Como este año se cumplen treinta años de su primera publicación y me lo leí hace poco vamos con una reseñita.
En esta novela, Vargas Llosa (“La ciudad y los perros”, “Pantaleón y las vistadoras”) establece un doble argumento para narrar, por un lado, su vida de joven atolondrado enamorado, con ínfulas de escritor bohemio, en la Lima burguesa de los años cincuenta y, por otro, los radioteatros de su compañero en la radio en la que trabaja, Pedro Camacho. Partiendo de este planteamiento Vargas Llosa crea una novela valiente y divertida, en la que la sátira y la parodia son constantes.
Vargas Llosa, a través de los radioteatros de Pedro Camacho, realiza una radiografía sangrante de la sociedad peruana de su tiempo, así como de la relación con su familia, perteneciente a la alta sociedad limeña. La novela se mueve con igual soltura en el terreno de lo autobiográfico como en el del folletín formando todo el relato una aventura con toques surrealistas. Así, por un lado, se asiste a la relación amorosa entre un joven Vargas Llosa – varguitas- y su tía política Julia, mujer cosmopolita y divorciada que le dobla la edad, que fructifica en un matrimonio que es tratado de impedir por todos los medios por sus familiares; y, por otro, asistimos a las diferentes historias escritas por Pedro Camacho, un escritor de radioteatros boliviano, para la emisora de radio en la que trabaja, que poco a poco se ve sumido en la locura y el caos radiofónico. Otra de las claves de la novela es el curioso contraste que plantea Vargas Llosa entre sí mismo, un joven cosmopolita con vocación de alto literato, frente a Pedro Camacho, un escribidor oscuro obsesionado hasta tal punto con sus historias que al final va confundiendo a los personajes de trama y se vuelve loco.
Nos encontramos en esta novela a un Vargas Llosa pletórico que hace gala de un gran sentido del humor y pulso narrativo frente a la carga dramática de otras de sus obras. El estilo de la novela es ligero y desenfadado y en él se recogen los modismos y formas de hablar de las diferentes clases que conformaban la sociedad limeña de los años cincuenta. Una lectura agradable que logrará en muchos momentos esbozar la sonrisa del lector ante las situaciones planteadas en ella.
Si a estas alturas no conocen la obra de Vargas Llosa esta novela sería un buen comienzo…
En esta novela, Vargas Llosa (“La ciudad y los perros”, “Pantaleón y las vistadoras”) establece un doble argumento para narrar, por un lado, su vida de joven atolondrado enamorado, con ínfulas de escritor bohemio, en la Lima burguesa de los años cincuenta y, por otro, los radioteatros de su compañero en la radio en la que trabaja, Pedro Camacho. Partiendo de este planteamiento Vargas Llosa crea una novela valiente y divertida, en la que la sátira y la parodia son constantes.
Vargas Llosa, a través de los radioteatros de Pedro Camacho, realiza una radiografía sangrante de la sociedad peruana de su tiempo, así como de la relación con su familia, perteneciente a la alta sociedad limeña. La novela se mueve con igual soltura en el terreno de lo autobiográfico como en el del folletín formando todo el relato una aventura con toques surrealistas. Así, por un lado, se asiste a la relación amorosa entre un joven Vargas Llosa – varguitas- y su tía política Julia, mujer cosmopolita y divorciada que le dobla la edad, que fructifica en un matrimonio que es tratado de impedir por todos los medios por sus familiares; y, por otro, asistimos a las diferentes historias escritas por Pedro Camacho, un escritor de radioteatros boliviano, para la emisora de radio en la que trabaja, que poco a poco se ve sumido en la locura y el caos radiofónico. Otra de las claves de la novela es el curioso contraste que plantea Vargas Llosa entre sí mismo, un joven cosmopolita con vocación de alto literato, frente a Pedro Camacho, un escribidor oscuro obsesionado hasta tal punto con sus historias que al final va confundiendo a los personajes de trama y se vuelve loco.
Nos encontramos en esta novela a un Vargas Llosa pletórico que hace gala de un gran sentido del humor y pulso narrativo frente a la carga dramática de otras de sus obras. El estilo de la novela es ligero y desenfadado y en él se recogen los modismos y formas de hablar de las diferentes clases que conformaban la sociedad limeña de los años cincuenta. Una lectura agradable que logrará en muchos momentos esbozar la sonrisa del lector ante las situaciones planteadas en ella.
Si a estas alturas no conocen la obra de Vargas Llosa esta novela sería un buen comienzo…
1 comentario:
Gracias Pablo.
Ya lo tenía apuntado como lectura pendiente pero con tu comentario sobre él ha subido puntos en la lista de preferencias. Como bien sabemos en este blog a los lectores impacientes se nos hace difícil decidir cual será la próxima lectura. Ay!..hay tanto por leer...
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