No puedo negar que esperaba expectante la publicación de la segunda novela de Carlos Ruiz Zafón, tanto por el revuelo mediático que ha levantado su publicación -que quieran que no siempre llama la atención- como por lo bien que me lo pasé leyendo su anterior novela, “La sombra del Viento”. Tenía curiosidad por ver como Zafón había asimilado esa cosa tan rara que es el éxito y si, tras siete años de retiro, era capaz de mantener el nivel de interés sin contar con el factor sorpresa. Tras la lectura de “El juego del ángel”, creo que las expectativas eran demasiadas y nos encontramos ante una obra excesivamente irregular.
En “El juego del ángel”, Ruiz Zafón nos sumerge de nuevo en la Barcelona decadente, siniestra y gótica en la que ambientara “La sombra del viento” unos años antes de los hechos acontecidos en su anterior novela para presentarnos a David Martín, un huérfano que colabora en “La voz de la Industria”, uno de los muchos diarios de la tumultuosa Barcelona de principios de siglo, protegido por Pedro Vidal, un prohombre de la ciudad que siente como Daniel pasión por la escritura, y por el Señor Sempere, dueño de una fabulosa librería de viejo que a fuerzas de regalarle libros se convierte en su mejor amigo y una especie de segundo padre. A través de Vidal, Martín conseguirá su primera oportunidad para publicar en el diario una sección de sucesos titulada “Los Misterios de Barcelona” que pronto se convierte en un gran éxito. Una noche, aceptando la misteriosa invitación de Andrea Correlli, Martín acudirá a un exquisito prostíbulo en el que aparte de perder la virginidad se dará de bruces con el misterio cuando descubra al día siguiente que el prostíbulo en el que pasó la noche lleva años cerrado. Aguijoneado por Vidal, Martín deja el periódico para seguir su vocación de escritor escribiendo una serie de relatos de sucesos de naturaleza fantástica y gótica titulada “La ciudad de los malditos”, bajo el seudónimo de Ignatius B. Samson, para Barrido y Escobillas, editores que, bajo un contrato leonino, exprimen su talento. Cuando Vidal se casa con Cristina, de la que también está enamorado David, este se derrumba y decide aceptar el misterioso contrato de Andreas Correlli le propone para que escriba un libro para él a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero, un libro maldito, que como irá descubriendo Martín, no provoca más que desgracias tanto para él como para aquéllos a los que Corelli se lo encargó con anterioridad.
Como pueden comprobar, resulta difícil resumir mínimamente la enrevesada trama que nos propone el autor sin desvelar parte de su contenido pero es que Ruiz Zafón, como el ángel que da título a la novela, propone un sugerente juego con el que seducir al lector en un prometedor arranque en el que, conforme va avanzando la novela, acaba liándose el mismo para salir a trancas y barrancas del embrollo en que se mete por un exceso, quizás, de responsabilidad o de ambición.
“El juego del ángel” parte por un sano planteamiento de novela de género sin complejos en la que el escritor toma como referencia e intenta actualizar, gracias a disponer de un estilo ágil y accesible a todo tipo de públicos y un incuestionable talento para la construcción de personajes y ambientes, a los grandes del género folletinesco y las novelas de fantasmas desde Allain y Souvestres hasta Dickens, del que las referencias son constantes, pasando por los grandes del género gótico como James, Poe, Carrere o Leroux. Sin embargo, Ruiz Zafón tiene grandes dificultades para mantener la tensión a lo largo de las casi setecientas páginas que componen la novela pecando, paradójicamente, de precipitación en la resolución de la historia y dejando la sensación de apresuramiento y confusión a la hora de reflejar el transcurso del tiempo en una novela a la que le hubiera convenido un repaso más (imperdonable el error de la página 61 al confundir el nombre del protagonista) y doscientas páginas menos y en la que lo más destacable es la excelente construcción de una Barcelona irreal y fantasmal que encaja con la ofrecida en “La sombra del viento”, a través de lugares y personajes compartidos, y el amor por la literatura y la escritura como bendita maldición que el autor sabe transmitir a través de sus personajes.
