Estas últimas semanas, le he
dedicado mis tiempitos de espera en los transportes todavía públicos de mi
ciudad a atracarme con "La Caída de los Gigantes", el último tomaco de mortadela literaria del supeventas Ken Follet, primero de una trilogía con la que nos
amenaza el famoso autor de “Los Pilares de la Tierra”. En este, en concreto, el
galés da un repaso a la primera parte de la historia del siglo pasado (fundamentalmente, centrándose en las causas de la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa) a través de las vivencias de
cinco familias de distintas nacionalidades –galeses, norteamericanos, alemanes,
rusos e ingleses- y diversos extractos sociales.
Viendo el
oficio con el que Follet desarrolla tramas sencillas y previsibles, juega
con personajes tan planos como arquetípicos y minimiza cualquier atisbo de posicionamiento
agudo para contentar a todo el mundo, estoy seguro que si el escritor pusiera una fábrica
de hamburguesas con esta fórmula tan exitosa sería capaz de hacerle la
competencia a los MacDonald y Burguer King porque es curioso como con un cocinado tan pobre es capaz de atraer y
mantener la atención de un amplio abanico de lectores con éxito durante tantos
años sino fuera porque a todos nos gusta de vez en cuando zamparnos un bocado de comida rápida literaria y a pocos dejó de gustar "Los Pilares de la Tierra".
A pesar de ello, “La Caída de los Gigantes” tiene poco o nada
de original en sus planteamientos y en el desarrollo de las tramas
protagonizadas por personajes de las distintas familias que se entrecruzan
entre sí desarrolladas a falta de brillantez con innegable oficio durante
páginas y páginas logrando que funcionen, sin embargo, tanto por perseverancia
como por la habilidad del autor de sacar partido a la presentación del contexto histórico tan rico como bien documentado que incluso es
posible que algún lector confiado crea que
los ficticios Williams, Fitzherbert o Peshkov son personajes reales. Eso sí, giros argumentales emocionantes y sorprendentes no esperéis, en esta ocasión, porque todo se desarrolla dentro de unos derroteros tan previsibles que hacen que la novela aburra y por su extensión nos venza por agotamiento.
“La Caída de los Gigantes”
es un Follet en estado puro con todos sus defectos y pocas de sus virtudes que alejado
de cualquier intento de caviar literario o atisbo de sorpresa alimenta tanto a los adictos a los best sellers tanto como unas ricas hamburguesas
aunque en esta ocasión incluso hasta a mí, que presumo de comer de casi todo, me haya empachado y me plantee apuntarme a un buen régimen durante una temporada.