He estado un par de semanitas muy ocupado leyendo despacito el tomo en que Planeta ha recopilado los dieciséis primeros números de “The New Teen Titans”, de Wolfman y Perez, a los que añaden la primera aparición del nuevo grupo en “DC Comics presents #26” y “Best of DC #18”, y tengo que decir que he disfrutado como un enano. Y no sólo por reencontrarme con unos tebeos que se grabaron a fuego en mi memoria desde que los descubrí en el primer volumen de la serie añorada Zinco – el primer número que leí fue el primero de la saga de los Titanes mitológicos con la aparición de Hyperion- sino porque pasado el tiempo y las lecturas uno comprueba con más conocimientos que estos Titanes que en su momento eran la única colección que se colaba con regularidad en un Top Ten copado por series Marvel supusieron quizás el más hermosos cantos del cisne de un género –el superheroico- que poco a poco ha ido degradándose obviando su principal cualidad: la capacidad para maravillar y hacer volar la imaginación.
Los dieciséis primeros números de “Los Nuevos Titanes” son una montaña rusa en la que uno no se cansa de montarse…. El Exterminador, La Colmena, La saga de Trigon, los 5 Temibles, Los Titanes mitológicos, La Hermandad del Mal, la investigación de los asesinos de la Patrulla Condenada son historias que hoy en día no darían sólo para dieciséis comic book sino que probablemente cualquier equipo formado por un dibujante hot y un Bendis cualquiera lo estirarían a la cincuentena larga de números. Sin embargo, unos ambiciosos y jovenzuelos Wolfman y Perez nos engancharon mes a mes a unas aventuras que sorprendían por su frescura y dinamismo ajena a las fórmulas anquilosadas llenas de clichés propias de la DC de la época y no sólo por el despliegue gráfico de un Perez incomensurable que renunció a su soñada “LJA” por esta serie “menor” en la que número a número sorprendía con nuevas y más espectaculares localizaciones–de los ambientes urbanos de Nueva York hasta el espacio profundo, de la Jungla amazónica al Tártaro de los Titanes mitológicos, del Templo de Azarath a la dimensión infernal de Trigon, y las que me dejo-, la estilizada elegancia de sus personajes o la pulcritud de sus armoniosas composiciones de página en las que todo tiene un sentido sencillo e inteligible, sino también por el talento de un Marv Wolfman ambicioso tras foguearse en Marvel que incorporó una visión novedosa a un grupo de sidekicks secundarios a los que poco a poco fue dignificando de su rol plano inicial de comparsas en personajes con una personalidad propia a los que añadió creaciones como Starfire, Cyborg o Raven, ricos en matices y personalidad al tiempo que multiplicaban las posibilidades del grupo hasta el infinito, probablemente más allá incluso que los autores podrían imaginar en un principio.
No sólo por todas esas cualidades resulta agradable la relectura de estos números sino también por esa capacidad por reencontrarnos con parte de la inocencia perdida en unos cómics que ofrecían la posibilidad a los adolescentes de entonces de sentirse reflejados en las aventuras de unos héroes con problemas incapaces de lograr una victoria definitiva sobre amenazas que, en ocasiones, estaban por encima de sus posibilidades. “Los Nuevos Titanes” solían ir siempre un paso por detrás de sus enemigos y eso para los chavales que por aquel entonces nos empezábamos a dar cuenta que la vida era más complicada de lo que podríamos imaginar era un punto a tener en cuenta para identificarnos con esos superhéroes que intentaban encontrarse a sí mismo como personas y como grupo sin tomarnos el pelo.
Wolfman y Perez pergeñaron una obra en la que todo encaja y tiene una explicación en unos cómics que aunaban la evasión de la aventura con un correcto tratamiento dramático de unos personajes que iban creciendo número a número. Más allá de la excelente “Crisis en la Tierra Infinita” tengo claro que estos números de “Los Nuevos Titanes” fueron la gran contribución de este excelente equipo creativo al género suponiendo un punto de inflexión que, lamentablemente, no fue desarrollado con posterioridad aun cuando desde muy temprano intentase ser imitado sin éxito (como por ejemplo en “Batman y los Outsiders” de Mike W. Barr y Jim Aparo).
