El miércoles fue uno de esos días que después de bastante tiempo encontré un hueco para ir solo al cine. Como los títulos que realmente me apetece ver los tenía comprometidos (“Transsiberian”, “Camino”, ya les contaré) para el fin de semana y realmente me apetecía algo que no exigiera demasiado de mis cansadas neuronas decidí apostar sobre seguro y me decanté por “El reino prohibido”, una de fantasía oriental de la que no tenía referencias salvo que su principal reclamo es el encuentro de las dos grandes –y veteranas- estrellas del cine de artes y mamporros marciales Jet Li y Jackie Chan. Como mínimo, esperaba una película con buenas coreografía de lucha y como máximo una sorprendente e inspiradora fantasía a la altura de “Tigre y Dragón”. Al salir del cine, la sensación es que había pasado el rato con una película que pretendiendo lo segundo se ha quedado en lo primero. Pero vamos por partes.
La historia se inicia con un jovencito aficionado a las películas de artes marciales que frecuenta el bazar de un viejo chino en el que descubre un legendario bastón de Bó . Obligado por los malotes del barrio, el apocado protagonista les ayudará en el robo de la tienda del chino, pero la cosa se complica cuando del viejito resulta herido. Huyendo de sus cómplices con el preciado bastón el joven se cae de un edificio trasladándose por arte del birli birloque oriental a una China medieval y mágica en la que descubrirá que es el señalado por una vieja profecía para devolver al mítico y semidivino Rey Mono el bastón con el que derrotará al malvado e inmortal Señor de la Guerra de Jade. De este modo, nuestro héroe iniciará un incierto viaje hacia el Palacio del Señor de Jade acompañado de un monje silencioso, un inmortal borracho y la bella y vengativa Gorrión para enfrentarse a su destino sorteando peligros y aventuras al tiempo que aprende de sus compañeros los secretos de las artes marciales.
Basándose libremente en “La leyenda del Rey Mono”, el manuscrito anónimo que en la literatura china equivale al Quijote, también conocido como "Camino al Oeste" y que también inspiró la popular “Bola de Dragón”, y “La Historia Interminable” de Michael Ende (como no creo que el guionista del invento haya leído ninguno de los dos libros háganse a la idea que se inspiró en los dibujos y la película), Rob Minkoff intenta dar coherencia al batiburrillo que les he contado en una producción a la que la falta metraje, calidad y presupuesto para compararse con las obras referentes del género oriental pero que asumiendo sus limitaciones y, gracias a la profesionalidad de Li y Chan se deja ver.
Careciendo de la fuerza visual de Zhang Yimou o del exquisito lirismo de Ang Lee, lo más sonrojante de la historia sea el atrezzo y los efectos especiales a la altura de un episodio de “Xena” y dan idea de que no nos encontramos ante una gran producción en la que la caracterización de los personales o bien es ridícula como la de el Rey Mono o directamente clónica de otras películas de fantasía oriental o de la mismísima “Bola de Dragón” pasándose la mayor parte de la película el nefasto Michael Angarano disfrazado de Goku. Rob Minkoff (“Stuart Little”, “La mansión encantada”) mantiene la gracia del invento a través de las entretenidas coreografías de luchas y un humor burdo y desenfadado que en su simplicidad resulta por momentos divertidos y por momentos irritante en un producto familiar destinado a todos los públicos. Nada hay original en el tratamiento de una historia arquetípica de buenos buenísimos y malos malísimos en la que ninguno de los actores destaca especialmente malgastándose el encuentro entre Li y Chan en una historia a la que falta aliento épico y nunca llegará a referente del género.
En definitiva, una película perfectamente prescindible y olvidable pero con la que pueden pasar el rato una tarde en la que no tengan nada mejor que hacer. Si les gusta el género no encontrarán nada que les incomode pero si no les gusta ni lo intenten.
Ahí les dejo el trailer de la película y el cartel más chulo que el español realizado para Estados Unidos, donde parece que la película está siendo un éxito.
La historia se inicia con un jovencito aficionado a las películas de artes marciales que frecuenta el bazar de un viejo chino en el que descubre un legendario bastón de Bó . Obligado por los malotes del barrio, el apocado protagonista les ayudará en el robo de la tienda del chino, pero la cosa se complica cuando del viejito resulta herido. Huyendo de sus cómplices con el preciado bastón el joven se cae de un edificio trasladándose por arte del birli birloque oriental a una China medieval y mágica en la que descubrirá que es el señalado por una vieja profecía para devolver al mítico y semidivino Rey Mono el bastón con el que derrotará al malvado e inmortal Señor de la Guerra de Jade. De este modo, nuestro héroe iniciará un incierto viaje hacia el Palacio del Señor de Jade acompañado de un monje silencioso, un inmortal borracho y la bella y vengativa Gorrión para enfrentarse a su destino sorteando peligros y aventuras al tiempo que aprende de sus compañeros los secretos de las artes marciales.
Basándose libremente en “La leyenda del Rey Mono”, el manuscrito anónimo que en la literatura china equivale al Quijote, también conocido como "Camino al Oeste" y que también inspiró la popular “Bola de Dragón”, y “La Historia Interminable” de Michael Ende (como no creo que el guionista del invento haya leído ninguno de los dos libros háganse a la idea que se inspiró en los dibujos y la película), Rob Minkoff intenta dar coherencia al batiburrillo que les he contado en una producción a la que la falta metraje, calidad y presupuesto para compararse con las obras referentes del género oriental pero que asumiendo sus limitaciones y, gracias a la profesionalidad de Li y Chan se deja ver.
Careciendo de la fuerza visual de Zhang Yimou o del exquisito lirismo de Ang Lee, lo más sonrojante de la historia sea el atrezzo y los efectos especiales a la altura de un episodio de “Xena” y dan idea de que no nos encontramos ante una gran producción en la que la caracterización de los personales o bien es ridícula como la de el Rey Mono o directamente clónica de otras películas de fantasía oriental o de la mismísima “Bola de Dragón” pasándose la mayor parte de la película el nefasto Michael Angarano disfrazado de Goku. Rob Minkoff (“Stuart Little”, “La mansión encantada”) mantiene la gracia del invento a través de las entretenidas coreografías de luchas y un humor burdo y desenfadado que en su simplicidad resulta por momentos divertidos y por momentos irritante en un producto familiar destinado a todos los públicos. Nada hay original en el tratamiento de una historia arquetípica de buenos buenísimos y malos malísimos en la que ninguno de los actores destaca especialmente malgastándose el encuentro entre Li y Chan en una historia a la que falta aliento épico y nunca llegará a referente del género.
En definitiva, una película perfectamente prescindible y olvidable pero con la que pueden pasar el rato una tarde en la que no tengan nada mejor que hacer. Si les gusta el género no encontrarán nada que les incomode pero si no les gusta ni lo intenten.
Ahí les dejo el trailer de la película y el cartel más chulo que el español realizado para Estados Unidos, donde parece que la película está siendo un éxito.
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