Aprovechando el festivo santero de la semana pasada nos acercamos hasta el teatro Alfil para ver el montaje que las compañías Imprebis e Yllana han hecho sobre algunos de los más famosos sketches de los Monty Python y lo cierto es que el espectáculo merece la pena.
Los Monty Python desde su aparición a finales de la década de los sesenta supieron subvertir y criticar a través de un humor surrealista, absurdo y tremendamente inteligente la mayoría de las instituciones sociales mostrando a través de sus parodias, genuinamente británicas, buena parte de sus paradojas y miserias, convirtiéndose en un grupo de fama mundial, tanto por sus series de televisión como por sus películas que cuenta con admiradores en todo el mundo y que llegaron a estar prohibidos en este país nuestro en tiempos menos felices. Y, precisamente, esos eran para mí los dos grandes retos a los que se enfrentaban los cinco miembros de Imprebis e Yllana al preparar este montaje: la inevitable comparación con el original y su capacidad para adaptar un humor tan corrosivamente genial como el de los Monty Python a todos los paladares. Sin embargo, los actores superan con nota estas dificultades en un montaje en el que logran una completa complicidad con el público al que hacen participe desde el primer momento del espectáculo, aprovechando las facilidades que da en ese sentido un pequeño teatro como el Alfil, ofreciendo un espectáculo frenético en el que durante una hora y media no paran de cantar, bailar y bromear partiendo de la base de los sketches originales y adaptándolos a la realidad contemporánea española y logrando llegar a hacer olvidar a los pythons originales. La elección de los sketches es de lo más adecuada incorporando algunas de las más famosas parodias para el cine y la televisión y haciendo un repaso cínicamente mordaz por la iglesia, la judicatura, el ejército, las agencias de viajes, las funerarias, etc… Los actores hacen un trabajo descomunal en un escenario sin decorado que sólo se llena a través de unas hilarantes actuaciones que lograrán arrancar una carcajada incluso a aquellos que no les guste este tipo de humor.
En el lado negativo, sólo apuntar la nula ventilación del teatro Alfil que convierte la sala en una caldera de la que más de uno(a) tuvo que salir antes de tiempo. Quizás fuera algo puntual o fuese un medio para incentivar el consumo en la pequeña barra del teatro pero en pleno mes de Agosto no resulta de recibo
Ya saben, si están por los madriles y quieren echarse unas risas pásense por la sala Alfil. Eso sí, procuren no sentarse en las primeras filas no vayan a llevarse un tartazo.
Los Monty Python desde su aparición a finales de la década de los sesenta supieron subvertir y criticar a través de un humor surrealista, absurdo y tremendamente inteligente la mayoría de las instituciones sociales mostrando a través de sus parodias, genuinamente británicas, buena parte de sus paradojas y miserias, convirtiéndose en un grupo de fama mundial, tanto por sus series de televisión como por sus películas que cuenta con admiradores en todo el mundo y que llegaron a estar prohibidos en este país nuestro en tiempos menos felices. Y, precisamente, esos eran para mí los dos grandes retos a los que se enfrentaban los cinco miembros de Imprebis e Yllana al preparar este montaje: la inevitable comparación con el original y su capacidad para adaptar un humor tan corrosivamente genial como el de los Monty Python a todos los paladares. Sin embargo, los actores superan con nota estas dificultades en un montaje en el que logran una completa complicidad con el público al que hacen participe desde el primer momento del espectáculo, aprovechando las facilidades que da en ese sentido un pequeño teatro como el Alfil, ofreciendo un espectáculo frenético en el que durante una hora y media no paran de cantar, bailar y bromear partiendo de la base de los sketches originales y adaptándolos a la realidad contemporánea española y logrando llegar a hacer olvidar a los pythons originales. La elección de los sketches es de lo más adecuada incorporando algunas de las más famosas parodias para el cine y la televisión y haciendo un repaso cínicamente mordaz por la iglesia, la judicatura, el ejército, las agencias de viajes, las funerarias, etc… Los actores hacen un trabajo descomunal en un escenario sin decorado que sólo se llena a través de unas hilarantes actuaciones que lograrán arrancar una carcajada incluso a aquellos que no les guste este tipo de humor.
En el lado negativo, sólo apuntar la nula ventilación del teatro Alfil que convierte la sala en una caldera de la que más de uno(a) tuvo que salir antes de tiempo. Quizás fuera algo puntual o fuese un medio para incentivar el consumo en la pequeña barra del teatro pero en pleno mes de Agosto no resulta de recibo
Ya saben, si están por los madriles y quieren echarse unas risas pásense por la sala Alfil. Eso sí, procuren no sentarse en las primeras filas no vayan a llevarse un tartazo.
1 comentario:
Yo tenía ciertas reticencias con esta obra porque no soy demasiado amiga de lo absurdo. A menudo con este tipo de humor permanezco impasible mientras el público a mi alrededor se desternilla, sin embargo el espectáculo me lleno por completo, reí hasta el borde de las lágrimas; lógicamente algunos sketches me parecieron más acertados y divertidos que otros, no así los actores con los que disfruté de principio a fin con una representación magistral a la que no creo que se le pueda poner un "pero".
Ahora bien, aquí viene el pero... la organización y el Teatro Alfil. Por favor, cada espectador abona por su entrada 15 ó 12 € en el mejor de los casos, lo mínimo que se puede pedir es que las sesiones sean numeradas y poder disfrutar de la obra con la compañía elegida y no desperdigados por las butacas que quedan libres. Y el teatro, muy mono, muy coqueto, muy recogidito y...¿la climatización? si carecen de aire aconidicionado al menos pongan una barra que cruce cada butaca para dar vueltas y asarnos todas las partes por igual.
Bueno confíemos en que el calor fuese un problema eventual y lo hayan solucionado. La obra merece la pena.
Besitos.
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