miércoles, 26 de mayo de 2010

“Silhouette”, de Víctor Santos y Jesús Alonso Iglesias.


Hay cómics que entran por los ojos y sin más consideraciones sabes que no queda otra que acoquinar y llevártelo a casa para devorarlo en una reposada lectura para o hacerte mil cruces y olvidarlo en un montón tras jurar en arameo que no volverás a dejarte seducir por los cantos de sirena de una maravillosa portada o felicitarte por tu buen ojo y disfrutarlo durante años. Esto último, por suerte, es lo que me ha pasado a mí con “Silhouette”, desde que vi la portada anunciada quedé impactado y sabía que me iba a hacer con él ya que este tebeo del avezado Victor Santos y el novel Jesús Alonso Iglesias prometía ser una de esas lecturas de género con las que disfruto enormemente y esta vez no me he equivocado.

Silhouette es un resistente enmascarado que en las noches del París ocupado de la II Guerra Mundial se dedica a sembrar muerte y plomo entre los confiados nazis. Cuando a la ciudad de la luz llega un miembro de la cúpula nazi y su ayudante en una misión que puede acelerar la victoria final nazi, el valiente Silhouette no sospecha las oscuras fuerzas contra las que tendrá que enfrentarse.

Víctor Santos, tanto en su obra como autor completo como en sus colaboraciones con otros dibujantes, lleva reivindicando cuan soldado japonés olvidado en una isla desierta el digno oficio de contador de historias de género frente a la tendencia mayoritaria hoy día en el cómic patrio por otras propuestas más realistas. Santos es rico en influencias que en lugar de ocultar como hacen otros exhibe orgulloso a la espera de una gran obra que le dé el espaldarazo definitivo entre los críticos que sus fans ya le otorgaron hace tiempo si tenemos en cuenta las colas que se montan en los salones de cómics a los que asiste.

En ese sentido, “Silhouette” es una historia coherente con su trayectoria y cumple su primer objetivo es entretener antes que innovar por lo que desarrolla una atractiva historia pulp plagada de nazis locos, nazis cuerdos y héroes vengativos en medio de una trama esotérica que tiene el regusto nostálgico de personajes pulp como “La Sombra”, los cómics de “Martyn Mystere” y “Capitan América” o las primeras entregas de “Indiana Jones”. Santos no parece tener ganas ni tiempo para irse por las ramas en la caracterización de los personajes o lugares que resuelve en unas pinceladas y va directo al grano en el desarrollo de una historia frenética que no da respiro al lector apabullándolo quizás en exceso con vistas a ocultar ciertas debilidades de la tópica historia y sumergiéndolo en la ilusión de una continuidad inexistente dentro del particular universo de referencias cruzadas que el propio Santos parece ir construyendo en sus últimas obra (no me parece baladí la referencia en los extras a otra de sus creaciones, Black Kaiser) a la espera de poder seguir desarrollando sus propuestas.

Si la historia cumple su objetivo, donde el cómic se vuelve más destacable es en el apartado gráfico donde sorprende el nivel que muestra Jesús Alonso Iglesias del que espero sigamos viendo más cosas. Jesus Alonso Iglesias, novel en el mundo del cómic pero con amplia experiencia en el de la animación, muestra un estupendo nivel narrativo ajustándose como un guante a las directrices marcadas por Santos en el desarrollo de la historia y aunque él señale en la entrevista que aparece en los extras de la obra entre sus influencias a Mignola (la más evidente), Cannif y Falk creo percibir otras como la de Miller y otras no declaradas más propias de cómic francobelga en la construcción de los personajes en la estela de Franquin, que dan al estilo de Alonso un punto eclético y original refrescante. Alonso recrea un París fantasmal y alejado de la realidad, esquematizando al máximo los detalles (aun sin renunciar a ellos) para que todo el peso de la historia recaiga en la acción sorteando la alternancia de páginas cargadas de diálogo con otras –las mejores- en las que la narración se vuelve puramente visual y le permiten un mayor lucimiento. Un dibujante a seguir.

En definitiva, no me arrepiento de la compra de “Silhouette” cómic con el que disfrutarán si aceptan las reglas de Santos aunque quizás echen a faltar un poco más de calma para desarrollar determinadas situaciones y caracterizar los principales personajes. Con todo, la obra consigue sus objetivos, no traicionar la tradición pulp en el que se inscribe y, sobre todo, hacer pasar un rato agradable a quién la lea.

La edición de Dolmen está bastante ajustada de precio y cuenta con abundantes extras lo que es de agradecer en los tiempos que corren.

Ojalá veamos pronto nuevas entregas del enmascarado francés. Será buena señal.

Otras obras de Víctor Santos en El lector impaciente:

Black Kaiser”
La sangre de las valkirias

7 comentarios:

Werewolfie dijo...

Pues tu reseña y la mía coinciden, casi punto por punto, en todo lo básico, lo cual indica que tenemos gustos parecidos. ;) A mí también me parece muy entretenida la historia, y su falta de pretensiones y honradez narrativa es, creo yo, una de sus mayores virtudes: entretener, que no es poco. Y el dibujante es, desde luego, alguien a quien tendremos que seguir...

Osukaru dijo...

Genial reseña!. Pues me lo apunto en mi lista de próximas compras!.

padawan dijo...

Me había picado la curiosidad cuando ví la noticia de su lanzamiento, pero tampoco había leído ninguna reseña hasta ahora. Esto me ha convencido para hacerme con él.

PAblo dijo...

Wolfie,

He leído tu reseña y me ha llamado la atención la referencia a Giménez. ¿Te refieres a alguna obra en concreto?

Osukaru y Padawan,

Gracias. Cuando os lo leáis intercambiamos impresiones si os parece. Eso sí, si no os gusta tampoco me echéis la culpa. ;-D

Impacientes Saludos.

Werewolfie dijo...

No, lo de Giménez es una impresión muy subjetiva y general; simplemente, algunos rostros, algunas expresiones en concreto me sonaban a alguna viñeta de Giménez. El estilo de uno y otro es muy distinto, claro, pero ya digo que alguna expresión hay que me trajo al recuerdo a Giménez. Tampoco me hagas mucho caso. :P

Invierno dijo...

Me ha dejado con ganas de algo más. No sé si es un problema de espacio o de desarrollo de la propia historia o que el argumento se precipita con demasiada inmediatez.
Coincido en que el hecho de no añadir nada nuevo, a veces es muy cómodo para el lector, porque no hay que presentar situaciones ni personajes que reconoces rápidamente, por eso me sorprende la explicación visual sobre el pasado de Jean Pierre que, ya había quedado aclarada anteriormente, y esto entronca con la rapidez con la que se desarrolla la trama central del argumento
No tengo queja, le daremos una segunda lectura a ver qué tal la soporta, pero la primera me deja un poco frío.

PAblo dijo...

La Perse,

Curioso. A mí me recordó más a la escuela francobelga. :-D

Invierno,

En mi opinión y creo que lo comento en la entrada es un recurso manejado por Santos para reforzar la atmosfera pulp del relato creando una falsa sensación de continuidad.

Estamos ante una aventura de Silhouette que no es la primera ni la última pero el resto las desconocemos salvo el flashbacks que mencionas.

A mí lo que me ocurrió es que me hubiera gustado un mayor desarrollo de determinadas situaciones. Con todo, el tebeo como mera obra de entretenimiento, que es lo que pretende ser, funciona muy dignamente.

Impacientes Saludos.