El buen salvaje -ya saben ese ingenuo y rousseaniano concepto por el que el hombre desarrollado en la Naturaleza y desconectado de la sociedad es depositario de las más altas cualidades morales frente a las miserias y maldades que esconde la civilización- decayó como fruta madura en las teorías filosófícas y políticas del XIX para encontrar en el siglo XX acomodo dentro del imaginario popular gracias a su materialización en la inmortal creación de Edgard Rice Burroughs, “Tarzan, el rey de los Monos”, dando lugar a más de una veintena de novelas de mayor o menor fortuna y una exitosa serie de adaptaciones al cine que ayudaron a fortalecer el icono, así como de una serie de adaptaciones al cómic que son historia del medio y de las que se trata con mayor conocimiento del que yo pueda aportar aquí y aquí.
Sin embargo, aunque Tarzan es el modelo de buen salvaje original que eclipsa todos los demás, ha habido otros a tener en cuenta. En España, donde este tipo de personaje tuvo una aceptación importante en los olvidados años dorados del cómic nacional de la década de los cincuenta en personajes como “Purk, el hombre de piedra” de Manuel Gago o “Pantera Negra” de Pedro Quesada y José Ortiz, donde contaron con un notable seguimiento, o, de vuelta a los Estados Unidos, en personajes como el Tor de Joe Kubert y el Ka Zar de Jack Kirby. Personajes todos ellos afluentes de un mismo río -la obra de Burroughs y Doyle en la literatura y la de Hal Foster y Russ Manning en el cómic), salvajes sui generis todos ellos que ambientaban sus aventuras en territorios inexplorados y fantásticos, mundos perdidos tanto geográfica como temporalmente.
En 1950, empezó a publicarse en España por Editorial Valenciana “Purk el hombre de Piedra”, la serie más original de la enorme producción de Manuel Gago, quién ya se había convertido desde hacia años en un superventas con “El Guerrero del Antífaz”. A lo largo de 210 episodios el dibujo limitado en el trazo pero enormemente efectivo en la narración de Gago se vio enriquecido por los guiones de su hermano Pablo inventándose entre ambos una Edad de Piedra a la medida poblada por todo tipo de prehistóricos monstruos imaginados, tribus híbridas (las combinaciones de humano con casi cualquier animal fueron exploradas y explotadas hasta limites insospechados) o seres mitológicos, una prehistoria en la que el atlético Purk junto a su hermosa esposa Lila y el joven Sandar se encargaban de poner orden e impartir justicia.
En 1956, aparece editada por la editorial Maga la interesantísima “Pantera Negra” serie desarrollada con bastante éxito por Pedro Quesada y José Ortiz quién pronto sería sustituido por el hermano del dibujante, Miguel. La serie se ajusta bastante bien a las características propias del icono tarzanesco adaptado a los gustos de los españolitos y los censores, personaje huérfano criado en la selva donde desface todo tipo de entuertos, ayudado de su mascota, la pantera negra Isabelita (no es coña) y la consabida terna de secundarios impenitente en el cómic patrio de la época, la esposa del Pantera, Susana, y su hijo, el pequeño pantera, Jorge, quién a partir del número 55, en un curioso giro de la trama toma el protagonismo de la serie, provocando primero un cambio del título de la cabecera por “El pequeño Pantera Negra” protagonizando historias más fantásticas si cabe, poblándose los tebeos de todo tipo de misterios desde un reino perdido de romanos dispuestos a conquistar el mundo montados en platillos volantes hasta vampiros, aumentando con ello el éxito de la coleccióna pesar del abandono de la serie en 1961 de Pedro Quesada por Jesús Herrero. En “El pequeño Pantera Negra” se mantuvo bastante bien la continuidad entre las dos series de una manera original, separando a Jorgito de sus padres mediante un cataclismo y dotando a este de unos compañeros a su medida con la amazona Gacela y el gorila Juanito, aparte de la consabida pantera Isabelita que no le abandonó. La serie se mantuvo con otro cambio de dibujante Miguel Roselló, alcanzando la colección 329 números.
Como les imagino cansados ante tanta sobredosis de selvática testosterona tebeil, en la próxima entrega cruzaré el charco para comentarles sobre Tor y Ka Zar.
