lunes, 15 de marzo de 2010

“Luxley 1”, de Valerie Mangin y Francisco Ruizgé.


El concepto de ucronía, nacido en géneros como la ciencia ficción o la fantasía, ha sido explotado con habilidad por el cómic histórico más comercial de los dos lados del océano, a través de obras que, por lo general, siempre han recibido una buena acogida por parte del público mayoritario ya que, no lo neguemos, a todos nos gusta que nos muestren cómo hubiera sido el mundo si tal o cuál acontecimiento histórico no se hubiera producido o si aquél otro se hubiera producido al revés. La francesa Valèrie Mangin y el español Francisco Ruizgé exploran en “Luxley” una de esas atractivas posibilidades irrealizadas – el descubrimiento por las culturas precolombinas de Europa tres siglos antes de Colón-. “Luxley” es una serie que en Francia está a punto de ver publicado el quinto álbum y que aquí ha empezado a editar 001 Ediciones hace unos pocos meses con un integral que reúne los tres primeros álbumes, “El ojo maligno”, “Santa Inquisición” y “La Sangre de París

En los inicios del siglo XII, los pueblos precolombinos conquistan en apenas ocho todos los reinos cristianos de Europa aprovechando la ausencia de sus reyes en las Cruzadas. Sólo unos pocos fieles resisten ocultos en bosques los terribles poderes de los brujos venidos del otro lado del océano. Uno de los rebeldes que más quebraderos da a los nuevos gobernantes es Robin de Luxley cuando es capturado en Francia durante una vital misión secreta de la resistencia, se precipitan una serie de acontecimientos que convertirán a Robin en una pieza clave para los dos bandos ya que puede ser la llave para consolidar definitivamente a los nuevos y sanguinarios señores o el encargado de erradicarlos definitivamente de Europa. Si quieren saber más, a leer el tebeo.

La francesa Valèrie Mangin ya ha demostrado en “Crónicas de la Era Galáctica” su habilidad para amoldar la Historia Antigua a escenarios fantásticos se atreve ahora con esta ucronía medieval en la que confirma su dominio de la materia con una paradoja no del todo novedosa dentro del cómic europeo (ya Igor Baranko en “La danza del tiempo” partió de una premisa inicial idéntica,) que tiene como resultado interesante cómic de aventuras cuya principal pretensión es entretener sin renunciar por ello a lecturas más ambiciosas como la denuncia de los autoritarismos y los genocidios.



Mangin se muestra especialmente dotada para montar tramas interesantes que van más allá del fácil planteamiento de recurrir únicamente a la acción como único recurso y se preocupa por describir los elaborados intereses que existen entre las distintas facciones a través de unos personajes con matices alejados de la tradicional asociación “buenos” y “malos”, encontrándose personajes elaborados en ambos bandos. De hecho, es encomiable el interés con que la guionista procura escapar en la medida de lo posible del etnocentrismo para justificar la invasión precolombina y dar una explicación plausible a la misma. Mardin no reduce la trama a la monótona sucesión de aventuras de acción y aunque no rehuye de los enfrentamientos habituales de capa y espada busca establecer campos de batalla más originales como las brumas alucinógenas provocadas por el peyote o los cielos. La guionista tiente tantas ideas y es tal el ritmo con que pretende trasladar los acontecimientos al lector que ello conlleva cierto menoscabo en el retrato de los personajes que resultan en exceso esquemáticos y planos, contando probablemente con el supuesto conocimiento previo del lector. Especialmente notorio es el caso del protagonista un Robin Hood escasamente caracterizado que va perdiendo protagonismo conforme pasan los álbumes para convertirse en un personaje coral más en el último de ellos.

La ausencia de pausa conlleva que muchos de las atractivas situaciones planeadas por Mangin pequen de falta de clímax dramático. Son tantas las cosas que quiere mostrar la autora que a veces peca de precipitación. Por otro lado, hay que destacar también la labor de Ruizgé a la hora de caracterizar a los distintos pueblos y sus reacciones de un modo acorde y lógico que muestra una cuidadosa labor de documentación.Por otro lado, en el apartado gráfico, el cómic gana en calidad con la labor del valenciano Francisco Ruizgé, que vista la falta de oportunidades que recibía en España, emigró con buenos resultados a Francia. Ruizgé es un dibujante notable, especialmente en la composición de página en la que demuestra contar con imaginativos recursos, mostrándose hábil en dotar de fluidez y orden el caudal de ideas de Mangin. Su estilo más que a los grandes del cómic europeo parece más cercano a autores como George Perez, Paul Smith, Alan Davis o Brian Bolland, quizás su influencia más evidente, aun cuando también pueda rastrearse la influencia del polaco Rosinsky y el ciclo del País Qa de “Thorgal”, una referencia casi inevitable teniendo en cuenta la temática de la serie. Con todo Ruizgé se muestra como un dibujante con oficio que sabe aglutinar todas estas influencias en la búsqueda de un estilo propio y, álbum a álbum, se atreve con soluciones gráficas cada vez más ambiciosas.

