Nos hemos desayunado esta mañana con la noticia del fallecimiento anteayer de Cyd Charisse una de las más rutilantes estrellas del viejo, frivolo y glamouroso Hollywood de los grandes musicales, que durante los cincuenta destacó con fuerza dentro de un género que ya había vivido su mejor época en años anteriores, participó en su “canto del cisne” particular, eclipsándose su estrella cuando, a partir de los sesenta, el género musical cayó en decadencia.
Cyd Charisse, aparte de una extraordinaria bailarina llena de plástica, era una belleza espectacular, sólo comparable quizás con Ginger Rogers con la que compartió, en mi opinión, el honor de ser la “otra” gran pareja de Astaire en películas como “La bella de Moscú” o “Melodías de Broadway”. La Charisse también formó un tandem de altura con el otro monstruo del musical, Gene Kelly, en títulos como “Cantando bajo la lluvia” o “Siempre hace buen tiempo”.
Las piernas de la Charisse están consideradas como las mejores piernas del Hollywood clásico junto a las de Marlene Dietrich y no en vano aseguró ese par de preciosidades en la muy respetable cifra de cinco millones de dólares de la época.
Y, aunque no estaría de más que alguna abnegada filmóteca le dedicase un ciclo a sus películas, siempre nos quedarán sus arrebatadoras piernas (bailes, quise decir bailes).
D.E.P.
Su página oficial aquí.
Cyd Charisse, aparte de una extraordinaria bailarina llena de plástica, era una belleza espectacular, sólo comparable quizás con Ginger Rogers con la que compartió, en mi opinión, el honor de ser la “otra” gran pareja de Astaire en películas como “La bella de Moscú” o “Melodías de Broadway”. La Charisse también formó un tandem de altura con el otro monstruo del musical, Gene Kelly, en títulos como “Cantando bajo la lluvia” o “Siempre hace buen tiempo”.
Las piernas de la Charisse están consideradas como las mejores piernas del Hollywood clásico junto a las de Marlene Dietrich y no en vano aseguró ese par de preciosidades en la muy respetable cifra de cinco millones de dólares de la época.
Y, aunque no estaría de más que alguna abnegada filmóteca le dedicase un ciclo a sus películas, siempre nos quedarán sus arrebatadoras piernas (bailes, quise decir bailes).
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«Chicago, años 30». 1958 de Nicholas Ray,
«Cantando bajo la lluvia», de Stanley Donen y Gene Kelly 1952 (Con Gene Kelly)
“Melodias de Broadway” de Vicente Minelli, 1953. (Este número,“Dancing in the dark”, junto a Astaire, era su número favorito).
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