Vaya por delante que yo siempre he sido tarantinista y que pienso que si este hombre no existiera habría que inventarlo por bien del cine. Sin embargo, una vez hecha, procesión de fe también debo admitir, usando el símil deportivo, que como esos magos del balón que vuelven tras un largo retiro Tarantino en “Malditos Bastardos” ha perdido el toque mágico con el que nos sedujo a sus seguidores en sus grandes títulos y su última película resulta decepcionante, más allá de contados momentos puntuales, que los tiene.
En su particular aproximación al género bélico, Tarantino nos cuenta como durante la II Guerra Mundial un comando infiltrado tras las líneas nazis en la Francia ocupada, compuesto por soldados americanos de origen judío conocido como Los Bastardos, intenta atentar contra Hitler y su plana mayor en el estreno de una película al tiempo que la dueña del cine, una judía que ha perdido a toda su familia a mano de los nazis, planea paralelamente su propio plan de venganza. ¿Quién conseguirá acabar con los malos antes?¿Ó acabarán los malos con los buenos? Tendrán que ver antes la película para enterarse.
En “Malditos Bastardos”, Tarantino vuelve a mostrar esos recursos que tan popular le han hecho, guiones trabajados y cargados de referencias cinematográficas presentados en un cuidado montaje a base de capítulos unitarios coherentes y autónomos que confluyen en un conjunto armonioso, con una banda sonora cuidada y un grupo de actores comprometido que declaman con eficacia los largos e ingeniosos diálogos ideados por el guionista y director. Sin embargo, en “Malditos Bastardos”, esas piezas artesanales pulidas hasta el extremo y que conforman una buena película de Tarantino ajustan mal y el resultado es una película irregular, carente de ritmo y pesada, que deja en evidencia a un Tarantino menos seguro de sí mismo en su domino y conocimiento del género, en este caso el bélico, que disimula coqueteando en demasía con la parodia y la comicidad y prescindiendo completamente de la acción que se presupone a una película de guerra, quedando la película en una tierra de nadie que deja bastante indiferente al espectador sino le repele directamente con un abuso un tanto sádico de la violencia explícita y gratuita. No logran salvar la película en este caso ni sus estupendos primero y último capítulo ni la gran interpretación en general del reparto internacional que participa, destacando especialmente un Christoph Waltz que borda su papel de nazi cazador de judíos y un Brad Pitt que disfruta tatuando frentes.
En definitiva, “Malditos Bastardos” no convence y aburre y me dejo la sensación que Tarantino imitaba a Tarantino –por no gustarme no me gustó ni la banda sonora que me pareció un refrito- y eso es lo peor que le puede pasar a un director tan personal como el amigo Quentin. Esperemos que sólo haya sido un constipado y en próximos proyectos nos dé la de cal. Yo sigo apostando por él.
Otras películas de Tarantino en El lector impaciente:
“Death Proof”.
En su particular aproximación al género bélico, Tarantino nos cuenta como durante la II Guerra Mundial un comando infiltrado tras las líneas nazis en la Francia ocupada, compuesto por soldados americanos de origen judío conocido como Los Bastardos, intenta atentar contra Hitler y su plana mayor en el estreno de una película al tiempo que la dueña del cine, una judía que ha perdido a toda su familia a mano de los nazis, planea paralelamente su propio plan de venganza. ¿Quién conseguirá acabar con los malos antes?¿Ó acabarán los malos con los buenos? Tendrán que ver antes la película para enterarse.
En “Malditos Bastardos”, Tarantino vuelve a mostrar esos recursos que tan popular le han hecho, guiones trabajados y cargados de referencias cinematográficas presentados en un cuidado montaje a base de capítulos unitarios coherentes y autónomos que confluyen en un conjunto armonioso, con una banda sonora cuidada y un grupo de actores comprometido que declaman con eficacia los largos e ingeniosos diálogos ideados por el guionista y director. Sin embargo, en “Malditos Bastardos”, esas piezas artesanales pulidas hasta el extremo y que conforman una buena película de Tarantino ajustan mal y el resultado es una película irregular, carente de ritmo y pesada, que deja en evidencia a un Tarantino menos seguro de sí mismo en su domino y conocimiento del género, en este caso el bélico, que disimula coqueteando en demasía con la parodia y la comicidad y prescindiendo completamente de la acción que se presupone a una película de guerra, quedando la película en una tierra de nadie que deja bastante indiferente al espectador sino le repele directamente con un abuso un tanto sádico de la violencia explícita y gratuita. No logran salvar la película en este caso ni sus estupendos primero y último capítulo ni la gran interpretación en general del reparto internacional que participa, destacando especialmente un Christoph Waltz que borda su papel de nazi cazador de judíos y un Brad Pitt que disfruta tatuando frentes.
En definitiva, “Malditos Bastardos” no convence y aburre y me dejo la sensación que Tarantino imitaba a Tarantino –por no gustarme no me gustó ni la banda sonora que me pareció un refrito- y eso es lo peor que le puede pasar a un director tan personal como el amigo Quentin. Esperemos que sólo haya sido un constipado y en próximos proyectos nos dé la de cal. Yo sigo apostando por él.
Otras películas de Tarantino en El lector impaciente:
“Death Proof”.