Antes de que J.K. Rowling y sus Harry Potters entrarán como elefante en una cacharrería en el género de la fantasía convirtiéndose en un auténtico fenómeno de masas, la fantasía británica tenía un señor indiscutible asentado sobre cuatro elefantes y una tortuga y este no era otro que Terry Pratchett y su serie de novelas sobre el Mundodisco.
“El color de la Magia” es la primera de una serie de veintidós novelas (y subiendo) ambientadas en el Mundodisco, un mundo completamente plano, sostenido sobre cuatro elefantes inmóviles que se apoyan sobre el caparazón de una tortuga gigante y en el que Pratchett sitúa a los personajes de sus novelas para poner en entredicho y reírse de los conceptos y situaciones tópicas y típicas de la Fantasía pretendidamente seria entreteniendo de paso al personal.
“El Color de la Magia” está formado por cuatro relatos protagonizados por dos personajes importantes dentro del universo de Pratchett, el mago – por decir algo - Rincewind, incapaz de pronunciar ningún hechizo y buscavidas por profesión, y Dosflores, un ingenuo y bonachón turista sin más ilusión en el mundo que fotografiar todo aquello que se ponga a tiro de su cámara seguido y perseguido allá donde vaya por su fiel e “inofensivo” baúl mágico. Estos Sancho y Quijote en versión pratchettiana son capaces de provocar desastres y desaguisados allá por donde pasan provocando el caos y arrasando ciudades cuán figuras de un juego de rol en un inmenso tablero, llegando incluso a poner de los nervios a la mismísima Muerte.
Pratchett a lo largo de esta novela se divierte parodiando a personajes clásicos de la Fantasía Heroica como el Conan de Robert E. Howard o Fafhrd y El Ratonero Gris de Fritz Leiber y de paso subvertir los cánones del género haciendo que las Espadas Encantadas sean condenadamente pesadas o que los supuestos héroes y protagonistas de sus aventuras sean absolutamente desastrosos y cobardes en un mundo fantástico que, sin embargo, no deja de resultar atractivo e interesante y, en buena medida, un espejo distorsionado de nuestra realidad. Donde otros tardan trescientas páginas en construir un mundo fantástico coherente, Pratchett se despacha en cuatro páginas a través de una imaginación desbordante en lo que prima es la narración y la broma antes que el estilo y el formalismo en una obra que no tiene más fin que el de entretener y hacer pasar un buen rato a quién la lea. Así que ya saben si buscan una lectura ligera para la playita prueben con esta o cualquier otra novela del Mundodisco, seguro que no les desfraudará.
“El color de la Magia” es la primera de una serie de veintidós novelas (y subiendo) ambientadas en el Mundodisco, un mundo completamente plano, sostenido sobre cuatro elefantes inmóviles que se apoyan sobre el caparazón de una tortuga gigante y en el que Pratchett sitúa a los personajes de sus novelas para poner en entredicho y reírse de los conceptos y situaciones tópicas y típicas de la Fantasía pretendidamente seria entreteniendo de paso al personal.
“El Color de la Magia” está formado por cuatro relatos protagonizados por dos personajes importantes dentro del universo de Pratchett, el mago – por decir algo - Rincewind, incapaz de pronunciar ningún hechizo y buscavidas por profesión, y Dosflores, un ingenuo y bonachón turista sin más ilusión en el mundo que fotografiar todo aquello que se ponga a tiro de su cámara seguido y perseguido allá donde vaya por su fiel e “inofensivo” baúl mágico. Estos Sancho y Quijote en versión pratchettiana son capaces de provocar desastres y desaguisados allá por donde pasan provocando el caos y arrasando ciudades cuán figuras de un juego de rol en un inmenso tablero, llegando incluso a poner de los nervios a la mismísima Muerte.
Pratchett a lo largo de esta novela se divierte parodiando a personajes clásicos de la Fantasía Heroica como el Conan de Robert E. Howard o Fafhrd y El Ratonero Gris de Fritz Leiber y de paso subvertir los cánones del género haciendo que las Espadas Encantadas sean condenadamente pesadas o que los supuestos héroes y protagonistas de sus aventuras sean absolutamente desastrosos y cobardes en un mundo fantástico que, sin embargo, no deja de resultar atractivo e interesante y, en buena medida, un espejo distorsionado de nuestra realidad. Donde otros tardan trescientas páginas en construir un mundo fantástico coherente, Pratchett se despacha en cuatro páginas a través de una imaginación desbordante en lo que prima es la narración y la broma antes que el estilo y el formalismo en una obra que no tiene más fin que el de entretener y hacer pasar un buen rato a quién la lea. Así que ya saben si buscan una lectura ligera para la playita prueben con esta o cualquier otra novela del Mundodisco, seguro que no les desfraudará.
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