En mi caso personal, debo decir que no estaba atento al éxito de la historia, sino más bien al transcurso de esa historia en lo que atañe a lo que producía Héctor con respecto a mis capacidades, a mis posibilidades. Yo me sentí siempre cómodo, con independencia de si estaba o no estaba en un nivel de popularidad al que nunca presté atención. Le presté atención a cómo funcionaba la historia con respecto a mi propia capacidad para resolverla, y estuve siempre en una buena dosis disconforme con los resultados, porque me daba cuenta de que tenía mucho que aprender. Y desde el punto de vista profesional, siempre consideré El Eternauta como una etapa evolutiva de mi trabajo, que venía realizando desde cuatro años atrás, que comencé a trabajar con la editorial Abril y la otra, la editorial Columba. De manera que en cada etapa en esas editoriales, yo fui evolucionando con mi estilo, sobre todo con lo que ocurrió en la editorial Abril y Bull Rocket, que me planteó un problema, porque tenía un estilo muy definido heredero del estilo de Milton Caniff, que lo adoptó Paul Campani, que fuel el dibujante que me precedió en esta historia. Lo que yo tuve que hacer fue un esfuerzo técnico para adaptar mi propio estilo al estilo de ese dibujante italiano porque era una exigencia editorial, donde se tenía que notar lo menos posible el cambio de manos por parte del ilustrador. Así que conseguí eso con Bull Rocket, y cuando empecé a trabajar con Oesterheld, el estilo y el ritmo de las historias que Oesterheld me proponía, no eran para mí adaptables al estilo que había absorbido con el dibujante italiano, eso había que cambiarlo.
Y coincidió la circunstancia de que a los pocos meses, al tener en mis manos un guión de una historia de ciencia ficción al estilo de lo que hicimos con El Eternauta, había que cambiar la técnica con respecto a Bull Rocket. Así que, progresivamente, los primeros meses lo fui dejando de lado, pero después tenía que sustituir un estilo sólido, bien acreditado y muy eficaz, como era el estilo de Paul Campani, por mis propios recursos, que aún no sabía muy bien cuáles eran [ríe]. Es decir, que fui modificando mi estilo esde mi perspectiva, para adaptarlo al nuevo clima historietístico que me imponía Héctor Oesterheld en El Eternauta, con relación a las historietas clásicas de estilo norteamericano, que era lo que utilizaba como referencia.
(Interesantísima la charla con Solano López que las gentes de Entrecomics han publicado hace unos días y podéis leer aquí. Parece que el maestro argentino se encuentra delicado de salud. Le deseo una pronta recuperación).
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