Como parece que Panini se ha
propuesto ponerse las pilas y recuperar, bajo el arrope de las películas, material
clásico de Marvel en cuidadas ediciones, he pensado que por pedir que no quede,
y se me ha ocurrido reivindicar del olvido una de esas grandes obras de
los setenta que por azares editoriales - o porque siempre es más fácil apostar
por cualquier truño del Hombre Araña o el Capitán América que por historias
satíricas protagonizadas por un plumífero amarillo fumador- nos fueron
escamoteadas durante años hasta el tomillo de Selecciones Marvel publicado por
Comics Forum a principios de los noventa con los primeros cinco números de la
serie o un todavía más antiguo “Spiderman team up”. Me estoy refiriendo a “Howard, el pato”, obra y gracia del talentoso y
polémico Steve Gerber.
Creado por Gerber y el
dibujante Val Mayerik en 1973 como personaje secundario en la serie del
“Hombre-Cosa” (“Adventure for Fear”) que Gerber estaba realizando en ese
momento, Howard fue creciendo en popularidad hasta conseguir su propia serie en
1976 de la que se publicaron la nada despreciable cifra de 31 episodios,
dibujados por artistas de la talla de Frank Brunner (que dejó la serie a los pocos episodios porque se consideraba demasiado bueno par dibujar patos), John Buscema y, sobre
todo, un talentoso Gene Colan convertido en el dibujante fijo de la serie capaz de adaptar su siempre sombrío estilo a un
nuevo registro cómico con asombrosos resultados. Gerber firmó la mayoría de los guiones, pero a raíz de su
marcha de la serie y de la editorial, consecuencia de sus desavenencias con los
jerifaltes los últimos episodios fueron guionizados por un joven Bill Mantlo.
La premisa argumental era
bastante sencilla. El pato Howard había sido trasladado a la Tierra accidentalmente en un enfrentamiento con un demonio. Atrapado en
este nuevo mundo, el irascible pato debía adaptarse a las convenciones de un
mundo cuyas costumbres le chocan convirtiéndose de paso en muchas ocasiones en
un héroe accidental
Aunque no os lo creáis, “Howard
El Pato” marca un punto de inflexión en los cómics norteamericanos, ya que un
inspirado Gerber –este hombre fue un adelantado a su tiempo como también quedó
patente en “Omega, El Desconocido”- rompió los moldes del medio
para dotar de credibilidad las divertidas e increíbles historias protagonizadas por un
pato y subvirtiendo las convenciones generales sobre lo qué tenía
que ser un cómic de superhéroes. Si el gran logro de Stan Lee, Jack Kirby o Steve Ditko una década antes fue
dotar de mayor verismo a sus superhéroes incorporándolos a un mundo real y
cotidiano enfrentándose muchas veces en sus identidades secretas a problemas
cercanos a los lectores, Gerber le dio una vuelta de tuerca al concepto
introduciendo en el asentado universo marveliano como nota discordante a un
antihéroe patuno tan ajeno y ridículo como solo puede serlo un gruñón pato fumador de
puros del semidivino panteón marvelita y utilizando las historias que protagonizaba –muchas veces al alimón con
esos misos superhéroes- para realizar una crítica social apenas encubierta de los
valores de la sociedad norteamericana de la época, introduciendo de paso en el
género superheroico la sátira y la crítica social como nunca antes se había
visto en los cómics Marvel.
De este modo, en la serie se puede encontrar a Howard enfrentado a mundos tan ajenos como
los media o la política como candidato a la presidencia norteamericana –de
hecho, en las elecciones de presidenciales de ese año en cientos de votos declarados nulos el pueblo
votó a Howard –, las residencias de ancianos o, satirizando a la cultura popular
norteamericana, en historias que parodiaban “Star Wars”, los clásicos del terror
o géneros boyantes en los cómics de la
época como la espada y brujería o las
artes marciales sin olvidar, por supuesto, a los propios superhéroes.
Lamentablemente, Gerber no
pudo continuar con su trabajo debido a desavenencias con el editor jefe de
Marvel por aquel entonces, el coco Jim Shooter y,
poco después de su marcha, cancelaron tanto la serie, que por entonces
guionizaba Mantlo, como la tira de prensa que había propiciado y había provocado la polémica inicial con Marvel,
en la que ya había sido relevado por Marv Wolfman, aduciendo el temor a una hipotética querella de la todopoderosa Disney..
Gerber, que fue de los
primeros autores en mantener los derechos sobre sus personajes, pleiteó durante años con
Marvel hasta conseguir un mal acuerdo indemnizatorio e incluso junto a otro gran damnificado por
la Casa de las Ideas, Jack Kirby, realizó un émulo de “Howard”, “Destroyer
Duck” , para Eclipse Comics para financiar sus respectivas demandas.
Visto en perspectiva,
“Howard, el pato” introdujo el realismo en los funny animals –o los funny
animals en el realismo- y fue el germén del que tomaron buena nota autores tan
dispares y aclamados hoy en día, como Dave Sim con su “Cerebus”, Stan Sakai con su “Usagi Yojimbo” e incluso
años más tarde Jeff Smith con “Bone”.
Estaría bonito y sería de
justicia que para celebrar los cuarenta años del personaje y reivindicar a ese airado contestatario ya desaparecido que fue Steve Gerber (y de paso a Colan), Panini recogiera el guante y recuperara la
serie completa en uno de esos voluminosos Omnigold que tan bien editan. Por
pedir que no quede. Total, si es por eso, por tener “Howard, El Pato” ha tenido hasta película
(horrible, por cierto).