Buscando su hueco en el mercado tebeil la joven editorial Avatar ha probado fortuna con los géneros más populares en el mundo del cómic, habitualmente perpetrados por un desatado Warren Ellis que se ha convertido casi en el “chico para todo” de la nueva editorial y publicados a buen ritmo en España por Glénat. La última propuesta que nos ha llegado hace poco meses sin demasiado eco ha sido “Wolfksin”, tebeo de fantasía heroica en la que Ellis, junto al español Juan José Ryp a los lápices, dio en 2006 su particular versión de un género que hasta ese momento le era ajeno.
Con poco más atavío que una piel de lobo, un fornido norteño perteneciente a los Wolfskin, tribu de celebres guerreros reconocidos por su habilidad para el combate, vagabundea por los bosques sureños hasta que en su camino se cruzan dos viajeros de las tierras del Este que se apoderaron de una perdida aldea y andan enfrentados entre sí para dirimir su control. Cada uno de los dos jefecillos intentará por todos los medios que el Wolfskin le apoye para poder decantar el inestable equilibrio de fuerzas a su favor pero este no sigue más criterio que su particular código del honor y los caprichos de su huidizo dios tuerto.
“Wolfskin” es un tebeo con algunas buenas ideas pésimamente resueltas por un Ellis que no domina las claves de un género que le es extraño. Con una introducción muy howardiana aderezada con referencias a mitos vikingos como la figura de los berserkers y una trama que bebe sin rubor del “Yojimbo” de Kurosawa, Ellis construye una historia tan plana como insustancal a la que solo añade de su propia cosecha unos diálogos supuestamente molones que no pegan para nada a una historia ambientada en una época antigua y opta siempre por el camino más fácil para evitar cualquier complicación que pudiera haber hecho de “Wolfskin” un tebeo mínimamente interesante, llegando incluso a la mera concatenación de páginas y páginas en los que lo único que se desarrolla son escenas mudas de lucha. Más le hubiera valido a Ellis en su búsqueda de referencias en su primera aproximación a la fantasía heroica fijarse en referentes como Roy Thomas o Kurt Busiek y aprender los rudimentos básicos del género para hacer una historia mínimamente interesante en lugar de optar por el abuso de la casquería como única vía para hacer avanzar y concluir la historia demostrando una escasez de recursos alarmante que contradice su buen hacer de obras anteriores.
En su segunda colaboración con Ellis para Avatar, Ryp tampoco se puede decir que realice su mejor trabajo, lastrada su narración por lo absurdo del guión y sorprendiendo para mal en algunos momentos con perspectivas y figuras de proporciones un tanto descuidadas. Sin embargo, por otro lado, hay momentos muy conseguidos y en los que se nota que el dibujante se ha esmerado especialmente, como el encuentro onírico entre el Wolfskin y su deidad tuerta (no, no es Odín) o algunas de las secuencias de esgrima descritas. Aun así, su labor no es suficiente como para hacer recomendable esta lectura a nadie, salvo a furibundos wolfskins de la fantasía heroica.
Completa el tomo de Glénat un Anual de 2008 escrito por Mark Wolfer a partir de una idea de Ellis y dibujado por Gianluca Pagliariani, en una historia de violencia menos explícita pero de desarrollo tan confuso como la principal. El insulso dibujo de Pagliarini no logra hacer olvidar la labor de Ryp en una historia perfectamente olvidable.
Hay una nueva miniserie publicada este año en Estados Unidos pero estos precedentes no animan a darle una nueva oportunidad al personaje. Ya veremos.
Con poco más atavío que una piel de lobo, un fornido norteño perteneciente a los Wolfskin, tribu de celebres guerreros reconocidos por su habilidad para el combate, vagabundea por los bosques sureños hasta que en su camino se cruzan dos viajeros de las tierras del Este que se apoderaron de una perdida aldea y andan enfrentados entre sí para dirimir su control. Cada uno de los dos jefecillos intentará por todos los medios que el Wolfskin le apoye para poder decantar el inestable equilibrio de fuerzas a su favor pero este no sigue más criterio que su particular código del honor y los caprichos de su huidizo dios tuerto.
“Wolfskin” es un tebeo con algunas buenas ideas pésimamente resueltas por un Ellis que no domina las claves de un género que le es extraño. Con una introducción muy howardiana aderezada con referencias a mitos vikingos como la figura de los berserkers y una trama que bebe sin rubor del “Yojimbo” de Kurosawa, Ellis construye una historia tan plana como insustancal a la que solo añade de su propia cosecha unos diálogos supuestamente molones que no pegan para nada a una historia ambientada en una época antigua y opta siempre por el camino más fácil para evitar cualquier complicación que pudiera haber hecho de “Wolfskin” un tebeo mínimamente interesante, llegando incluso a la mera concatenación de páginas y páginas en los que lo único que se desarrolla son escenas mudas de lucha. Más le hubiera valido a Ellis en su búsqueda de referencias en su primera aproximación a la fantasía heroica fijarse en referentes como Roy Thomas o Kurt Busiek y aprender los rudimentos básicos del género para hacer una historia mínimamente interesante en lugar de optar por el abuso de la casquería como única vía para hacer avanzar y concluir la historia demostrando una escasez de recursos alarmante que contradice su buen hacer de obras anteriores.
En su segunda colaboración con Ellis para Avatar, Ryp tampoco se puede decir que realice su mejor trabajo, lastrada su narración por lo absurdo del guión y sorprendiendo para mal en algunos momentos con perspectivas y figuras de proporciones un tanto descuidadas. Sin embargo, por otro lado, hay momentos muy conseguidos y en los que se nota que el dibujante se ha esmerado especialmente, como el encuentro onírico entre el Wolfskin y su deidad tuerta (no, no es Odín) o algunas de las secuencias de esgrima descritas. Aun así, su labor no es suficiente como para hacer recomendable esta lectura a nadie, salvo a furibundos wolfskins de la fantasía heroica.
Completa el tomo de Glénat un Anual de 2008 escrito por Mark Wolfer a partir de una idea de Ellis y dibujado por Gianluca Pagliariani, en una historia de violencia menos explícita pero de desarrollo tan confuso como la principal. El insulso dibujo de Pagliarini no logra hacer olvidar la labor de Ryp en una historia perfectamente olvidable.
Hay una nueva miniserie publicada este año en Estados Unidos pero estos precedentes no animan a darle una nueva oportunidad al personaje. Ya veremos.
4 comentarios:
Hola Pablo:
La verdad es que andaba yo dudando sobre si echarle o no la zarpa encima a este cómic, pero por lo que estoy viendo tiene una buena colección de críticas desfavorables.
Creo que mejor miraré hacia otro lado...
¡Un saludo y gracias por la reseña!
Sobrasada Cósmica,
No sé que se opinará por otros lares pero me da la impresión que su publicación el mismo mes que la esperada "Planetary" no ha favorecido a este cómic que ha pasado bastante desapercibido.
Me remito a la opinión de la entrada.
Impacientes Saludos.
La verdad es que Planetary es uno de esos cómics que parten desde una buena posición de salida: por expectativas generadas, por críticas cosechadas, y por su originalidad. Es normal que éste tipo de obras terminen eclipsando la salida de otras que van más de tapadillo y quedan relegadas a un segundo plano.
De momento dejaré Wolskin en la recámara.
Saludos.
Sobrasada Cósmica,
Si el dilema es elegir entre "Planetary" y "Wolfskin" entonces no hay dilema. ;-D
Impacientes Saludos.
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