Negra, negrísima es la última historia publicada en España por Dib-buks del recientemente premiado en Angòuleme, Barú, en colaboración con el escritor Pierre Pelot. Una historia de factura aparentemente sencilla pero en la que Barú lanza cargas de profundidad directamente a nuestras conciencias.
De un orfanato situado en un pequeño pueblo de Francia, desaparece un niño mongólico (traducción Dib-buks) en una excursión al campo. De inmediato se organiza una expedición de búsqueda en la que los dos golfos del pueblo reclaman su minuto de gloria ante las cámaras mientras las autoridades empiezan a pensar en dirimir responsabilidades frente a la prensa. Cuando la directora del orfanato decide que la joven cuidadora de la excursión se convierta en el chivo expiatorio de la historia sólo su novio parece dispuesto a hacer algo al respecto…
A partir de una anécdota real vivida por Pelot este publicó una novela que es la que ahora aparece adaptada al cómic de la mano de Barú. Este construye una obra que pasa de la comedia al drama sin transición y en la que queda patente el tratamiento negrísimo de una historia en la que denuncia los tejemanejes en la Francia rural. Lo que, aparentemente, se inicia como una ingenua historia coral centrada en unos pintorescos personajes se transforma, a partir de la desaparición del huérfano, en un ácido alegato sobre las deficiencias de los orfanatos franceses y las maniobras del poder frente a los más débiles en una historia en la que el absurdo y la realidad van de la mano y en la que todos los personajes que aparecen son, de uno u otro modo, culpables de lo sucedido.
Pierre Pelot, es un veterano novelista bastante conocido en Francia (no así en España), y en este tebeo deja que un inspirado Barú lleve el peso de la adaptación. Barú hace gala de su estilo enérgico, vivo y expresivo para caracterizar con vitriolo a unos personajes exagerados pero en los que no es difícil atisbar una base realista a partir de la cuál construye una historia que, bajo su aparente ligereza, invita a una reflexión más profunda.
En definitiva, “Un cero a la izquierda” es un cómic que deja un regusto amargo tras sus aparentes excesos pero que muestra el talento de un autor con una mirada única para denunciar las injusticias sociales. Respecto a la edición, de Dib-buks, ligeramente reducida, resulta bastante correcta más allá de su elevado precio aunque el sentido del título original, “Pauvres Zheros”, se pierde inevitablemente con traducción elegida (eso sí, yo tampoco sabría traducirlo mejor…).
Otras obras de Barú en El lector impaciente:
- “Negro”.
De un orfanato situado en un pequeño pueblo de Francia, desaparece un niño mongólico (traducción Dib-buks) en una excursión al campo. De inmediato se organiza una expedición de búsqueda en la que los dos golfos del pueblo reclaman su minuto de gloria ante las cámaras mientras las autoridades empiezan a pensar en dirimir responsabilidades frente a la prensa. Cuando la directora del orfanato decide que la joven cuidadora de la excursión se convierta en el chivo expiatorio de la historia sólo su novio parece dispuesto a hacer algo al respecto…
A partir de una anécdota real vivida por Pelot este publicó una novela que es la que ahora aparece adaptada al cómic de la mano de Barú. Este construye una obra que pasa de la comedia al drama sin transición y en la que queda patente el tratamiento negrísimo de una historia en la que denuncia los tejemanejes en la Francia rural. Lo que, aparentemente, se inicia como una ingenua historia coral centrada en unos pintorescos personajes se transforma, a partir de la desaparición del huérfano, en un ácido alegato sobre las deficiencias de los orfanatos franceses y las maniobras del poder frente a los más débiles en una historia en la que el absurdo y la realidad van de la mano y en la que todos los personajes que aparecen son, de uno u otro modo, culpables de lo sucedido.
Pierre Pelot, es un veterano novelista bastante conocido en Francia (no así en España), y en este tebeo deja que un inspirado Barú lleve el peso de la adaptación. Barú hace gala de su estilo enérgico, vivo y expresivo para caracterizar con vitriolo a unos personajes exagerados pero en los que no es difícil atisbar una base realista a partir de la cuál construye una historia que, bajo su aparente ligereza, invita a una reflexión más profunda.
En definitiva, “Un cero a la izquierda” es un cómic que deja un regusto amargo tras sus aparentes excesos pero que muestra el talento de un autor con una mirada única para denunciar las injusticias sociales. Respecto a la edición, de Dib-buks, ligeramente reducida, resulta bastante correcta más allá de su elevado precio aunque el sentido del título original, “Pauvres Zheros”, se pierde inevitablemente con traducción elegida (eso sí, yo tampoco sabría traducirlo mejor…).
Otras obras de Barú en El lector impaciente:
- “Negro”.
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