En el catálogo de Dibbuks se
pueden encontrar joyitas como “El mono de Hartlepool”, en la que el guionista
Wilfrid Lupano y el dibujante Jéremie Moreau adaptan con exquisito gusto una
antigua leyenda anglosajona en la que se denuncia la estupidez e ignorancia de
los fanáticos y nacionalistas.
En 1814, y en plena vorágine
de las Guerras Napoleónicas, un barco de la armada francesa naufraga frente a
la costa inglesa llegando los restos del naufragio hasta el pequeño pueblo
costero de Hartlepool. Mientras los revisan en busca de supervivientes, los
lugareños encontrarán al mono mascota del capitán del navío a quién tomarán por
un espía francés al que, tras una corte sumarísima, condenarán por traidor y
pretenderán linchar si nadie les saca del error.
Pensado quizás para un
lector infantil pero perfectamente disfrutable a cualquier edad, “El mono de
Hartlepool” es una divertida fábula en torno a la estupidez del ser humano en
la que el guión de Lupano capta la esencia oscura de los cuentistas clásicos
tipo Andersen y Moreau la presenta con la frescura del dibujo, ágil y dinámico
de las primeras películas de Disney para presentar una historia aparentemente
sencilla pero que encantará a cualquier lector inteligente.
Lupano construye un guión
ágil e interesante en el que se guarda muy mucho de tomar partido por franceses
o británicos mostrando a unos y otros como hijos de la misma ignorancia bárbara
y contrapone con exquisito gusto la estupidez de los adultos con la
inteligencia ignorada de los chavales con un tratamiento de la historia
tragicómico en el que cada una de las situaciones descritas cuenta con más de
un significado y un guión pensando que avance con agilidad gracias a la
frescura de sus fluidos diálogos. Lupano va desarrollando con acierto el relato
para que el lector sea incapaz, salvo que conozca el episodio real en el que al
parecer se inspira, de saber cuál será el destino final del pobre chimpancé
protagonista.
Especial mención merece el
exquisito dibujo y colorido de Jéremie Moreau que dota a sus personajes de gran
expresividad y dinamismo al tiempo que los envuelve con su elegante tratamiento
del color de una atmósfera oscura y opresiva con un tratamiento de la narración
que recuerda al de las películas de animación sin que ello menoscabe la
experiencia lectora.
En fin, “El mono de
Hartlepool” es seguramente uno de los mejores cómics publicados el año pasado y
una recomendación obligada para todos aquellos que me preguntan qué cómic
publicar a chavales de once o doce años en adelante. Un título más a tener en
cuenta.