Mucho valor han tenido Xavier Dorison y Mathieu Lauffray, para atreverse a seguir en una nueva serie de cómic, las aventuras de uno de los personajes más emblemáticos de la literatura universal, Long John Silver, uno de los secundarios más importantes de la novela de aventuras y el personaje que sin duda ha fijado en el imaginario colectivo el icono de lo que es un pirata. Valor porque, quién más quién menos haya o no leído “La isla del tesoro” de R.L. Stevenson (si no la han leído, ya están tardando, mozalbetes, que los mayores de treinta estoy seguro que la hemos leído casi todos), conoce el personaje por las incontables adaptaciones cinematográficas y si cometen el más mínimo desliz los críticos ortodoxos más recalcitrantes les pondrán con mucho gusto en sus manos la mota negra.
En 1785 , lord Hastings descubre en lo más recóndito de la selva amazónica, la ciudad perdida de Guayanacapac mientras que, en Inglaterra, su casquivana y bella esposa, Lady Vivien Hastings, quién creyendo a su marido fallecido, está a punto de casarse en segundas nupcias con el bobalicón Lord Prisham, en un matrimonio de conveniencia que le permitirá encubrir su embarazo y recuperar su fortuna perdida. Sin embargo, los planes de Vivien se tuercen cuando el hermano de lord Hastings, mediante un poder firmado por este, la priva de lo que queda de su patrimonio para fletar un barco con el que unirse a su hermano. La intrigante mylady decide entonces enrolarse en el barco para hacerse con el tesoro de Guayanacapac junto al doctor Livesey y a cierto cocinero cojo y su banda de patibularios colegas con los que ha llegado a un siniestro arreglo para hacerse con el barco y el tesoro.
Xavier Dorison, un guionista experimentado escribiendo todo tipo de cómic de aventuras, pone en este album los cimientos para construir una trepidante historia de piratas que sirve, como ya indica en el inicio de la obra, de homenaje a la obra de R.L. Stevenson. Dorison toma de la obra original de Stevenson un mismo punto de partida, el mapa de un tesoro que si en el caso de la novela se encontraba en la isla perdida de Flint, en este álbum se encuentra en el mítico El Dorado que Dorison sitúa en la perdida ciudad inca de Guayanacapac, incorporando un elenco de novedosos personajes de dudosa reputación y motivaciones que contrastan con el ingenuo Jim Hawkins, que protagonizó y narró la obra original, aunque, en esta ocasión, toma como narrador de la historia al doctor Livesey que también apareciera en “La isla del tesoro” y que sirve de nexo de unión entre los elementos reutilizados de la obra de Stevenson y los de cosecha propia. Con mucha habilidad, Dorison va dosificando la presentación de esos personajes que van a protagonizar su aventura, dejando hasta bien entrada la mitad del álbum el que más tirón e interés suscita, su revisión del mítico John El Largo, mostrándose al tiempo renovador y respetuoso con el personaje original en una historia situada varios años después de los hechos narrados en la novela por Stevenson. El Long John de Dorison, soberbiamente retratado por Lauffray, ha prescindido de su inseparable loro y de su esposa de color, pero se muestra tan astuto y hábil como el de la novela pero mucho más taimado y letal, como queda claro en el lance con el pirata Samir.
A lo largo de sesenta páginas, Dorison construye un más que correcto y entretenido álbum de inicio para una serie de aventuras, lleno de personajes interesantes y bien construidos que alterna con espectaculares secuencias de acción muy bien construidas. Sin embargo, como ya es habitual en otras obras de este autor, vuelve a mostrar ciertas omisiones en la secuencia lógica de la narración y la transición entre episodios, debido quizás a la libertad que el guionista da a su trabajo con los soberbios dibujantes con los que colabora, o a lo limitado del formato de 60 páginas que obligan al escritor a escatimar al máximo en la construcción de la historia dejando situaciones sin cerrar.