Sin embargo, aunque Tarzan es el modelo de buen salvaje original que eclipsa todos los demás, ha habido otros a tener en cuenta. En España, donde este tipo de personaje tuvo una aceptación importante en los olvidados años dorados del cómic nacional de la década de los cincuenta en personajes como “Purk, el hombre de piedra” de Manuel Gago o “Pantera Negra” de Pedro Quesada y José Ortiz, donde contaron con un notable seguimiento, o, de vuelta a los Estados Unidos, en personajes como el Tor de Joe Kubert y el Ka Zar de Jack Kirby. Personajes todos ellos afluentes de un mismo río -la obra de Burroughs y Doyle en la literatura y la de Hal Foster y Russ Manning en el cómic), salvajes sui generis todos ellos que ambientaban sus aventuras en territorios inexplorados y fantásticos, mundos perdidos tanto geográfica como temporalmente.
En 1950, empezó a publicarse en España por Editorial Valenciana “Purk el hombre de Piedra”, la serie más original de la enorme producción de Manuel Gago, quién ya se había convertido desde hacia años en un superventas con “El Guerrero del Antífaz”. A lo largo de 210 episodios el dibujo limitado en el trazo pero enormemente efectivo en la narración de Gago se vio enriquecido por los guiones de su hermano Pablo inventándose entre ambos una Edad de Piedra a la medida poblada por todo tipo de prehistóricos monstruos imaginados, tribus híbridas (las combinaciones de humano con casi cualquier animal fueron exploradas y explotadas hasta limites insospechados) o seres mitológicos, una prehistoria en la que el atlético Purk junto a su hermosa esposa Lila y el joven Sandar se encargaban de poner orden e impartir justicia.
En 1956, aparece editada por la editorial Maga la interesantísima “Pantera Negra” serie desarrollada con bastante éxito por Pedro Quesada y José Ortiz quién pronto sería sustituido por el hermano del dibujante, Miguel. La serie se ajusta bastante bien a las características propias del icono tarzanesco adaptado a los gustos de los españolitos y los censores, personaje huérfano criado en la selva donde desface todo tipo de entuertos, ayudado de su mascota, la pantera negra Isabelita (no es coña) y la consabida terna de secundarios impenitente en el cómic patrio de la época, la esposa del Pantera, Susana, y su hijo, el pequeño pantera, Jorge, quién a partir del número 55, en un curioso giro de la trama toma el protagonismo de la serie, provocando primero un cambio del título de la cabecera por “El pequeño Pantera Negra” protagonizando historias más fantásticas si cabe, poblándose los tebeos de todo tipo de misterios desde un reino perdido de romanos dispuestos a conquistar el mundo montados en platillos volantes hasta vampiros, aumentando con ello el éxito de la coleccióna pesar del abandono de la serie en 1961 de Pedro Quesada por Jesús Herrero. En “El pequeño Pantera Negra” se mantuvo bastante bien la continuidad entre las dos series de una manera original, separando a Jorgito de sus padres mediante un cataclismo y dotando a este de unos compañeros a su medida con la amazona Gacela y el gorila Juanito, aparte de la consabida pantera Isabelita que no le abandonó. La serie se mantuvo con otro cambio de dibujante Miguel Roselló, alcanzando la colección 329 números.
Como les imagino cansados ante tanta sobredosis de selvática testosterona tebeil, en la próxima entrega cruzaré el charco para comentarles sobre Tor y Ka Zar.
3 comentarios:
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Por cierto, cambiando un poco de tema. He estado mirando cosas que faltan en mi colección para ahora que viene Expocómic intentar conseguir algo más barato y me he topado con Sky Masters, de Kirby, y he visto que la seleccionaste en tu blog hace tiempo como obra destacada del salón de Barcelona.
¿Te la leíste al final? ¿Piensas que merece la pena?
Saludos y gracias.
David,
Es un poco vergonzoso pero todavia la tengo en la mesa de los pendientes bajo una buena pila de comics. La tuve en mis manos el otro día y tiene una pinta estupenda. La edición muy buena y el dibujo de Kirby en su línea austándose bastante bien a las condiciones de la tira, aunque al no habermela leído no puedo comentarte nada del guión.
(Ahora mismo tengo un retraso considerable en mis lecturas. No acabo de encontrar el momento de ponerme tranquilamente a leer entre unas cosas y otras. A ver si en Diciembre puedo ponerme un poco más al día).
Impacientes Saludos.
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