lunes, 16 de abril de 2007

“Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez



Cuando el Cuento, ese género tan maltratado por las editoriales, las cuáles parecen despreciar todo escrito que no tenga mas de trescientas páginas, parece estar en vías de extinción, uno se encuentra con libros como “Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez y reafirma su opinión que es el género que finalmente separa a los juntaletras de los grandes escritores.
En “Los girasoles ciegos”, una recopilación de cuatro cuentos ambientados en la posguerra española cada uno datado un año después que el anterior desde finales de 1939, Méndez nos regala cuatro historias de personajes vencidos y perdedores, independientemente del bando en que lucharan, cuatro derrotas en las que el autor ajusta cuentas con los hechos y los recuerdos. Así, asistimos a historias cómo la del capitán del ejército franquista que el mismo día de la Victoria decide renunciar a la misma atenazado por el horror de la guerra; ó los últimos días de un poeta huido del asedio de Madrid, aislado en la montaña junto a sus recuerdos y sus muertos; el miedo de un preso republicano que se aferra a la vida a través de la mentira hasta que esta se le hace más insoportable que la propia muerte; ó la lascivia de un “pater” fascista dispuesto a satisfacer su pasión a costa de los vencidos.
El autor en estos cuatro cuentos, desde una honda melancolía, muestra las grandezas y flaquezas del ser humano enfrentado a situaciones más allá de su comprensión, cuatro historias contadas con un profundo conocimiento de los “tempos” y la narración y que poco a poco van entrelazándose a través de personajes que van saltando de una a otra, conformando un relato unitario de un tiempo y unos hechos que no han de repetirse. El estilo de Méndez es pausado y conciso dejando que la propia crudeza de lo narrado sobrecoja al lector y centrándose en mostrar el lado más íntimo y reflexivo de la personalidad de los personajes, que desarrolla con una sensibilidad que dejará indiferentes a muy pocos lectores, independientemente de su talante o ideas políticas.
Es una lástima que la prematura muerte de Alberto Méndez le impidiera disfrutar de los premios que ésta su única obra ha cosechado (ganó el Premio de la Crítica y el Premio Nacional de Narrativa) y nos privase de disfrutar de más obras de este gran escritor.
No sean ustedes girasoles ciegos y sigan el Sol de este libro.

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