“El juego del ángel”, a pesar de sus virtudes, no es una novela redonda y no se la recomendaría a nadie pero me gusta la propuesta de Ruiz Zafón y creo que lo mejor de su obra está por llegar. Esperemos que no tarde otros siete años en demostrárnoslo, mientras tanto, yo releeré “La sombra del viento”.
En “El juego del ángel”, Ruiz Zafón nos sumerge de nuevo en la Barcelona decadente, siniestra y gótica en la que ambientara “La sombra del viento” unos años antes de los hechos acontecidos en su anterior novela para presentarnos a David Martín, un huérfano que colabora en “La voz de la Industria”, uno de los muchos diarios de la tumultuosa Barcelona de principios de siglo, protegido por Pedro Vidal, un prohombre de la ciudad que siente como Daniel pasión por la escritura, y por el Señor Sempere, dueño de una fabulosa librería de viejo que a fuerzas de regalarle libros se convierte en su mejor amigo y una especie de segundo padre. A través de Vidal, Martín conseguirá su primera oportunidad para publicar en el diario una sección de sucesos titulada “Los Misterios de Barcelona” que pronto se convierte en un gran éxito. Una noche, aceptando la misteriosa invitación de Andrea Correlli, Martín acudirá a un exquisito prostíbulo en el que aparte de perder la virginidad se dará de bruces con el misterio cuando descubra al día siguiente que el prostíbulo en el que pasó la noche lleva años cerrado. Aguijoneado por Vidal, Martín deja el periódico para seguir su vocación de escritor escribiendo una serie de relatos de sucesos de naturaleza fantástica y gótica titulada “La ciudad de los malditos”, bajo el seudónimo de Ignatius B. Samson, para Barrido y Escobillas, editores que, bajo un contrato leonino, exprimen su talento. Cuando Vidal se casa con Cristina, de la que también está enamorado David, este se derrumba y decide aceptar el misterioso contrato de Andreas Correlli le propone para que escriba un libro para él a cambio de una cuantiosa cantidad de dinero, un libro maldito, que como irá descubriendo Martín, no provoca más que desgracias tanto para él como para aquéllos a los que Corelli se lo encargó con anterioridad.
Como pueden comprobar, resulta difícil resumir mínimamente la enrevesada trama que nos propone el autor sin desvelar parte de su contenido pero es que Ruiz Zafón, como el ángel que da título a la novela, propone un sugerente juego con el que seducir al lector en un prometedor arranque en el que, conforme va avanzando la novela, acaba liándose el mismo para salir a trancas y barrancas del embrollo en que se mete por un exceso, quizás, de responsabilidad o de ambición.
“El juego del ángel” parte por un sano planteamiento de novela de género sin complejos en la que el escritor toma como referencia e intenta actualizar, gracias a disponer de un estilo ágil y accesible a todo tipo de públicos y un incuestionable talento para la construcción de personajes y ambientes, a los grandes del género folletinesco y las novelas de fantasmas desde Allain y Souvestres hasta Dickens, del que las referencias son constantes, pasando por los grandes del género gótico como James, Poe, Carrere o Leroux. Sin embargo, Ruiz Zafón tiene grandes dificultades para mantener la tensión a lo largo de las casi setecientas páginas que componen la novela pecando, paradójicamente, de precipitación en la resolución de la historia y dejando la sensación de apresuramiento y confusión a la hora de reflejar el transcurso del tiempo en una novela a la que le hubiera convenido un repaso más (imperdonable el error de la página 61 al confundir el nombre del protagonista) y doscientas páginas menos y en la que lo más destacable es la excelente construcción de una Barcelona irreal y fantasmal que encaja con la ofrecida en “La sombra del viento”, a través de lugares y personajes compartidos, y el amor por la literatura y la escritura como bendita maldición que el autor sabe transmitir a través de sus personajes.
“El juego del ángel”, a pesar de sus virtudes, no es una novela redonda y no se la recomendaría a nadie pero me gusta la propuesta de Ruiz Zafón y creo que lo mejor de su obra está por llegar. Esperemos que no tarde otros siete años en demostrárnoslo, mientras tanto, yo releeré “La sombra del viento”.
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