viernes, 4 de abril de 2008

“Firmin” de Sam Savage


Hay novelas que tienen historias curiosas a sus espaldas. Ese es el caso de “Firmin”, la novela que he estado leyendo estos días por recomendación de mi señora. De repente, un desconocido autor octogenario, Sam Savage, publica a través de una pequeña editorial norteamericana de segunda fila su primera obra y esta, merced al boca oreja se convierte en el acontecimiento literario del año. Pero lo sorprendente no ha sido tanto su éxito en sí sino que ningún avispado editor se diera cuenta de la pequeña maravilla que tenía entre manos.

Firmin” es el relato de la vida de una rata narrada en primera persona. Sí, una rata, pero una rata peculiar con una desarrollada sensibilidad, una memoria prodigiosa y un gusto obsesivo por la lectura que la lleva a devorar en poco tiempo todos los libros de la librería de segunda mano en la que vive. Firmin desprecia a sus congéneres y adora a los humanos, con los que por razones obvias, no puede comunicarse, especialmente a Norman Shine, el dueño de la librería, y a Jerry Magoon, un bohemio vagabundo que la frecuenta y único autor al que conoce. Firmin además es un apasionado del cine que vive enamorado de Ginger Rogers y siente un oscuro deseo inconfesable por las beldades que contempla en la sesión continua del cine Rialto cuando a partir de medianoche cambia la programación de clásicos por la pornográfica. Sin embargo, el proceso de remodelación de la plaza Scollay en el Boston de la década de los sesenta, donde se encuentra la librería en la que vive, provocará graves problemas al bueno de Firmin.

Firmin” es una conmovedora fábula sobre la condición humana a través de las vivencias de una persona atrapada en el cuerpo de una rata en cuyos sentimientos más de uno se habrá visto reflejado en alguna ocasión. Firmin se oculta entre libros para evadirse de la realidad de su miserable existencia ratuna envidiando una existencia humana que se le encuentra vedada, el paria social definitivo y un patito feo destinado a no convertirse nunca en cisne. Savage sabe pasar de la comedia más hilarante al drama en pocas líneas haciendo gala en todo momento de un gran conocimiento literario y un excelente sentido del ritmo y un humor agudo, irónico, por momentos, e inteligente, usando un estilo aparentemente sencillo con el que fácilmente llega y se hace comprender por cualquier lector. El primer capítulo de “Firmin” es excelente y aunque a la novela le cueste mantener el nivel de su inicio con algún altibajo -sobre todo en un capítulo final para mi gusto pelín precipitado en comparación con el resto de la historia- se deja leer con una sonrisa durante sus poco más de doscientas páginas por un lector que simpatizará y se pondrá desde el principio de parte del desgraciado Firmin, un personaje entrañable lleno de flaquezas y debilidades, tan trágico y atormentado como los mejores de Dostoievski o Kafka pero mucho mucho más divertido. En definitiva, una pequeña gran novela sobre un gran personaje que debería ser lectura obligatoria en todos los colegios.

La edición de Seix Barral es muy buena y cuenta con unas preciosas ilustraciones de Fernando Krahn que complementan perfectamente la narración de Savage.

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