Atentos todos que hoy hablamos de una leyenda viva del cómic americano, don Joe Kubert, que a pesar de ser un venerable octogenario sigue en la brecha dando lecciones a más de un jovenzuelo de lo que ha de ser un cómic de entretenimiento en una de de sus obras más emblemáticas y personales de las que ya les hablé yo por aquí hace algún tiempo, Tor, de la que Planeta ha reunido en un tomo muy cuco la última miniserie de seis números publicada por DC en Estados Unidos el año pasado “Tor, a prehistoric odissey”.
Asistimos una vez más al origen del personaje, Tor, un troglodita evolucionado exiliado de su tribu debido a las envidias de sus congéneres. El apuesto y aguerrido Tor inicia un vagabundeo que le llevará a un valle escondido en el que se enfrentará a todo tipo de animales prehistóricos, engendros antediluvianos y tribus simiescas en vías de extinción aficionadas a los sacrificios.
La verdad es que he disfrutado enormemente este tebeo comprobando la sabiduría que destila en cada página. Y es que Kubert nos mete en harina desde la primera página en que siguiendo un rastro de huellas sitúa al lector en su realidad de hace un millón de años incorporando la tensión necesaria para desear pasar la página. Kubert logra en todo momento que la narración fluya ágilmente en un tebeo carente de diálogos y en el que la parte grafica es complementada con concisos y escuetos cuadros de texto de los que perfectamente podríamos prescindir porque la acción se sigue perfectamente a través del dibujo del autor, uno de los dibujantes que mejor han sabido captar el movimiento y la anatomía humana a lo largo de sus casi setenta años de carrera.
Asistimos una vez más al origen del personaje, Tor, un troglodita evolucionado exiliado de su tribu debido a las envidias de sus congéneres. El apuesto y aguerrido Tor inicia un vagabundeo que le llevará a un valle escondido en el que se enfrentará a todo tipo de animales prehistóricos, engendros antediluvianos y tribus simiescas en vías de extinción aficionadas a los sacrificios.
La verdad es que he disfrutado enormemente este tebeo comprobando la sabiduría que destila en cada página. Y es que Kubert nos mete en harina desde la primera página en que siguiendo un rastro de huellas sitúa al lector en su realidad de hace un millón de años incorporando la tensión necesaria para desear pasar la página. Kubert logra en todo momento que la narración fluya ágilmente en un tebeo carente de diálogos y en el que la parte grafica es complementada con concisos y escuetos cuadros de texto de los que perfectamente podríamos prescindir porque la acción se sigue perfectamente a través del dibujo del autor, uno de los dibujantes que mejor han sabido captar el movimiento y la anatomía humana a lo largo de sus casi setenta años de carrera.
Las peripecias de “Tor” rezuman esa agradable esencia pulp de antaño en la que las imprecisiones y las fantasías se perdonan en pos de la aventura en estado puro. Kubert es de esos viejos irreductibles dinosaurios que entiende que en cada comic-book tiene que contar una historia autoconclusiva que satisfaga al lector y en la primera página del siguiente número resumir lo acontecido anteriormente y cumple a rajatabla con esos mandamientos olvidados ofreciendo siempre atractivas soluciones gráficas.
Más allá de las lecciones de anatomía sobre cómo y dónde se han de colocar los músculos de los personajes, Kubert enseña a cualquiera que quiera dibujar tebeos el arte de la composición de página y cómo cada viñeta cobra un sentido dentro del todo que es la historia. Desde el uso de estrechas viñetas horizontales para representar la claustrofobia de un túnel que se va estrechando cada vez más a las estrechas viñetas verticales que representan la enormidad de una inevitable caída a un vacío insonsable hasta espectaculares splash page en la que casi sientes el fétido olor del aliento de un Tiranosaurio en la cara y cada elemento está minuciosamente planificado.
Los convencidos como yo, disfrutarán viendo al maestro en plena forma usar los trucos de siempre, esos que ya aparecían en las más tempranas encarnaciones del personaje o en obras posteriores como su “Tarzan” y los más jóvenes tendrán que aceptar que los hijos no han superado al padre y rendirse a las excelencias de este gran artista.
Por otro lado, la edición de Planeta me parece bastante correcta y la pequeña reducción respecto al tamaño comic book no afecta demasiado al disfrute de la obra. La edición incluye, aparte de las portadas originales, un prólogo de otro admirador del maestro, un tal Roy Thomas. Si sólo pueden comprar un tebeo este mes, que sea este.
5 comentarios:
Sin duda un grandioso autor del que más de uno debería aprender, que con su edad sigue en lo más alto. Yo soy de los que se compró aquel comic de Planeta y lo recomienda a todo el mundo.
Saludos
Yo ya me lo compré; con este no me lo pensé dos veces...
Totalmente de acuerdo con lo que dices, ninguno de sus hijos ha conseguido ni superar ni tan solo igualar al padre.
Saludos.
Hola, PABLO:
Joe Kubert marcó el nivel más alto de calidad en los comics de USA.
No he visto mucho de este personaje, pero la sola mención del dibujante garantiza su valor.
Gracias por esta entrada.
Un saludo transhemisférico.
No conocía esta obra de Kubert. Parece estar a la altura del resto de su producción.
Crowley,
Los de la vieja escuela están hechos de una pasta especial. Eisner, Foster, Schultz también estuvieron al pie del cañón hasta prácticamente el final de sus vidas. A mí me ha asombrado que Kubert haya dibujado esta obra con este nivel con 81 u 82 años.
Mo Sweat,
Y no son malos dibujantes aunque están muy por debajo del padre. Entre Adam y Andy prefiero a Andy.
Hola Robetor,
Bufff...Teniendo en cuenta que este hombre es historia viva del mainstream ha vivido desde lo mejor a lo peor. Pero, desde luego, es de los mejorcitos.
Emilio,
No sé si te refieres a esta miniserie en concreto o al personaje. Supongo que te refieres a la obra porque este Tor hace casi cincuenta años y aunque nunca ha sido un personaje puntero y ha pasado por casi todas las editoriales americanas el autor nunca lo ha abandonado.
Impacientes Saludos.
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