martes, 4 de febrero de 2014

“Chew 7: Manzanas Podridas”, de J. Layman y Rob Guilory.




Expresé algunas dudas respecto al derrotero que estaba tomando la original “Chew” en sus útlimas entregas que el equipo formado por  Jhon Layman y Rob Guillory vienen publicando en  Image y que en España edita Planeta. Sin embargo, esta séptima entrega que recoge el arco “Manzanas Podridas” publicado originalmente en los números 31 a 35 de la serie regular, me ha despejado las dudas y renovado mi interés por las aventuras del agente Chu y sus cólegas.

Tras la sangrienta muerte de Toni Chu, su hermano el agente cibópata Tony Chu ha vuelto a su puesto en la FDA con fuerzas renovadas desarticulando uno tras otras las peligrosas amenazas terroristas de la secta de los adoradores del Huevo embarcados en una Guerra Santa contra los Comedores de Pollo. Sin embargo, Chu ha emprendido secretamente su propia cruzada personal para detener al Vampiro cibópata que acabó con su hermana que se dedica a coleccionar los poderes relacionados con la comida de otros mutados aunque ello suponga comérselos. Mientras Chu acude a una entrevista letal con su enemigo jurado, su compañero el cyborg Colby proseguirá su azarosa vida sentimental y acabará descubriendo el doble juego del fugado Savoy y el agente.

Guillory y Layman vuelven por sus fueros y construyen un elaborado y sólido guión en el el que las diversas subtramas se entremezclan entre sí a la perfección y la historia se acelera de modo que sus disparatadas, a veces excesivamente, premisas van encajando a la perfección para ofrecer una de las propuestas de género más sorprendentes y originales que ha dado el mainstream norteamericano. Y es que este thriller gastronómico funciona mejor cuánto menos en serio nos lo tomemos y sepamos disfrutar cómo lo hacen los autores de su irreverente dominio de las convenciones del género.

Layman ha encontrado en Guillory el compañero perfecto para articular esta rocambolesca historia. Guillory es capaz de dibujar eficazmente cualquier situación por pintoresca que sea con su caricaturesco estilo y mantener a la perfección el ritmo de la narración sin que la historia se resienta e incorporar a los diferentes y variopintos personajes que van desfilando, a veces casi por accidente, por estas páginas.

En fin, “Chew” es un cómic para esos que están siempre quejándose de la falta de originalidad del mainstream aunque ello no suponga de antemano que les vaya a gustar pues se trata de una serie no apta para todos los gustos ni todas las cabezas. Sin embargo, si se aceptan las premisas del equipo creativo sigue resultando una de las series más sorprendentes e irreverentes que se están publicando actualmente en el mainstream norteamericano.

2 comentarios:

Óscar dijo...

Cada nuevo número de Chew me produce la misma sensación. Una mezcla entre "más difícil todavía" y, conforme avanza, abuso de la fórmula sin que la trama llegue a resolverse o haya realmente arcos argumentales cerrados. Como dices, sus premisas son tan disparatadas como excesivas, o entras al juego o no. A mí me sigue gustando, pero espero que se "calme" un poco en el futuro.

PAblo dijo...

Óscar,

Yo imagino que a partir de ahora y teniendo en cuenta que la serie está programada en torno a los cincuenta números empezarán a cerrar tramas y la cosa se volverá más intensa. Ojalá no me equivoque.

Impacientes Saludos.