que puedan encontrarse en la actualidad. Sin embargo, el montaje de Víctor Conde aunque bastante lúcido en cuanto a la ambientación de la época es quizás demasiado conservador sin aportar ningún punto de originalidad respecto al primer montaje de referencia. Respecto al trabajo de los actores, hay que romper una lanza a favor de estos jóvenes actores que provienen de un medio tan distinto como el televisivo y aquí demuestran, como poco, interés para ir más allá de la opción fácil de encasillarse en la serie ñoña de turno. La obra permite el lucimiento de todos los actores en una amplia variedad de registros, aunque al inicio a la pareja formada por la debutante en teatro Ana Polvorosa (es la hija de “Aida” pero denle una oportunidad que está bastante bien) y Antonio Hortelano (“Compañeros”)le falte complicidad para resultar creíble, carencia que se difumina conforme va apareciendo en escena el resto del reparto que con sus excelentes actuaciones arropan a la pareja de protagonistas, destacando si cabe a Leandro Rivera , que borda el papel de Pepe, el personaje sobre el que recae la compleja tarea de aliviar humorísticamente la tensión que acumula el resto y con el que Rivera se mete al público en el bolsillo. El resto del reparto lo completan la meidática Cármen Morales, bastante correcta en el papel de Pili aunque un poco limitada en cuanto a su “vis dramática”, un notable Guillermo Ortega en el papel de Lorenzo y un gran Antonio Albella como Nacho que ha pasado de hacer el loco con los abanicos de Locomia a convertirse en un excelente actor.
Ya saben, si les apetece pásense por el teatro La Latina y me cuentan que les ha parecido la obra que hasta Febrero que está en cartel tienen tiempo.
Vista la obra, hay más luces que sombras porque aunque haya partes que han envejecido mal con un personaje, Nacho, que por momentos resulta muy cargante con su comportamiento analítico y cargado de moralina aunque su presencia sea imprescindible al ser el que define y orienta el comportamiento del resto. Sin desvelar, demasiado del argumento adelantaré que Tony y Alicia son un joven matrimonio ajeno a convencionalismos que pretenden vivir según sus propios ideales. El día de su aniversario en el que, además, van a celebrar una cena de trabajo de la que depende el futuro laboral de Tony y Pepe, su mejor amigo, con Nacho, un maduro productor discográfico, llega Pili, la hermana de Alicia huyendo de un matrimonio aburrido y rutinario con Lorenzo, un joven arquitecto bobalicón y conservador que también acude al apartamento de Alicia para intentar convencer a su mujer que vuelva con él. Tras la cena, mediante el personaje de Nacho, Diosdado va desgranando las reacciones, sentimientos y secretos de cada uno de los personajes para precipitarlos en un final dramático que deja a los protagonistas en una dura encrucijada sobre cómo afrontar sus vidas en el futuro y asumir las cargas de la madurez.
La obra dividida en dos actos se vuelve más interesante conforme avanza la trama acelerándose a partir del segundo acto. La obra mantiene buena parte de su interés a pesar de los años transcurridos porque, en definitiva, trata sobre problemas humanos y las frustraciones de la juventud de hace treinta años y los roles de los personajes son muy similares a los que puedan encontrarse en la actualidad. Sin embargo, el montaje de Víctor Conde aunque bastante lúcido en cuanto a la ambientación de la época es quizás demasiado conservador sin aportar ningún punto de originalidad respecto al primer montaje de referencia. Respecto al trabajo de los actores, hay que romper una lanza a favor de estos jóvenes actores que provienen de un medio tan distinto como el televisivo y aquí demuestran, como poco, interés para ir más allá de la opción fácil de encasillarse en la serie ñoña de turno. La obra permite el lucimiento de todos los actores en una amplia variedad de registros, aunque al inicio a la pareja formada por la debutante en teatro Ana Polvorosa (es la hija de “Aida” pero denle una oportunidad que está bastante bien) y Antonio Hortelano (“Compañeros”)le falte complicidad para resultar creíble, carencia que se difumina conforme va apareciendo en escena el resto del reparto que con sus excelentes actuaciones arropan a la pareja de protagonistas, destacando si cabe a Leandro Rivera , que borda el papel de Pepe, el personaje sobre el que recae la compleja tarea de aliviar humorísticamente la tensión que acumula el resto y con el que Rivera se mete al público en el bolsillo. El resto del reparto lo completan la meidática Cármen Morales, bastante correcta en el papel de Pili aunque un poco limitada en cuanto a su “vis dramática”, un notable Guillermo Ortega en el papel de Lorenzo y un gran Antonio Albella como Nacho que ha pasado de hacer el loco con los abanicos de Locomia a convertirse en un excelente actor.
