Una espectacular pelirroja de cara ajada y mirada insinuante te mira mientras apenas se tapa la desnudez con una sábana arrugada agarrada con una mano mientras que con la otra crispada muestra una automática cargada. ¿Quién puede resistirse a la tentación? Ese es el motivo elegido por el dibujante Sean Phillps para la potada del TPB de la cuarta novela gráfica de la serie “Criminal” en la que, junto al omnipresente Ed Brubaker, realizan un pormenorizado repaso al género negro, basándose en un respetuoso respeto a sus convenciones y reglas.
En esta cuarta entrega, asistimos a la desventurada historia de Jacob, un gris dibujante de una tira de cómics de escaso éxito, que en el pasado fue acusado de la muerte de su esposa. Jacob no ha superado el trauma de la acusación ni los malos tratos sufridos cuando todavía le creían culpable del asesinato y sólo encuentra desahogo en la realización de su tira cómica, Frank Kafka, en la que a través de un detective privado parodia a la policía en general y al detective que llevó su caso, el agente Starr. Sin embargo, la monotonía en la vida de Jacob se rompe cuando conoce a Iris, una espectacular pelirroja de la que se enamora locamente y a su maltratador novio Danny, quiénes obligarán a Jacob a volver a enfrentarse con un pasado delictivo que creía enterrado. A partir de ese momento, los hechos se precipitan y Jacob se ve inmerso en una historia de chantaje y venganza en la que nada es lo que parece y de la que seguramente no va a salir bien librado. Si quieren saber como acaba la cosa tendrán que leerse el tebeo.
La cuarta entrega de “Criminal” nos permite reencontrarnos con el admirable talento de Brubaker y Phillips para la creación de personajes perdedores y atormentados, victimas de un destino fatalista al que no pueden hacer frente. En ese sentido, Brubaker caracteriza perfectamente a los personajes y sus motivaciones logrando que en esta ocasión disimulen la endeblez de una trama más forzada que en anteriores entregas de la serie y que parece una mera excusa para la presentación de dos personajes tan fantásticos como el insomne Jacob Kurtz y la espectacular femme fatale, Iris, y su particular homenaje a las tiras de prensa clásicas. En la historia ideada por Brubaker no hay detalles dejados al azar y todos encajan para ofrecer un final sorprendente al que quizás en esta ocasión quizás le haya faltado un punto de tensión dramática a una historia bien resuelta a pesar de su complejidad y sus constantes revueltas. En esta entrega, además, el equipo artístico realiza su particular homenaje a las tiras de prensa clásicas en general, y a “Dick Tracy” de Chester Gould, personaje del que el protagonista de la tira dibujada por Jacob, Frak Kafka, es un claro homenaje, homenaje que en manos de Brubaker y Phillips no queda en lo anecdótico sino que se convierte en un elemento clave para la historia.
En el aspecto gráfico, seguimos disfrutando de la sobriedad de ese magnífico narrador que es Sean Phillps. Phillips ha ido sintentizando a lo largo de la serie la esencia de cómo hay que dibujar un cómic de serie negra, centrándose en lo esencial y dejando de lado toda superficialidad, obvia los detalles innecesarios y se pone al servicio de la historia, logrando transmitir la angustia opresiva del insomne Jacob. Cuando las convenciones del género señalan que lo suyo hubiera sido optar por el clásico blanco y negro Phillips se arriesga incorporando el color a las historias de esta serie, acertando plenamente en sus decisiones y logrando que los colores oscuros y tonos sucios transmitan toda la sordidez de las ambientaciones ideadas por Brubaker.
En definitiva, quizás esta cuarta entrega de “Criminal” no me haya parecido personalmente tan redonda como algunas de las anteriores pero aun así estamos ante un cómic de gran nivel que ningún aficionado al género negro debería perderse. El que avisa no es traidor.
La edición de Panini bastante correcta se complementa con un artículo sobre el fenómeno de la temporada, la saga “Millenium”, que por desfasado no me parece reseñable salvo que no conozcan la serie.
Más “Criminal” en El lector impaciente:
“Cobarde”.
“Lawless”.
“Los muertos y los moribundos”.
En esta cuarta entrega, asistimos a la desventurada historia de Jacob, un gris dibujante de una tira de cómics de escaso éxito, que en el pasado fue acusado de la muerte de su esposa. Jacob no ha superado el trauma de la acusación ni los malos tratos sufridos cuando todavía le creían culpable del asesinato y sólo encuentra desahogo en la realización de su tira cómica, Frank Kafka, en la que a través de un detective privado parodia a la policía en general y al detective que llevó su caso, el agente Starr. Sin embargo, la monotonía en la vida de Jacob se rompe cuando conoce a Iris, una espectacular pelirroja de la que se enamora locamente y a su maltratador novio Danny, quiénes obligarán a Jacob a volver a enfrentarse con un pasado delictivo que creía enterrado. A partir de ese momento, los hechos se precipitan y Jacob se ve inmerso en una historia de chantaje y venganza en la que nada es lo que parece y de la que seguramente no va a salir bien librado. Si quieren saber como acaba la cosa tendrán que leerse el tebeo.
La cuarta entrega de “Criminal” nos permite reencontrarnos con el admirable talento de Brubaker y Phillips para la creación de personajes perdedores y atormentados, victimas de un destino fatalista al que no pueden hacer frente. En ese sentido, Brubaker caracteriza perfectamente a los personajes y sus motivaciones logrando que en esta ocasión disimulen la endeblez de una trama más forzada que en anteriores entregas de la serie y que parece una mera excusa para la presentación de dos personajes tan fantásticos como el insomne Jacob Kurtz y la espectacular femme fatale, Iris, y su particular homenaje a las tiras de prensa clásicas. En la historia ideada por Brubaker no hay detalles dejados al azar y todos encajan para ofrecer un final sorprendente al que quizás en esta ocasión quizás le haya faltado un punto de tensión dramática a una historia bien resuelta a pesar de su complejidad y sus constantes revueltas. En esta entrega, además, el equipo artístico realiza su particular homenaje a las tiras de prensa clásicas en general, y a “Dick Tracy” de Chester Gould, personaje del que el protagonista de la tira dibujada por Jacob, Frak Kafka, es un claro homenaje, homenaje que en manos de Brubaker y Phillips no queda en lo anecdótico sino que se convierte en un elemento clave para la historia.
En el aspecto gráfico, seguimos disfrutando de la sobriedad de ese magnífico narrador que es Sean Phillps. Phillips ha ido sintentizando a lo largo de la serie la esencia de cómo hay que dibujar un cómic de serie negra, centrándose en lo esencial y dejando de lado toda superficialidad, obvia los detalles innecesarios y se pone al servicio de la historia, logrando transmitir la angustia opresiva del insomne Jacob. Cuando las convenciones del género señalan que lo suyo hubiera sido optar por el clásico blanco y negro Phillips se arriesga incorporando el color a las historias de esta serie, acertando plenamente en sus decisiones y logrando que los colores oscuros y tonos sucios transmitan toda la sordidez de las ambientaciones ideadas por Brubaker.
En definitiva, quizás esta cuarta entrega de “Criminal” no me haya parecido personalmente tan redonda como algunas de las anteriores pero aun así estamos ante un cómic de gran nivel que ningún aficionado al género negro debería perderse. El que avisa no es traidor.
La edición de Panini bastante correcta se complementa con un artículo sobre el fenómeno de la temporada, la saga “Millenium”, que por desfasado no me parece reseñable salvo que no conozcan la serie.
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“Cobarde”.
“Lawless”.
“Los muertos y los moribundos”.