Ayer super Barack fue fiel a su cita con la historia y con algo de retraso juró el puesto. Todo muy emocionante, muy patriótico y muy americano, con constantes planos de mujeres, niños y ancianos aplaudiendo entusiasmados a Barack en quién ven al superhéroe salvador que les va a solucionar todos sus problemas. Luego se fue de bailes y vimos que lo de bailar requiere de unas dotes intrínsecas que no se adquieren por muchas clases que des – lo digo por experiencia- ni por asesores que te aconsejen.
Entiéndame, a mí también me cae bien Obama y su nombre va a figurar ya en todos los libros de Historia, y frente a la oscura alternativa continuista a la que se enfrentaba en las elecciones, me siento mucho más seguro visto lo visto. Pero soy reacio a este rol mesiánico que le han impuesto y que él ha asumido con tanta naturalidad con constantes guiños a la historia norteamericana. Lo mejor que puede hacer Obama es olvidarse del histerismo colectivo que le rodea y le endiosa y recordar cuáles son sus orígenes. Él ya ha pasado a la historia ahora está por ver si quiere ser recordado por algo más que ser el primer negro (perdón, afroamericano) que ocupó el Despacho Oval o realmente quiere y puede cambiar algo en la política de un país (y de un planeta) demasiado anquilosado por egoistas intereses.
Espero que Obama lo haga bien pero,ojalá me equivoque, no espero milagros ni giros radicales en la política norteamericana respecto a los últimos años. De las crisis económicas no se sale de un día para otro aunque no estaría de más que desde el principio mostrará su posicionamiento claro respecto a temas políticos tan candentes como Guantánamo o Palestina (más que nada porque más allá de los dineros en esos sitios se mata y tortura a gente).
Ah, y nuestros políticos y representantes, ya sean gobernando o en la oposición, deberían dejar de babear al nuevo imperator y pelearse para decidir a quién se parece más el nuevo niño de la guardería, y arremangarse las mangas y ponerse a trabajar porque, sin querer ser pesimista, la que se avecina es de órdago.
Entiéndame, a mí también me cae bien Obama y su nombre va a figurar ya en todos los libros de Historia, y frente a la oscura alternativa continuista a la que se enfrentaba en las elecciones, me siento mucho más seguro visto lo visto. Pero soy reacio a este rol mesiánico que le han impuesto y que él ha asumido con tanta naturalidad con constantes guiños a la historia norteamericana. Lo mejor que puede hacer Obama es olvidarse del histerismo colectivo que le rodea y le endiosa y recordar cuáles son sus orígenes. Él ya ha pasado a la historia ahora está por ver si quiere ser recordado por algo más que ser el primer negro (perdón, afroamericano) que ocupó el Despacho Oval o realmente quiere y puede cambiar algo en la política de un país (y de un planeta) demasiado anquilosado por egoistas intereses.
Espero que Obama lo haga bien pero,ojalá me equivoque, no espero milagros ni giros radicales en la política norteamericana respecto a los últimos años. De las crisis económicas no se sale de un día para otro aunque no estaría de más que desde el principio mostrará su posicionamiento claro respecto a temas políticos tan candentes como Guantánamo o Palestina (más que nada porque más allá de los dineros en esos sitios se mata y tortura a gente).
Ah, y nuestros políticos y representantes, ya sean gobernando o en la oposición, deberían dejar de babear al nuevo imperator y pelearse para decidir a quién se parece más el nuevo niño de la guardería, y arremangarse las mangas y ponerse a trabajar porque, sin querer ser pesimista, la que se avecina es de órdago.
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