Como decía en el anterior párrafo, Dorison es uno de los actuales guionistas de la BD que mejor ojo tiene a la hora de seleccionar a sus dibujantes, colaborando actualmente en sus series abiertas con gentes de la talla de Breccia hijo, Rossi, o este Mathieu Lauffray, con quien ya colaboró en “Prophet”, y que aquí realiza una labor espectacular, enganchando al lector desde la primera página a una historia un tanto convencional y, de momento, predecible, pero que se agranda gracias a su labor. Lauffrey ofrece un dibujo espectacular, con una excelente planificación de página con unas espectaculares splash page y un uso del color muy logrado, en el que ha contado con la colaboración de Thim Montaigne, para lograr una magnífica ambientación para caracterizar los espacios húmedos y siniestros en los que se desarrolla la acción.
En definitiva, “Long John Slver” es un álbum de aventuras de corte clásico muy bien planteado y de lectura agradable que no defraudará a los aficionados al género y que, a pesar de su predecibilidad, deja con ganas de leer más y averiguar qué sorpresas se sacará Dorison de la manga, por lo que, es de desear que Norma no retrase demasiado la publicación de la segunda entrega, “Neptuno”.
La edición de Norma es muy lujosa y no se la puede poner ningún defecto aunque claramente un álbum de 60 páginas por 16 euros actualmente no esté al alcance de muchos bolsillos, aunque, en esta ocasión, en mi opinión, merezca la pena el esfuerzo. Ustedes deciden.
Otras obras de Xavier Dorison en El lector impaciente:
- “Los centinelas 1: Las cosechas de acero”, junto a Enrique Breccia.
En 1785 , lord Hastings descubre en lo más recóndito de la selva amazónica, la ciudad perdida de Guayanacapac mientras que, en Inglaterra, su casquivana y bella esposa, Lady Vivien Hastings, quién creyendo a su marido fallecido, está a punto de casarse en segundas nupcias con el bobalicón Lord Prisham, en un matrimonio de conveniencia que le permitirá encubrir su embarazo y recuperar su fortuna perdida. Sin embargo, los planes de Vivien se tuercen cuando el hermano de lord Hastings, mediante un poder firmado por este, la priva de lo que queda de su patrimonio para fletar un barco con el que unirse a su hermano. La intrigante mylady decide entonces enrolarse en el barco para hacerse con el tesoro de Guayanacapac junto al doctor Livesey y a cierto cocinero cojo y su banda de patibularios colegas con los que ha llegado a un siniestro arreglo para hacerse con el barco y el tesoro.
Xavier Dorison, un guionista experimentado escribiendo todo tipo de cómic de aventuras, pone en este album los cimientos para construir una trepidante historia de piratas que sirve, como ya indica en el inicio de la obra, de homenaje a la obra de R.L. Stevenson. Dorison toma de la obra original de Stevenson un mismo punto de partida, el mapa de un tesoro que si en el caso de la novela se encontraba en la isla perdida de Flint, en este álbum se encuentra en el mítico El Dorado que Dorison sitúa en la perdida ciudad inca de Guayanacapac, incorporando un elenco de novedosos personajes de dudosa reputación y motivaciones que contrastan con el ingenuo Jim Hawkins, que protagonizó y narró la obra original, aunque, en esta ocasión, toma como narrador de la historia al doctor Livesey que también apareciera en “La isla del tesoro” y que sirve de nexo de unión entre los elementos reutilizados de la obra de Stevenson y los de cosecha propia. Con mucha habilidad, Dorison va dosificando la presentación de esos personajes que van a protagonizar su aventura, dejando hasta bien entrada la mitad del álbum el que más tirón e interés suscita, su revisión del mítico John El Largo, mostrándose al tiempo renovador y respetuoso con el personaje original en una historia situada varios años después de los hechos narrados en la novela por Stevenson. El Long John de Dorison, soberbiamente retratado por Lauffray, ha prescindido de su inseparable loro y de su esposa de color, pero se muestra tan astuto y hábil como el de la novela pero mucho más taimado y letal, como queda claro en el lance con el pirata Samir.