La edición de Planeta está bastante bien, haciendo justicia al dibujo de Perez aun cuando no le hubiera venido mal un repaso al tema de la traducción porque da la impresión que mantienen la inicial de Zinco corrigiendo únicamente el horror de traducir Hive por Colmena y no por Cueva (claro, que para los que leímos esos primeros tebeos lo raro es que sean Colmena y no Cueva. Brrr..). Una obra imprescindible para todo aficionado a los buenos tebeos de superhéroes.
Los dieciséis primeros números de “Los Nuevos Titanes” son una montaña rusa en la que uno no se cansa de montarse…. El Exterminador, La Colmena, La saga de Trigon, los 5 Temibles, Los Titanes mitológicos, La Hermandad del Mal, la investigación de los asesinos de la Patrulla Condenada son historias que hoy en día no darían sólo para dieciséis comic book sino que probablemente cualquier equipo formado por un dibujante hot y un Bendis cualquiera lo estirarían a la cincuentena larga de números. Sin embargo, unos ambiciosos y jovenzuelos Wolfman y Perez nos engancharon mes a mes a unas aventuras que sorprendían por su frescura y dinamismo ajena a las fórmulas anquilosadas llenas de clichés propias de la DC de la época y no sólo por el despliegue gráfico de un Perez incomensurable que renunció a su soñada “LJA” por esta serie “menor” en la que número a número sorprendía con nuevas y más espectaculares localizaciones–de los ambientes urbanos de Nueva York hasta el espacio profundo, de la Jungla amazónica al Tártaro de los Titanes mitológicos, del Templo de Azarath a la dimensión infernal de Trigon, y las que me dejo-, la estilizada elegancia de sus personajes o la pulcritud de sus armoniosas composiciones de página en las que todo tiene un sentido sencillo e inteligible, sino también por el talento de un Marv Wolfman ambicioso tras foguearse en Marvel que incorporó una visión novedosa a un grupo de sidekicks secundarios a los que poco a poco fue dignificando de su rol plano inicial de comparsas en personajes con una personalidad propia a los que añadió creaciones como Starfire, Cyborg o Raven, ricos en matices y personalidad al tiempo que multiplicaban las posibilidades del grupo hasta el infinito, probablemente más allá incluso que los autores podrían imaginar en un principio.
No sólo por todas esas cualidades resulta agradable la relectura de estos números sino también por esa capacidad por reencontrarnos con parte de la inocencia perdida en unos cómics que ofrecían la posibilidad a los adolescentes de entonces de sentirse reflejados en las aventuras de unos héroes con problemas incapaces de lograr una victoria definitiva sobre amenazas que, en ocasiones, estaban por encima de sus posibilidades. “Los Nuevos Titanes” solían ir siempre un paso por detrás de sus enemigos y eso para los chavales que por aquel entonces nos empezábamos a dar cuenta que la vida era más complicada de lo que podríamos imaginar era un punto a tener en cuenta para identificarnos con esos superhéroes que intentaban encontrarse a sí mismo como personas y como grupo sin tomarnos el pelo.
Wolfman y Perez pergeñaron una obra en la que todo encaja y tiene una explicación en unos cómics que aunaban la evasión de la aventura con un correcto tratamiento dramático de unos personajes que iban creciendo número a número. Más allá de la excelente “Crisis en la Tierra Infinita” tengo claro que estos números de “Los Nuevos Titanes” fueron la gran contribución de este excelente equipo creativo al género suponiendo un punto de inflexión que, lamentablemente, no fue desarrollado con posterioridad aun cuando desde muy temprano intentase ser imitado sin éxito (como por ejemplo en “Batman y los Outsiders” de Mike W. Barr y Jim Aparo).
La edición de Planeta está bastante bien, haciendo justicia al dibujo de Perez aun cuando no le hubiera venido mal un repaso al tema de la traducción porque da la impresión que mantienen la inicial de Zinco corrigiendo únicamente el horror de traducir Hive por Colmena y no por Cueva (claro, que para los que leímos esos primeros tebeos lo raro es que sean Colmena y no Cueva. Brrr..). Una obra imprescindible para todo aficionado a los buenos tebeos de superhéroes.