Los más veteranos conocerán ya la obra del tándem formado por el dibujante Victor Mezzo y el guionista Michel Pirus, porque sus obras han sido ya publicadas en España en revistas como “Viñetas” o “El Víbora” Autores con un gusto exquisito a la hora de hilvanar historias de perdedores, inadaptados y fracasados dentro de los cánones más convencionales del género negro. Autores que ha recuperado La Cúpula en una recopilación de tres álbumes (ocho historias), inéditos en España, titulada “Negro Oscuro” que ningún aficionado al género debería dejar pasar.”
Pirus sabe manejar perfectamente las convenciones del género negro asumiendo todo tipo de influencias literarias y cinematográficas, tanto de aquellos que fijaron en sus inicios sus convenciones como Hammet (“Cosecha Roja”), Chandler (“El Sueño Eterno”) ó Cain (“El cartero siempre llama dos veces”), o la de directores de cine que han renovado ambientes y roles dándole nuevos aires, como Tarantino (“Pulp Fiction”, “Reservoir Dogs”) o Synger (“Sospechosos Habituales”).
Las primeras seis historias cortas recogidas en un álbum titulado “Un mundo extraño”, cuentan historias de personas “normales” que bajo esa apariencia vulgar esconden personalidades salvajes, dispuestas a las más bárbaras soluciones para enfrentarse a las angustias de la cotidianidad: profesoras aficionadas a los “dulces”, chavales dispuestos a sacrificar a su perro por los besos de una mujer fatal o a matar a la novia de su padre para que no le eche de casa. En estas historias cortas es, además, donde Mezzo da lo mejor de sí con un dibujo en blanco y negro denso y conciso, que asume influencias tan variadas como las de Charles Burns (“Black Hole”), Frank Miller (“Sin City”) o José Múñoz (“Alack Sinner”) en la concepción de unos personajes tan deformes y monstruosos en apariencia como puede llegar a serlo su conducta. Entre estas historias cortas se encuentran las mejores de todo el libro y en las que se exploran mejor todas las posibilidades que proporciona el cómic. Me refiero a historias como “Jimmy”, en la que un periodista va interrogando a diversas personas que conocieron al difunto Jimmy para, a través de las versiones distorsionadas de cada uno de los testigos, ofrecer al lector un retrato tridimensional del personaje y las circunstancias de su muerte, ó la mejor para mi gusto “Miss Bow “, en la que desde una ingeniosa composición narrativa los autores consiguen que la historia se desarrolle desde tres puntos diferentes hasta el clímax final.
Las otras dos historias largas, “Killers” y “Mickey, Mickey”, son historias de género más que correctas
“Killers” tiene claros tintes tarantinianos, una historia sobre asesinos a sueldo que deben realizar un trabajo aparentemente sencillo pero que, como no podía ser de otro modo, se acaba complicando. La fuerza de la historia radica en los diálogos aparentemente intrascendentes que marcan la narración y dosifican la tensión entre los dos ejecutores y un control excelente del ritmo narrativo y un clímax que supone la violenta realización del encargo para decrecer hacia un desenlace medido e ingenioso resuelto gráficamente de manera genial.
Y, por último, “Mickey, Mickey”, es la más floja de todas en mi opinión. Una historia sobre un atraco a un banco que sale mal. La composición y las perspectivas excesivamente forzadas para mantener la atención del lector se vuelven por momentos confusas y afectan a una historia que aunque nos han contado miles de veces, Mezzo&Pirus, intentan renovar dotándola de un punto de originalidad que aunque a mí personalmente no me acaba de convencer del todo resulta interesante y entretenida.
La edición de La Cúpula es más que correcta y el precio para los tiempos que corremos se me antoja asequible para cualquier bolsillo. Así que si son aficionados al género negro y les gusta viajar entre viñetas por el lado más sucio de la vida, no dejen pasar este cómic.
Pirus sabe manejar perfectamente las convenciones del género negro asumiendo todo tipo de influencias literarias y cinematográficas, tanto de aquellos que fijaron en sus inicios sus convenciones como Hammet (“Cosecha Roja”), Chandler (“El Sueño Eterno”) ó Cain (“El cartero siempre llama dos veces”), o la de directores de cine que han renovado ambientes y roles dándole nuevos aires, como Tarantino (“Pulp Fiction”, “Reservoir Dogs”) o Synger (“Sospechosos Habituales”).
Las primeras seis historias cortas recogidas en un álbum titulado “Un mundo extraño”, cuentan historias de personas “normales” que bajo esa apariencia vulgar esconden personalidades salvajes, dispuestas a las más bárbaras soluciones para enfrentarse a las angustias de la cotidianidad: profesoras aficionadas a los “dulces”, chavales dispuestos a sacrificar a su perro por los besos de una mujer fatal o a matar a la novia de su padre para que no le eche de casa. En estas historias cortas es, además, donde Mezzo da lo mejor de sí con un dibujo en blanco y negro denso y conciso, que asume influencias tan variadas como las de Charles Burns (“Black Hole”), Frank Miller (“Sin City”) o José Múñoz (“Alack Sinner”) en la concepción de unos personajes tan deformes y monstruosos en apariencia como puede llegar a serlo su conducta. Entre estas historias cortas se encuentran las mejores de todo el libro y en las que se exploran mejor todas las posibilidades que proporciona el cómic. Me refiero a historias como “Jimmy”, en la que un periodista va interrogando a diversas personas que conocieron al difunto Jimmy para, a través de las versiones distorsionadas de cada uno de los testigos, ofrecer al lector un retrato tridimensional del personaje y las circunstancias de su muerte, ó la mejor para mi gusto “Miss Bow “, en la que desde una ingeniosa composición narrativa los autores consiguen que la historia se desarrolle desde tres puntos diferentes hasta el clímax final.
Las otras dos historias largas, “Killers” y “Mickey, Mickey”, son historias de género más que correctas
“Killers” tiene claros tintes tarantinianos, una historia sobre asesinos a sueldo que deben realizar un trabajo aparentemente sencillo pero que, como no podía ser de otro modo, se acaba complicando. La fuerza de la historia radica en los diálogos aparentemente intrascendentes que marcan la narración y dosifican la tensión entre los dos ejecutores y un control excelente del ritmo narrativo y un clímax que supone la violenta realización del encargo para decrecer hacia un desenlace medido e ingenioso resuelto gráficamente de manera genial.
Y, por último, “Mickey, Mickey”, es la más floja de todas en mi opinión. Una historia sobre un atraco a un banco que sale mal. La composición y las perspectivas excesivamente forzadas para mantener la atención del lector se vuelven por momentos confusas y afectan a una historia que aunque nos han contado miles de veces, Mezzo&Pirus, intentan renovar dotándola de un punto de originalidad que aunque a mí personalmente no me acaba de convencer del todo resulta interesante y entretenida.
La edición de La Cúpula es más que correcta y el precio para los tiempos que corremos se me antoja asequible para cualquier bolsillo. Así que si son aficionados al género negro y les gusta viajar entre viñetas por el lado más sucio de la vida, no dejen pasar este cómic.
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