A lo largo de sesenta páginas, Dorison construye un más que correcto y entretenido álbum de inicio para una serie de aventuras, lleno de personajes interesantes y bien construidos que alterna con espectaculares secuencias de acción muy bien construidas. Sin embargo, como ya es habitual en otras obras de este autor, vuelve a mostrar ciertas omisiones en la secuencia lógica de la narración y la transición entre episodios, debido quizás a la libertad que el guionista da a su trabajo con los soberbios dibujantes con los que colabora, o a lo limitado del formato de 60 páginas que obligan al escritor a escatimar al máximo en la construcción de la historia dejando situaciones sin cerrar.
Como decía en el anterior párrafo, Dorison es uno de los actuales guionistas de la BD que mejor ojo tiene a la hora de seleccionar a sus dibujantes, colaborando actualmente en sus series abiertas con gentes de la talla de Breccia hijo, Rossi, o este Mathieu Lauffray, con quien ya colaboró en “Prophet”, y que aquí realiza una labor espectacular, enganchando al lector desde la primera página a una historia un tanto convencional y, de momento, predecible, pero que se agranda gracias a su labor. Lauffrey ofrece un dibujo espectacular, con una excelente planificación de página con unas espectaculares splash page y un uso del color muy logrado, en el que ha contado con la colaboración de Thim Montaigne, para lograr una magnífica ambientación para caracterizar los espacios húmedos y siniestros en los que se desarrolla la acción.
En definitiva, “Long John Slver” es un álbum de aventuras de corte clásico muy bien planteado y de lectura agradable que no defraudará a los aficionados al género y que, a pesar de su predecibilidad, deja con ganas de leer más y averiguar qué sorpresas se sacará Dorison de la manga, por lo que, es de desear que Norma no retrase demasiado la publicación de la segunda entrega, “Neptuno”.
La edición de Norma es muy lujosa y no se la puede poner ningún defecto aunque claramente un álbum de 60 páginas por 16 euros actualmente no esté al alcance de muchos bolsillos, aunque, en esta ocasión, en mi opinión, merezca la pena el esfuerzo. Ustedes deciden.
Otras obras de Xavier Dorison en El lector impaciente:
- “Los centinelas 1: Las cosechas de acero”, junto a Enrique Breccia.
4 comentarios:
Pues sí, La isla del tesoro es uno de los más grandes (si no el más grande) libro de aventuras. Personajes, ambientación, argumento, eso por no decir todo lo referente a lo que se da en llamar "novela de iniciación", el joven Jim, en su paso a la madurez, un aspecto que para mí siempre hace interesante un libro. Precisamente llevo un tiempo considerando el volver a leerlo, cosa que hice hace mucho tiempo atrás.
En cuanto al tebeo en cuestión, pues pensé en saltármelo, pero veo a parte de la blogosfera muy interesada, ahora bien, el precio... a ver si hay suerte a través de la biblioteca pública, porque no me veo pagándolo, la verdad.
Saludos.
Coincidimos nuevamente en lectura, amigo PAblo.
Una serie que nos va a hacer disfrutar.
Gran reseña, como siempre.
Un saludo.
Lo curioso es lo poco que se le nota al John Silver de esta serie que le falta una pierna...el loro, si han pasado mas de 20 años de la aventura de la hispaniola, es probable que haya acabado en la olla. Lo que este Silver no pierde es su toque con los pucheros...de todas las formas, a esperar y a ver que pasa.
David,
Por eso es todo un clásico. Tienes razón en resaltar el elemento iniciatico que tiene "La isla del tesoro" y que en este cómic seguramente se pierda, aunque yo creo que veremos por aquí a un Jim Hawkins adulto. Habrá que estar atentos.
Angux,
Al parecer tenemos parecidos gustos, de ahí la coincidencia. Gracias.
Blueberry,
Es cierto lo que comentas. Leyendo el cómic, en más de una ocasión he tenido la sensación que Lauffray está haciendo un estudio de distintos aspectos de la personalidad del personaje mostrando sus características, la astucia, su falta de piedad, su habilidad con los cucharones, etc.
Yo sí echo en falta al loro, ¿no se supone que viven 100 años?
Impacientes Saludos.
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