Estos días que estoy de vacaciones –un decir, entre la adaptación de la pequeñaja a la guarde y gestiones varias lo de vacaciones es casi un decir…- me estoy poniendo al día con “Chew”, seríe de la editorial Image que viene publicando en España Planeta y de la que ya ha editado tres recopilatorios.
Situada en un futuro cercano en el que la gripe aviar ha causado estragos por lo que el comer pollo y sus derivados es ilegal, el detective Tony Chu es un detective encargado de investigar el tráfico de sustancia tan peligrosa. Pero, además, Chu es cibópata cualidad que le permite captar impresiones psíquicas de lo que come y que a un detective le resulta bastante útil si está dispuesto a comer las cosas más asquerosas imaginables. Gracias a esa cualidad, Chu entrará en una agencia gubernamental encargada de investigar los casos criminales no resueltos que tienen relación con la comida y se granjeará unos cuántos poderosos enemigos que lo situarán en su punto de mira.
Uno puede entender perfectamente el porqué esta serie ha recibido tan buenas críticas en los Estados Unidos donde sus autores han recibido unos cuantos premios, ya que estos han ideado una envoltura bastante original para un argumento y un género trillado como pocos, el policiaco conspiranóico. Sin embargo y a pesar que el plato no sea tan exquisito como el envoltorio hacía creer, tampoco hay que desdeñarlo por indigesto. Layman, con una corta trayectoria en Marvel con cosas tan poco sugerentes como “Marvel Zombies” o “Gambito”, sorprende sazonando en su justa medida la serie con taquitos de humor negro, crítica social o ciencia ficción e incluso no se corta al añadir unos puñados de ninjas por allí y unas pizquitas vampíricas por allá que junto a una base formada por unos personajes que no por estereotipados y convencionales están mal caracterizados dan como resultado un bocado bastante agradecido aunque no sea la delicatessen sugerida.
En el aspecto gráfico, sorprende Rob Guillory que es uno de esos dibujantes de estilo inclasificable que despiertan pasiones y odios pero no dejan indiferentes. El estilo de Guillory se encuentra a medio camino entre los dibujos animados de “Código Lyoko” , que no soporto ni cinco minutos, y el de nuestro Carlos Vermut que suele gustarme todo lo que le he visto. Podría pensarse con estas referencias que quizás Guillory no sería el dibujante más adecuado para una serie de género con las características antes expuestas. Sin embargo, a las pocas páginas uno se acaba acostumbrando y convenciéndose de las habilidades de un dibujante talentoso que se muestra como un excelente narrador gráfico. Habrá que seguirle de cerca.
En fin, que esta primera ración de “Chew” me haga sospechar que los ingredientes no son de primera no impide que esté lo suficientemente bien cocinada como para repetir. Y es que en el fondo, uno nunca ha sido demasiado delicado del estómago... Ojalá que las siguientes entregas no se me indigesten.
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