Acabo hoy el comentario en
tres partes de los contenidos del indispensable tomo publicado por ECC “ElUniverso DC de Alan Moore” centrándome en la obra que, para mí, por sí misma justificaría
la compra del tomo: la magnífica “La Broma Asesina”. Publicada en 1988, no en
1986 como señala el índice del tomo, fuera de continuidad siguiendo la moda del
formato prestigio marcaría un punto de inflexión en la historia
del Hombre Murciélago que se ha mantenido inalterable hasta el NuDC y es el
último trabajo original que Moore realizó para esta compañía, ya que la edición
norteamericana de “V de Vendetta” es de 1989.
En “La Broma Asesina”, Moore
revisa el clásico enfrentamiento de Batman con su archienemigo el Joker tras
fugarse este del psiquiátrico de Arkham. El Joker para provocar a Batman deja
lisiada a Babs Gordon – sin saber que la hija del comisario Gordon es la superheroina
Batgirl- y rapta al Comisario para provocar
a Batman convirtiéndolo en la principal atracción de su parque de atracciones.
Batman perseguirá al Joker para vengar a Barbara, liberar a Gordon y resolver
su duelo particular.
Publicada un año después de
la finalización de “Watchmen”, Moore emplea de nuevo con acierto en “La Broma
Asesina” buena parte de los recursos narrativos que convierten aquella en una
obra maestra para analizar la particular relación que une a Batman y al Joker.
De este modo, como “Watchmen”, “La Broma Asesina” tiene una estructura cerrada
y elípitica en la que el fin encadena el
reinicio de la historia y Moore eleva el enfrentamiento entre ambos personajes
a la condición de conflicto eterno e
irresoluble en el que los personajes, como actores de la fatalidad, asumen sus papeles
antagónicos y complementarios dentro de un drama que ellos no eligieron
protagonizar. Ello explicaría en buena parte el final anticlimático y extraño
de la obra, con los dos personajes protagonistas riendo un mal chiste al tiempo
que es una de las muchas bromas pesadas (Killing Joke en inglés) que Moore incorpora
a la obra.
Utilizando un exquisito
trabajo de transiciones y elipsis, Moore sondea la personalidad de los dos
personajes principales en un cuidado estudio de la locura en el que constantemente
se empeña, desde el inicio con la visita de Batman al Joker en el psiquiátrico,
en avisar que nada es lo que parece a simple vista en esta historia y el lector
debe cuidarse mucho de no perder atención a ningún retazo de información, pues
Moore hace de la intertextualidad y la compenetración entre texto y dibujo un
arte que pocas veces había alcanzado cotas tan elevadas dentro del género,
cuidando al detalle la planificación de todos los elementos de la obra.
Por tanto, más allá de la
aventura en sí misma, subyace la reflexión sobre la relación simbiótica entre
Batman y el Joker, dos locos (Había una vez dos tipos en un manicomio… es el
mantra que se repite una y otra vez) que
tienen más en común de lo que parece. Moore para colocar en el mismo plano la
salud mental del bueno y del malo incorpora como una subtrama engarzada maravillosamente
con la historia principal el origen del Joker, explicándolo de tal modo que su condición de loco irredento tenga un
punto trágico que en cierto modo lo humaniza ante un lector que puede llegar
incluso a empatizar con él a pesar de protagonizar las mayores barrabasadas y hacerle
sospechar que el Joker en su locura guarda un punto de cordura que la hace
incluso más terrible y la equipara a la
de Batman. Desde la misma portada, Moore invita tanto a los personajes como al
lector a romper la cuarta pared convirtiendo la lluvia y las imágenes
reflejadas en otro de los elementos constantes a lo largo de toda la historia.
Casi todas estas ideas en torno a la locura, fueron planteadas posteriormente por Moore en “Barro Mortal” y tampoco se corta en volver a usar elementos como el ataque al héroe a través de sus debilidades -sus seres queridos- como ya hicera en "¿Qué fue del hombre del mañana?" o inspirarse en el universo obsesivo del "Eraserhead" de David Lynch. Sin embargo, esa historia no
cuenta con el brillante acabado de “La Broma Asesina” en la que el magnífico
Brian Bolland realiza uno de los mejores trabajos. Se puede polemizar
subjetivamente sobre si el viejo coloreado del original y la Edición Zinco es mejor o peor que el actual - que es el que maneja esta
última edición de ECC y ha realizado el propio Bolland - pero objetivamente no es un detalle que merme significativamente
la calidad indiscutible de la obra y la labor del dibujante captando este perfectamente
la esencia del que, para mí, es el Joker definitivo.
En definitiva, “La Broma
Asesina” es uno de los mejores cómics de superhéroes que ha dado el género y
una de las mejores historias protagonizadas por Batman. Una obra inteligente,
adulta y sutil que saca el máximo partido de los recursos propios del cómic y
que dudo mucho pueda adaptarse con la misma eficacia a otros medios.
Celebrémosla como se merece.