Yo la crisis de los cuarenta
esa la estoy notando en que vuelvo a leer tebeos de mutantes con asiduidad. Y
no es que en estos últimos veinte años lo hubiera dejado de hacer –sí, leí la
etapa de Morrison - pero visto lo visto a la franquicia mutante no había por
donde cogerla en líneas generales. Sin embargo, en los últimos tiempos Jason
Aaron en sus “Lobezno y la Patrulla X” y, sobre todo, un gran Brian Michael Bendis me han reconciliado con algunos
de mis personajes favoritos de mi adolescencia. Con casi veinte números yanquis
– 10 según la numeración de la edición española de Panini- publicados va siendo
hora hacer un análisis de la penúltima serie de mutantes.
Tras la muerte del profesor
X a manos de un desquiciado Cíclope radicalizado en sus posturas promutantes, la Bestia decide traer al presente mediante una máquina del
tiempo a la patrulla X original poco después de su primera aparición. Los
jóvenes Hombres X sufrirán el shock de encontrarse en un tiempo que no es el
suyo y al que aparentemente no pueden volver así como encontrarse con las
versiones adultas en las que se convertirán. Tutelados por la experta Kitty
Pryde los inocentes y confundidos Hombres X originales se convertirán en un valor
estratégico para las diversas facciones de mutantes cada vez más enfrentadas
lideradas cada una por Lobezno y el Cíclope adulto al tiempo que han de
vérselas con malos tan implacables como la pérfida Mística y sus secuaces que
intentan pescar en río revuelto o una Liga de Mutantes Diabólicos
llegada del Futuro.
Hay que rendirse a la
capacidad y talento de Brian Michael Bendis para sacar la enésima vida extra a unos
personajes que a fuerza de pasar por tantas y tantas manos parecían desgastados
y agotados hace tiempo. Bendis ha sabido encontrar petroleo de una
idea aparentemente loca como es la de trasladar al presente a la versión
“original” de los Hombres X y enfrentarlos a los conflictos que les conllevaría
conocer sus destinos y a los diversos yoes adultos en los que se convertirán.
Esta premisa de los viajes en el tiempo es una idea muy socorrida en el género, que se lo digan a la
competencia con su Superboy o a la Legión de Superhéroes, o a la propia Patrulla X de Byrne y
Claremont aunque parece que la idea de Bendis es convertir esa excepcionalidad
de los saltos temporales en la regla y ya ha presentado a lo largo de estos
números diversas versiones de la mayor parte de los personajes protagonistas
principales. Con un control absoluto de la franquicia, que le permite disponer de la mayor parte de los personajes mutantes y un profundo conocimiento de los personajes y su
historia, de momento Bendis ha montado una aventura dinámica y divertida en la
que va unos cuantos pasos por delante de los lectores que cuentan con la
falsa sensación de seguridad de que el guionista parece tener al menos lo que son
la líneas generales de la historia perfectamente planificadas. La única duda
que me surge de la propuesta es la capacidad que pueda tener para atraer nuevos
lectores pues Bendis maneja personajes, ideas y conceptos evolucionados a lo
largo de muchos años y dudo que un chaval que se compre cualquier
tebeo de estos sea capaz de enterarse a las primeras de cambio de algo. Y es que Bendis no
ha planteado la historia para que se suban a ella los chavales que quieren probar los
cómics tras picar con las pelis sino que está más bien dirigida a recuperar a los lectores de siempre, que en un momento dado acabaron huyendo estos últimos años de los personajes que una vez adoraron.
Especial mención en el éxito
de la serie, hay que darle a la labor del estupendo dibujante canadiense
Stuart Immonen que seguramente sea uno de los dibujantes de superhéroes más
en forma del momento. Immonen no solo consigue poner orden
gráficamente a la compleja premisa ideada por Bendis para que se despliegue con
claridad ante el lector sino que eso lo logra sin restarle un ápice de la espectacularidad que
el género demanda y dotando a los personajes de una cuidada expresividad que le
permite dibujar con acierto diversas versiones de los personajes sin que el
lector se confunda ni las composiciones resulten recargadas ni pesadas. Todo ello además Immonen lo logra a través de un estilo
propio y característico en el que soterra las más diversas influencias bajo su
marcada personalidad propia. Por otro lado, en los contados episodios en que es
sustituido dibujantes como David Marquez o David Lafuente aportan diversos matices.
De momento, Bendis
parece saber lo que hace y cuando muchos pensaban que era un guionista en
decadencia nos ha sorprendido con este brillante revival de la franquicia
mutante lleno de energía y potencial aun cuando todo se desarrolle a un paso del
más extremo disparate. Veremos si Bendis aparte de gran ilusionista es un buen funambulista y es capaz de
seguir bailando en el alambre para nuestro regocijo sin darse un batacazo. Ojalá que no se caiga.
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