Planeta acaba de publicar la
nueva entrega de “La Liga de los Caballeros Extraordinarios” de los señores
Moore y O’Neill ambientada en el año 2009 con la que se completa la trilogía
“Century”, de la que ya comentamos aquí y aquí.
Tras su fracaso en intentar frustrar
los planes de Oliver Haddo en1969, los miembros sobrevivientes de la Liga de los Extraordinarios Caballeros se han separado y
abandonado su misión. En el oscuro y deprimente 2009, Alan Quatermain malvive
en la indigencia, Mina Harker lleva cuatro décadas ingresada en un manicomio y
Orlando mata el tiempo y a quién se tercie combatiendo de guerra en guerra. Sin
embargo, cuando Prospero vuelve a ponerse en contacto con Orlando para que
retomen su misión, este iniciará la búsqueda de sus compañeros para su
enfrentamiento final con el Anticristo.
Incluso en sus obras
menores, Moore es un autor por encima de la media y en un tebeo decepcionante
como ha resultado ser este último acto de “Century” incorpora elementos accesorios
curiosos que lo disculparán a ojos de sus innumerables seguidores aunque
difícilmente se podrá cerrar los ojos a un autor que abusa de
la autoreferencia hasta el punto de caer en la parodía.
Moore construye “Century: 2009” a partir de una trama en exceso simple y predecible
que se enriquece, como los dos primeros actos de “Century” y los anteriores volúmenes de "La Liga de los Caballeros Extraordinarios", de los guiños y
referencias que el hermético Moore va incorporando para otorgarle algo de
sustancia aunque al contrario que las anteriores entregas esta carezca de la ilusión de una
continuación que nos sorprenda y nos enfrenta con la constatación de un tebeo estructural y argumentalmente alejado del talento que el
guionista ha demostrado en tantas obras anteriores.
Por tanto, “Century: 2009” es un desenlace decepcionante para las expectativas
generadas en el que Moore presenta una visión decadente de un 2009 oscuro y
desesperanzado en el que el mundo se encuentra inmerso en continuas guerras y una
crisis económica y de valores permanente en el que la creatividad ha tocado
fondo y para el que no propone soluciones constructivas ni alternativas. Resulta
sintomático de esa crisis cultural, y habla bien de la fina ironía de Moore, que se cebe con los insulsos mundos mágicos de J.K. Rowlings y
sus harripotteres que los autores disfrutan masacrando en una metáfora
en torno a la cada vez más frecuente violencia en las aulas que es de lo mejorcito del tebeo y, sin embargo, trate con una
mayor benevolencia tanto al trío protagonista como a los más velados referentes
que aparecen como personajes secundarios otorgándose una posición moral
predominante y algo perdonavidas con la que Moore parece sentirse tan agusto.
Mucho más interesante que lo
que nos cuenta Moore es lo que sugiere con sus habituales referencias
metaficcionales poniendo en boca de sus personajes sus particulares obsesiones
recurrentes en sus obras. De este modo, los cariacontencidos protagonistas se
preocupan y preguntan en torno a las causas de la crisis de este nuevo milenio y
sus manifestaciones culturales, las metarelaciones entre ambas y sus causas al tiempo que Moore
les otorga a los personajes consciencia de su propio condición ficcional y la fatalidad de su
destino heroico en un curioso y fallido duetto operístico en el que interpretan
algunas de las piezas de ·”La ópera de los tres centavos” de Bretch que en
parte parece ser ha inspirado toda la trilogía.
En el aspecto gráfico, ya
sabéis que Kevin O’Neill es una de mis
debilidades y realiza, en mi opinión, un gran trabajo volviendo a sorprender
con su habilidad para recrear un Londres triste, distópico y decadente por el
que transitan los personajes y que se convierte en un reflejo negativo y oscuro
del luminoso y esperanzador que nos mostró en “1969” la anterior entrega de la serie incorporando, como
es de recibo, múltiples referencias a la cultura popular para que pesquen
–pesquemos- los aficionados a esos juegos .
En definitiva, “Century: 2009” supone un triste final para el último volumen de “La Liga de los Extraordinarios Caballeros”, aun cuando los
más fieles seguidores del barbudo de Northamptom disfrutemos de su erudición y
espíritu crítico aun cuando vengan envueltos en una fórmula tan desgastada y
artificiosa.