Y llegó por fin el esperado
decimoséptimo tomo de “Los Muertos Vivientes” en el que se recogía el tan
aclamado número 100 en el que Kirkman se iba a sacar un nuevo giro argumental
que, aparte de sobrecogernos, iba a otorgarle un nuevo impulso a la serie para
mantenerse al menos otros cien números más. Y sin embargo, el nuevo arco que se
desarrolla de los números 97 a 102 de la numeración norteamericana, está
simplemente bien y es cierto que en el mismo Kirkman se desprende de dos personajes
de peso, uno de los cuáles era uno de los personajes más antiguos y queridos de
la serie, pero no deja de ser síntoma del desgaste de la serie que toda su
truculencia y dramatismo no haya logrado ni de lejos calarme para alcanzar la
trascendencia y el impacto pretendido por el guionista.
Rick y los suyos han llegado
a un acuerdo con la comunidad de La Cima para otorgarles protección y librarles
del grupo de Negan y sus secuaces a cambio de suministros y colaboración. Sin
embargo, Rick ha cometido un error fatal subestimando a Negan y sus fuerzas, y
pronto descubrirá a costa de la vida de algunos de sus mejores amigos lo
vengativo, implacable y destructivo que su nuevo enemigo puede llegar a ser.
A más de uno sospecho que le
va a decepcionar un tanto este nuevo arco argumental que tantas expectativas
generó al coincidir con el numero cien de la serie. Y, en el fondo, no es que
la historia esté mal y Kirkman administra como pocos los tiempos para que la
muerte de uno de los más queridos personajes de la serie resulte sobrecogedora
y terrible, los cliffhangers y los diálogos son frescos y excelentes y todo el
arco está resuelto con acierto. Pero, sin embargo, por otro lado, la sensación
general que deja el tomo es que no aporta nada novedoso a lo que ya se
desarrolló en otras ocasiones y que Negan y su monólogo sociópata se asemeja
demasiado a la locura del Gobernador y sus secuaces.
Eso sí, el arco argumental
refuerza algunas de las constantes filosóficas de la serie mostrando como en
este nuevo mundo en el que los zombis cada vez tienen menos más importancia en
las relaciones entre los humanos
supervivientes impera la ley del más fuerte y la necesidad de adaptación a las
nuevas circunstancias se convierte en la
clave para sobrevivir. Y es que, a pesar de ello, uno no puede dejar de
percibir la sensación de agotamiento tanto en las ideas desarrolladas y las
fórmulas planteadas como en el agotamiento de los propios personajes, algunos
de los cuáles como Rick parecen incapaces de dar más de sí.
Lo peor con todo, sigue
siendo el dibujo de Charlie Adlard cada vez abusando más de la repetición de
viñetas y la ausencia de fondos y escondiendo cada vez menos sus evidentes
carencias (¿Os habéis fijado lo raro que cogen todos los personajes las armas
de fuego?). Adlard es desde hace algunos arcos la gran rémora de la serie y
lleva tiempo pidiendo un relevo que no parece que se vaya a producir.
En fin, sin ser tan
sobrecogedor como se esperaba “Algo que temer” es un arco correcto con el que
esta estupenda y mediática serie sobrepasa el centenar de números a la espera
–salvo sorpresa mayúscula- del final digno que ya va reclamando. Y es que no lo
hemos pasado tan bien durante todo este tiempo sería una pena que Kirkman,
por cuestiones extrínsecas a la propia historia (ventas, televisión, etc…), no
diese a la serie el gran final que “Los Muertos Vivientes” merece y la dejase languidecer
hasta el agotamiento. En los próximos meses lo comprobaremos.