Llámenme exagerado pero se ha levantado en los madriles estos días una rasca invernal que me viene al pelo para ambientarme y comentarles la lectura de esta miniserie publicada por DC bajo el sello Wildstorm y que Norma editó hace unos meses en nuestro país en un cuco volumen unitario. Se trata de “The Winter men”, un curioso pastiche entre el género superheroico y el negro, una historia ambientada en la corrupta Rusia posoviética.
Kamelov es un antiguo agente del ejército soviético cuyo matrimonio va a pique y que en la nueva Rusia trabaja al servicio del alcalde de Moscú que debe resolver un caso relacionado con la desaparición de una niña a la que se le había realizado un trasplante de hígado. En su investigación, Kamelov descubrirá que el caso guarda oscuras conexiones con su pasado en el ejército soviético cuando pertenecía a un cuerpo de antiguos soldados motorizados ideados como contrapeso al cuerpo de superhombres soviéticos. El melancólico Kamelov tendrá que contar con la ayuda de sus antiguos camaradas de armas cuando debe enfrentarse a las nuevas mafias rusas compuestas por antiguos miembros del ejército soviético y a los políticos corruptos que las controlan quienes extienden sus redes a nivel internacional.
“The Winter Men” es un buen ejemplo de tebeo lleno de buenas ideas mal desarrolladas que a mí, personalmente, me ha dejado bastante frío –valga la redundancia- debido a la dificultad de una trama enrevesada y confusa, plagada de diálogos absurdos, que se hace muy difícil de seguir. Siguiendo la moda de la mezcla de géneros que tan de moda está en los últimos tiempos, Lewis construye un thriller negro clásico, con un punto de critica social hacia la corrupta sociedad soviética que es lo más salvable de una historia en el que se realiza un recorrido por las contradicciones de la Rusia possoviética, sin saber muy bien hacia donde quiere llegar el autor con la trama e incorporando a la historia elementos superheroicos que realmente no aportan demasiado al conjunto que queda desdibujado por los continuos bandazos y soluciones ilógicas ideadas por Lewis. Seguramente, al trabajo de Lewis le afectó la azarosa publicación de la serie –la idea original era su publicación como miniserie de ocho números para Vertigo y acabó en seis dentro de Wildstorm- pero eso no es atenuante suficiente para justificar un tebeo decepcionante argumentalmente.
Sin duda, Lo más destacable de este cómic, más allá de los despropósitos del guión, es el excelente dibujo de John Paul Leon, un dibujante con un estilo realista muy definido y que se sitúa en la línea de gente tan notable como Michael Lark o Sean Phillips y en el que la influencia de Howard Chaykin resulta bastante notoria. Paul Leon sabe dar a la historia el tono sucio que requiere a través de un estilo aparentemente descuidado y expresionista que casa a la perfección con la atmósfera decadente de la invernal Rusia. El color de Dave Stewart, basado en una paleta de tonos apagados y colores fríos, refuerza esa cualidad del dibujo de Leon aun cuando viendo las páginas originales sin color creo que la historia hubiera ganado mucho si se hubiera publicado originalmente en blanco y negro porque en ocasiones las elecciones cromáticas de Stewart no hacen más que aumentar la confusión de una historia que Lewis complica demasiado.
La edición de Norma está bastante bien reproduciendo al final de la obra las portadas originales a menor tamaño aunque se echa a faltar algún artículo de fondo que sirviera para contextualizar el cómic en la Rusia posoviética.
Kamelov es un antiguo agente del ejército soviético cuyo matrimonio va a pique y que en la nueva Rusia trabaja al servicio del alcalde de Moscú que debe resolver un caso relacionado con la desaparición de una niña a la que se le había realizado un trasplante de hígado. En su investigación, Kamelov descubrirá que el caso guarda oscuras conexiones con su pasado en el ejército soviético cuando pertenecía a un cuerpo de antiguos soldados motorizados ideados como contrapeso al cuerpo de superhombres soviéticos. El melancólico Kamelov tendrá que contar con la ayuda de sus antiguos camaradas de armas cuando debe enfrentarse a las nuevas mafias rusas compuestas por antiguos miembros del ejército soviético y a los políticos corruptos que las controlan quienes extienden sus redes a nivel internacional.
“The Winter Men” es un buen ejemplo de tebeo lleno de buenas ideas mal desarrolladas que a mí, personalmente, me ha dejado bastante frío –valga la redundancia- debido a la dificultad de una trama enrevesada y confusa, plagada de diálogos absurdos, que se hace muy difícil de seguir. Siguiendo la moda de la mezcla de géneros que tan de moda está en los últimos tiempos, Lewis construye un thriller negro clásico, con un punto de critica social hacia la corrupta sociedad soviética que es lo más salvable de una historia en el que se realiza un recorrido por las contradicciones de la Rusia possoviética, sin saber muy bien hacia donde quiere llegar el autor con la trama e incorporando a la historia elementos superheroicos que realmente no aportan demasiado al conjunto que queda desdibujado por los continuos bandazos y soluciones ilógicas ideadas por Lewis. Seguramente, al trabajo de Lewis le afectó la azarosa publicación de la serie –la idea original era su publicación como miniserie de ocho números para Vertigo y acabó en seis dentro de Wildstorm- pero eso no es atenuante suficiente para justificar un tebeo decepcionante argumentalmente.
Sin duda, Lo más destacable de este cómic, más allá de los despropósitos del guión, es el excelente dibujo de John Paul Leon, un dibujante con un estilo realista muy definido y que se sitúa en la línea de gente tan notable como Michael Lark o Sean Phillips y en el que la influencia de Howard Chaykin resulta bastante notoria. Paul Leon sabe dar a la historia el tono sucio que requiere a través de un estilo aparentemente descuidado y expresionista que casa a la perfección con la atmósfera decadente de la invernal Rusia. El color de Dave Stewart, basado en una paleta de tonos apagados y colores fríos, refuerza esa cualidad del dibujo de Leon aun cuando viendo las páginas originales sin color creo que la historia hubiera ganado mucho si se hubiera publicado originalmente en blanco y negro porque en ocasiones las elecciones cromáticas de Stewart no hacen más que aumentar la confusión de una historia que Lewis complica demasiado.
La edición de Norma está bastante bien reproduciendo al final de la obra las portadas originales a menor tamaño aunque se echa a faltar algún artículo de fondo que sirviera para contextualizar el cómic en la Rusia posoviética.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo. A mí también me ha decepcionado este albúm. A lo que señalas yo añadiría la confusa narrativa de J.P.Leon. Una lástima.
La misma sensación de confusión me quedó a mí. Es forma de plantear el guión, introduciendo al lector en medio de una historia y unos personajes que no conoce, inmersos en situaciones incomprensibles, para ir encajando las piezas hasta que al final todo parece cobrar coherencia, me recordó al Planetary de Ellis. Sin embargo, aquí todo está más atropellado, mal narrado y peor ensamblado. Mucho me temo que un planteamiento más convencional sólo hubiera contribuido a subrayar el absurdo de la historia de fondo, que nos tragamos precisamente porque no la entendemos hasta el final. Buenas ideas, muy desaprovechadas.
Estoy de acuerdo con lo que comentáis ambos.
Hay momentos en que el tebeo es un enorme caos y Leon también tiene que ver en ello. Hay personajes que los dibuja exactamente igual (Nina y la secretaría de origen asiático) en varias ocasiones.
El comentarista anónimo tiene razón. Existe esa sensación que la cosa se va a aclarar conforme avanza la lectura pero el final es tan desconcertante como el resto del tebeo.
Impacientes Saludos.
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