¿El mejor cantaor tras Camarón? Probablemente. ¿El más renovador y arriesgado de las últimas décadas? Sin duda.
D.E.P.
¿El mejor cantaor tras Camarón? Probablemente. ¿El más renovador y arriesgado de las últimas décadas? Sin duda.
D.E.P.
Se clausuró ayer el Expocómic 2010 y creo que se pueden sacar algunas conclusiones de una edición que ha tenido algunas novedades esperanzadoras pero en la que se han repetido vicios y situaciones que deslucen año tras año un Salón que debería ser una referencia en España.
Por un lado, el cambio de ubicación me parece un acierto. El Pabellón de Convenciones se había quedado pequeño y el Pabellón de Cristal a pesar de encontrarse un poco más escondido dentro del Recinto Ferial y alejado del Metro resulta mucho más amplio y cómodo con lo que la sensación de agobio que existía en anteriores ediciones se ha superado. Al principio, acostumbrado al anterior recinto, te sientes un tanto desorientado y cuesta identificar los distintos puestos que más o menos respetaban sus ubicaciones de año en año en el Pabellón de Convenciones, pero a los cinco minutos esa sensación se supera. Por ese lado bien, otra cosa son detalles del propio Pabellón que no sé si dependen de los organizadores o del Ayuntamiento como puede ser la redundante megafonía que no se entiende y la escasa iluminación que le daba un aire un tanto desangelado debido también, al menos el viernes, a la poca gente que andaba por ahí.
Yo finalmente acudí solo el viernes por la tarde y me sorprendió la escasa afluencia de público (conseguí números para la firma de Hermann cuando pensaba que estarían todos agotados y había de sobra para casi todos los autores). Comentándolo con algún compañero bloguero que acudió más días me dijo que el viernes fue el día más tranquilo ya que el sábado y domingo los otakus tomaron a la fuerza el Pabellón y el jueves la iniciativa del 2x1 fue un éxito y se llenó de colegios y gente que aprovechaba la oferta con lo que hubo más ambientillo.
Vamos con los peros… La sensación de improvisación que hay en el Salón respecto a las actividades es absoluta. Quizás esté todo muy organizado pero los usuarios nos solemos enterar tarde, mal o nunca de muchas de ellas. Hay que reconocer que los chavales que dan la cara hacen lo que pueden pero eso no sirve de mucho cuando las modificaciones se producen en los últimos momentos, se anuncian cambios de programación y los invitados en la web los días previos (ausencia de Golden y cambio de ubicación de las exposiciones) y los horarios no pueden tomarse en serio. Especialmente sangrante me pareció el tema de la organización de las firmas el viernes por la tarde que empezó tarde y terminó pronto para cuatro gatos que éramos porque la organización tenía que llevarse a los dibujantes a no sé qué compromiso en autobús. Total que de la hora y media prevista solo estuvieron disponibles poco más de una hora aproximadamente con el consiguiente mosqueo de los que nos quedamos con la miel en los labios (yo entre ellos que me quedé con las ganas de un dibujito de Juan Giménez al que no llegué por los pelos). Que yo sepa nada se puede criticar a los dibujantes en este sentido que son unos mandados que van donde los mandan pero la organización tenía que hacerse valer y mantener los horarios que establece y no justificarse en letras pequeñas que no ayudan a su imagen o como se hace en los grandes salones norteamericanos más o menos calcular hasta que persona en la cola va a dar tiempo a atender y entregarle un cartelito que le señale como último al inicio de la sesión de firmas.
Tampoco parece que la organización en paralelo por otra entidad de actividades relacionadas con el Salón ayude. En este caso la competencia no me parece para nada positiva porque se solapan esfuerzos y en lugar de concentrar todos los eventos en un mismo lugar obliga a los aficionados a estar de un lado para otro ya que básicamente los dibujantes invitados por una y otra organización son los mismos. Sería interesante quizás que uno de los dos eventos, las Jornadas de la Fnac o el Expocómic, cambiaran de fechas para evitar el solapamiento de las actividades relacionadas con el cómic en la capital y doblar realmente esa oferta para el aficionado a lo largo del año.
Para próximas ediciones del Expocómic quizás sería interesante igualmente que las exposiciones estuvieran más a la vista y no medio escondidas como ha ocurrido este año y se potenciara la relación entre los aficionados y los autores que tanto se publicita con un mayor respeto al tema de horarios. El reparto de números en las firmas ha supuesto un avance pero el intentar respetar los horarios también ayudaría.
A nivel personal, me lo pasé bastante bien el único día que acudí. Pasé un buen rato con Juan José Ryp, que compensa su tranquilidad dibujando con su gracejo y su retahíla de sabrosas anécdotas sobre su experiencia en el mainstream norteamericano en el puesto de Glénat y logré también un par de dedicatorias de Paco Roca, que se mostró muy amable en el puesto de Astiberri. Allí coincidían también Alfonso Zapico y Borja Crespo pero como no me enteré hasta verles sentados y no llevé mis ejemplares de sus obras no pude pedirles una dedicatoria (otra vez será…). Por otro lado, conseguí mi objetivo principal de este Expocómic: el encuentro con el gran Hermann, que igualmente se mostró bastante cordial (una lástima no haber aprovechado su presencia para haberle rendido un homenaje a su trayectoria con alguna exposición) y amablemente me hizo un dibujillo en un ejemplar de “Las Torres de Bois Maury”.
Un placer igualmente fue ponerle por fin cara tras el encuentro frustrado del año pasado a Angux que acompañado de su familia andaba por ahí y me comentó sus próximos proyectos (este hombre siempre está ocupado…) y la principal decepción que me lleve, achacable exclusivamente a mi persona, fue no haber podido coincidir en algún momento durante el fin de semana (al final el domingo no pude ir al Salón) con Bruce y Jaime Sirvent que se desplazaron hasta Madrid ni con José Maria Beroy para agradecerle personalmente el gran detalle que tuvo hace unos días.
En definitiva, mi percepción final del Expocómic es de aprobado raspado. Se intenta mejorar pero por dos pasos que se avanza parece que se retrocede uno lo que en ocasiones resulta un tanto desconcertante. Una mejoría que sabe a poco pero mejoría al fin y al cabo y que augura quizás maravillosos salones para nuestros nietos. Ojalá que no tengamos que tardar tanto.
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