Tanto Ruizgé como Mangin demuestran que han trabajado la ambientación de la serie y la contextualización histórica de los personajes aun cuando aparezcan algunos elementos fantásticos de los que en ocasiones quizás se abuse en exceso. Especial mención merece en este aspecto el dibujante que demuestra su preocupación en la representación de los distintos pueblos precolombinos aliados y los medievales con lo que, en ese sentido, la serie está muy lograda.

En definitiva, “Luxley” asegura un gran rato de entretenimiento a aquellos que les guste el cómic y la historia con una exploración razonable de una ucronía que no insulta la inteligencia del lector aun cuando en ocasiones abuse de ciertos elementos fantásticos. En cuanto a la edición de 001 es bastante legible aun cuando la reducción merma el disfrute del dibujo de Ruizgé que estoy seguro en tamaño álbum ganaría mucho más.

Esperemos que no se demore demasiado la continuación de esta entretenida serie y podamos enterarnos cuanto antes como finaliza la conquista precolombina de Europa. Yo no me lo pierdo.

Blog de Francisco Ruizgé, aquí.

5 comentarios:

Nemo dijo...

A mí, sin embargo, no me convenció en absoluto. Mangin parte de un muy interesante presupuesto que una vez más desaprovecha. Ya en Crónicas de la Era Galáctica y El Azote de los Dioses no consiguió engancharme y con esta ratifica mis impresiones. La guionista sabe concebir ideas atractivas que luego desarrolla de forma rutinaria y anodina en un relato plagado de inconsistencias y sin explotar las posibilidades de cambio del mundo y de la historia que plantea. Todo el comic está salpicado de ridículos toques de magia con un villano que flota sentado en el aire de forma absurda y contínuas visiones fomentadas por el abuso del peyote que, como recurso narrativo, no están mal al principio, pero que se hacen repetitivas hasta el hastío. Los personajes son poco atractivos y los protagonistas incluso repelentes, con comportamientos inexplicables e incomprensibles. A mitad de la historia uno ya ha perdido el interés en lo que está leyendo y todo acaba siendo una medianía. Hasta el comic en sí es medianamente aburrido. Añadamos a esto un dibujante competente, pero que no deslumbra, y un tamaño totalmente inapropiado para este tipo de obra, y tendremos como resultado una decepción en su conjunto. Al final todo parece bastante tonto, desde el protagonista hasta sus antagonistas, pasando por el desarrollo de la historia y la misma situación. A lo que parece querer ir a parar Mangin es a darle la vuelta a la conquista y colonización de América. Un "pongámonos en su lugar", lo que habría pasado si fuera al revés. La misma guionista ha dicho que lo que quería era darle una oportunidad a los pueblos precolombinos, pero se queda en una crítica llena de tópicos y lugares comunes.

Jolan dijo...

La tuya es la primera reseña realmente favorable que leo sobre esta obra. Sinceramente, cuando lo estuve ojeando en la librería me pareció que tenía una pinta bastante maja. Y el trabajo de Ruizgé me parece muy bueno. Si no me hago con él es por la desgana de iniciar otra serie que aún ni está completa en Francia. Con todo, tengo el primer tomo de las Crónicas de la Era Galáctica, también de Mangin.

Saludos!

Invierno dijo...

Coincido con Nemo Nadir. No pondría nin un sólo calificativo menos para comentar lo que ´me pareció el cómic que, admeás, compré cuando todavía no lo habían puesto en los anaqueles de la librería.

Toni dijo...

Yo lo ví flojete flojete, la primera mitad si me entretuvo pero despues se me hizo un poco ordinario.
Saludos.

PAblo dijo...

Nemo,

Está claro que no te ha gustado... ;-D

Creo que tenemos algunos puntos en común. No es una maravilla pero creo que va mejorando en lugar de empeorando y a mí sí me ha entretenido aunque reconozco que soy bastante benevoluente con las ucronías que me parecen un recurso muy agradecido. Mangin y Ruizgé son autores con defectos está claro pero yo creo que la evolución es a mejor y no a peor. También estoy de acuerdo en que el tamaño no beneficia a la obra en absoluto y creo que mucha gente estará de acuerdo contigo porque el principio chcoa y escapa a la convencionalidad.

Jolan,

Mi opinión tampoco la veo tan positiva. Eso sí, priorizo las virtudes de la obra respecto a sus defectos que los tiene y espero se deduzcan de la entrada (sino Nemo los ha dejado bastante claros ;-D). Por otro lado, entiendo tus reparos a no iniciar una serie que no esté terminada en Francia. Eso sí, creo que la serie va de menos a más.

No sé, yo le daría la oportunidad a una relectura aunque está claro que no es una obra maestra...

Invierno y Toni,

A los comentarios anteriores me remito. ;-D

Impacientes Saludos.