En el cuarto tomo publicado por Planeta que reúne los números 16 a 20 de la serie original retomamos las andanzas del detective cibópata Tony Chu, su compañero ciborg Colby y la dispar fauna que les rodea. De repente, en el cielo han aparecido unas extrañas letras indescifrables sin que nadie aparentemente conozca su origen lo que conlleva que la gente lo considere una señal apocalíptica y empiecen a comer el prohibido pollo como desesperados. Pero los problemas se le acumulan a Chu cuando se produce una matanza en el instituto de su hija y su jefe en la FDA Applebee le asigna las más peligrosas e imposibles misiones que le llevarán a entrar en el Área 5, invadir la soberanía de países extranjeros o infiltrase en una peligrosa secta de adoradores de huevos.
John Layman construye una trama irreverente, original y adictiva equilibrando las dosis justas de humor, escatología y acción como para mantener atrapado al lector en el deformado mundo distópico por el que se mueven sus extraños y atrayentes personajes a cuál más freak sin empachar.
Con una trama conspiranoica en la que de momento pocas piezas encajan y un montón de subtramas curiosas que no paran de sorprender a quién esté dispuesto a darle una oportunidad a la serie, Layman mantiene el interés de la historia jugando con los tempos narrativos, flashbacks y las distintas posibilidades que un lenguaje tan abierto como el cómic le concede. En este sentido, hay que destacar la labor de Rob Guillory, quién bajo la aparente sencillez de un estilo cartoon, fresco y caricaturesco, se atreve con todo con excelentes resultados.
En definitiva, “Chew” es una de las series más interesantes del momento y una de las pocas que nada más terminar un tomo te deja con ganas de empezar con el siguiente inmediatamente. Esperemos que no se demore en exceso la continuación.
2 comentarios:
joder, al final voy a picar....
maik
Maik,
Pica, pica. Eso sí, te advierto que los primeros números son los peores.
Impacientes Saludos.
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