Ya saben, si les apetece pásense por el teatro La Latina y me cuentan que les ha parecido la obra que hasta Febrero que está en cartel tienen tiempo.
5 comentarios:
Sin duda la mejor interpretación, y el mejor personaje es el de Pepe.
A mi no me ha gustado la obra. La veo algo desfasada en cuanto a planteamiento. El marido conservador es demasiado carca (aunque haberlos haylos claro que sí) y sobre todo, porque el personaje pretendidamente alternativo es de una falta de ética notoria.
Hola Blogux,
Sí, a eso me referia con que el montaje me ha parecido conservador. Los problemas que plantea la obra no creo que sean ajenos a la juventud actual pero el acercamiento que hace Víctor Conde no aporta gran cosa para actualizar el mensaje. Leandro Rivera es el que mejor está de largo y el carca más que carca llega a parecer demasiado tonto aunque el personaje por exigencias del argumento deba ser así.
Un saludo.
Pues yo siento ser, ya como viene siendo habitual por aquí, la nota discordante, pero a mi la obra no me parece para nada desfasada.
Como bien apunta blogux actualmente hay de todo, tenemos extremadamente carcas, medio carcas, menos carcas, extremadamente liberales, medio liberales, menos liberales, y los que siendo de una determinada manera se esfuerzan por parecer de otra.
En esta obra nos presentan al marido conservador, sí puede resultar tonto, obsoleto...él presume de ser lo suficientemente serio y responsable como para mantener y cuidar a su esposa mientras ella puede entretenerse haciendo punto de cruz, incluso la amplia la cocina"... el tipo nos horroriza. Y automaticamente corremos al otro extremo, el otro extremo: él presume de ser liberal y progre y se queja de ser victima del menosprecio de los que no piensan como él y excusándose en eso parece estarle permitido todo manifestando, como apuntaba blogux, una notoria falta de ética.
Moraleja: No hay extremo bueno.
Besitos
La temática no, la forma de contarlo sí.
Besitos.
POR FIN UNA FUNCION QUE SE DEJA VER ESTA TEMPORADA (TRAS EL COÑAZO DE "SUPERSTAR" Y EL HORROR DE "VD TIENE OJOS DE MUJER FATAL") ME FUI A LA LATINA Y NO PUDE CREER QUE HABIA PASADO 2HORAZAS SENTADO EN UNA BUTACA Y NI ME HABIA ENTERADO. TE METES TOTALMENTE EN EL RITMO TREPIDANTE DE ESTA FUNCION (MUY COMICA EN EL 1ºACTO Y UN PRECIOSO MAZAZO MELODRAMATICO EN EL 2ºACTO.TODOS LOS ACTORES ESTAN QUE SE SALEN COMO C. MORALES O ANA POLVOROSA, PERO EFECTIVAMENTE EL SORPRSON ES ANTONIO ALBELLA QUE COMO DICE EL LECTOR IMPACIENTE SE HA CONVERTIDO EN UN EXCELENTE ACTOR DE PODEROSA VOZ (PARECE QUE LLEVA MICRO) Y ATRACTIVISIMO TRAS SU PASO POR LOCO MIA. YO YA LE HABIA VISTO EN ALGUNA SERIE, PERO AQUI ESTA QUE SE SALE. OS RECOMIENDO LA OBRA A TODOS. AUN ESTAIS A TIEMPO EN TEATRO DE LA LATINA.
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