Ayer nos anunciaron la muerte de J.D. Salinger, probablemente el escritor que más ha influido en la literatura norteamericana con la obra más corta. Y es que sorprende que un hombre que consagró su vida a escribir publicara tan poco.
Una única novela escrita en la veintena, “El Guardián en el Centeno”, que se convirtió en un hito generacional, y series de cuentos y novelas recopilados en varios libros, protagonizados por la atípica familia Glass.
Saliger se esforzó en cultivar en vida la imagen de autor consagrado a su obra, ajeno a los vaivenes de la modernidad y las servidumbres de las modas y el público. El viejo en su montaña de la que sólo descendía para defender su obra a golpe de demanda y cuya intervenciones eran la comidilla de los cenáculos literarios.
Sin embargo, el Salinger que imaginábamos poco tenía que ver con la realidad. En biografías no autorizadas y a través de las declaraciones de su hija fuimos descubriendo una imagen bien distinta que desmontaba el mito. La de un hombre huraño y maniático con una especial atracción por las jovencitas atraidas por su aureola de "gran escritor".
Más allá de sus rarezas, Salinger fue un escritor genial que nos ha dejado el patrimonio de una obra por la que ha de ser recordado. Imagino que en los próximos años, sus herederos irán publicando material inédito y estudios que completen el puzzle de una personalidad tan esquiva y compleja.
D.E.P.
Una única novela escrita en la veintena, “El Guardián en el Centeno”, que se convirtió en un hito generacional, y series de cuentos y novelas recopilados en varios libros, protagonizados por la atípica familia Glass.
Saliger se esforzó en cultivar en vida la imagen de autor consagrado a su obra, ajeno a los vaivenes de la modernidad y las servidumbres de las modas y el público. El viejo en su montaña de la que sólo descendía para defender su obra a golpe de demanda y cuya intervenciones eran la comidilla de los cenáculos literarios.
Sin embargo, el Salinger que imaginábamos poco tenía que ver con la realidad. En biografías no autorizadas y a través de las declaraciones de su hija fuimos descubriendo una imagen bien distinta que desmontaba el mito. La de un hombre huraño y maniático con una especial atracción por las jovencitas atraidas por su aureola de "gran escritor".
Más allá de sus rarezas, Salinger fue un escritor genial que nos ha dejado el patrimonio de una obra por la que ha de ser recordado. Imagino que en los próximos años, sus herederos irán publicando material inédito y estudios que completen el puzzle de una personalidad tan esquiva y compleja.
D.E.P.
1 comentario:
Publicar un comentario